Sabemos que un tal Padre Pierre, sacerdote itinerante francés que más se conoce por ser columnista de El Telégrafo que pastor de almas, se ha proclamado “asesor” de las CEBs del Ecuador. Nunca publicó su nombramiento ni dio pruebas de la eficacia de su labor. Si él es una referencia válida y porta voz autorizado de las CEBs, hay que reconocer que no están muy bien servidas, ya que este personaje escribe en aquel periódico guayaquileño toneladas de errores y horrores, protestado y contestando a la Jerarquía de la Iglesia en vez de armonizarse con ella. Es un disidente, francotirador y de mala puntería.
Sabemos también que en Sucumbíos las CEBs existen… y no existen. No sabemos de CEBs que se muestren activas, organizadas y presentes. Por otro lado vemos miembros de CEBs que se entiende perfectamente con los sacerdotes misioneros “prestaditos”. Hace poco más de un año, en plena tensión eclesial, se realizó en el salón de la catedral de Lago Agrio un “encuentro nacional” de las CEBs del que participaron unas setenta personas, la mayoría venida de afuera, personas mayores y sencillas, más tendientes a rezar el rosario que a hacer la vigilia de ISAMIS, y más amigas de Radio María, que de la Sucumbíos…
Ahora aparece una nueva “carta abierta” pro ISAMIS, esta vez de “las CEBs del Ecuador”, carta que no firma ningún responsable, ni siquiera el irresponsable Padre Pierre. En dicha carta protestan porque no se respeta la línea de los 40 años de ISAMIS.
¿Cuándo van a darse por aludidos y a aprender que esos 40 años no estaban de acuerdo con la pastoral de la Iglesia? ¿Cuándo tendrán la honestidad de reconocer que es preciso implantar una pastoral diferente? ¡Si les fue dicho! ¿Cuándo, en vez de ponerse como mártires, asumirán sus errores y se corregirán? ¿Acaso no se dan cuenta que la desobediencia y la rebelión es un pecado eclesial? ¿Serán siempre como niños malcriados que no aceptan la corrección de su madre?
Todo el mundo que se hace estas preguntas tiene muy claro las respuestas. Solo los locos de ISAMIS y de las misteriosas CEBs del Ecuador no ven, ni oyen, no aceptan. Niegan la verdad conocida como tal (ojo, eso caracteriza el pecado contra el Espíritu Santo…)
¡Qué testarudez, para no decir que desfachatez!
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