La ocasión la dio los 50 años del Concilio y los 40 de la malograda Teología de la Liberación. Los oradores eran personas descalificadas por sus ideas opuestas al magisterio, muchos ex sacerdotes y “teólogos” que creen poco en Dios y demasiado en el hombre.
En su mensaje final declaran que “regresan a sus comunidades eclesiales dispuestos a asumir las tareas que tiene la teología latinoamericana hoy y a testimoniar con nuestro proceder que otra teología es posible para que otro mundo sea posible. Eso sucederá si nuestros jóvenes tienen visiones y nuestros ancianos sueños (Jo, 3. 1-2). La verdad que con visiones y sueños no se anda mucho más que medio siglo…
Pero resulta que en Piura, Perú, entre el 27 y el 30 de septiembre, fueron más de 4.500 personas las que se reunieron en el mismo marco de los 50 años del Concilio en un Congreso Teológico Internacional, solo que con fin diferente: manifestar la fidelidad a la Iglesia y decir al mundo, que el Concilio es parte de la tradición viva y actualizada de la Iglesia y no una ruptura con el pasado. Este evento multitudinario no cuenta para ISAMIS, como no cuentan tampoco los 500 años de evangelización.
Dos reuniones: una de lobos y otra de pastores.
Y si de magnas asambleas se trata, pensemos en el Sínodo de Obispos que está reunido en Roma con representantes muy calificados de la Iglesia latinoamericana. Allá se dan las pautas para el caminar rumbo al Reino de Dios que debe seguir la Iglesia.
Adivinanza fácil: decir quiénes son los pastores y quiénes los lobos.
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