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lunes, 30 de abril de 2012

El Buen Pastor y el líder

Estos dos vocablos se diferencian mucho y hasta se oponen frontalmente.

Un Pastor es dedicado, generoso. Cría, guía y cuida a las ovejas y da la vida por ellas sin ningún interés personal. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, la figura del Pastor está presente para referirse a Dios. La vocación de Pastor se identifica fácilmente con la del padre y del sacerdote.

La figura de un líder, en cambio, se identifica fácilmente con otras causas. Se habla de líderes naturales, por ejemplo, nunca de líderes sobrenaturales.

Nuestro pueblo relaciona la palabra líder con causas puramente temporales: hay líderes de la oposición en política, líderes sindicales en materia de trabajo, líderes de banda de criminales, drogadictos o ladrones, líderes de empresas comerciales, líderes autocráticos que gobiernan como Stalin, Hitler o Mao. El Fürer, el Duce o el caudillo eran (o se pretendían) líderes.

Lo antedicho no significa que no haya buenos líderes cristianos. Los hay excelentes, y para serlo plenamente deben ser santos.

Cuando se piensa en términos sociológicos y de organización, el líder tiene su papel. Cuando se piensa en términos teológicos y eclesiales, la figura del Pastor se impone.

¿Líderes o santos? La Iglesia precisa buenos Pastores, de pastores santos.

domingo, 29 de abril de 2012

Domingo del Buen Pastor

Atención a los sentimentalismos, a las reducciones y a tocar la eterna tecla de la comparación, del odio y de la venganza. Ya nos vemos venir alguna meditación de cierto blog…

Porque hay pastores y cristianos cuya preocupación principal no es compartir con el Buen Pastor la salvación del prójimo para gloria del Padre, sino lucrarse, escalar puestos de prestigio, dominar, pasarlo bien a costa de las “ovejas”, como mercenarios a los que no les importa el rebaño. Los peores enemigos de la Iglesia están dentro. Dios nos libre de pertenecer a ese grupo de bandidos y salteadores.

“Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). Es ésta la condición insustituible, la que más debe preocuparnos y ocuparnos, si queremos ser buenos cristianos y buenos pastores, “pescadores de hombres”, sembradores de vocaciones para pastores; y así acceder a la vida eterna. “Tengo otras ovejas que no son de este redil”, y quiero atraerlas; el Buen Pastor cuenta con nuestra colaboración generosa y amorosa, que alcanza su máxima eficacia en la Eucaristía.

Lo que no es esto, es mercantilismo propio de bandidos y de salteadores. Quien quiera entender, que entienda.

Y que no nos hablen de pastores ni de ovejas los lobos que sistemáticamente desprecian y se rebelan contra nuestro pastores: el Papa, el Nuncio, los Obispos, Delegados, Visitadores, Administradores y contra cualquier otra autoridad  o servicio ajeno al espíritu y a las acciones de cierta secta que opera, con tanta mala fama y horrible resultado, en nuestra Amazonía.

jueves, 26 de abril de 2012

Carta a los sacerdotes del prefecto de la Congregación para el Clero

Publico esta noticia para todo el clero de Sucumbíos ya sean isamitas o no, para que luego no digan que no les fue dicho. Quien escribe la carta es el cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero.


Carta a los sacerdotes del prefecto de la Congregación para el Clero

Jornada Mundial de Oración para la Santificación del Clero

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 25 abril 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto completo de la carta dirigida a los sacerdotes por el cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero y por el secretario del dicasterio, monseñor Celso Morga Iruzubieta, arzobispo titular de Alba Marítima.
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CARTA A LOS SACERDOTES

Queridos Sacerdotes:

En la próxima solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el 15 de junio de 2012, celebraremos, como de costumbre, la “Jornada Mundial de Oración para la Santificación del Clero”.

La expresión de la Escritura «Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Ts 4, 3), aunque vaya dirigida a todos los cristianos, se refiere e n modo particular a nosotros, los sacerdotes, que hemos aceptado no sólo la invitación a “santificarnos”, sino también a convertirnos en “ministros de santificación” para nuestros hermanos.

Esta “voluntad de Dios”, en nuestro caso, por decirlo así, se ha doblado y multiplicado al infinito, tanto que a ella podemos y debemos obedecer en cada acción ministerial que llevamos a cabo.

Este es nuestro estupendo destino: no podemos santificarnos sin trabajar para la santidad de nuestros hermanos, y no podemos trabajar para la santidad de nuestros hermanos sin que antes hayamos trabajado y trabajemos para nue stra santidad.

Al introducir a la Iglesia en el nuevo milenio, el Beato Juan Pablo II nos recordaba la normalidad de este “ideal de perfección”, que debe ofrecerse en seguida a todos: «Preguntar a un catecúmeno: “¿quieres recibir el bautismo?”, significa al mismo tiempo preguntarle: “¿quieres ser santo?”» 1.

Ciertamente, en el día de nuestra Ordenación sacerdotal, esta misma pregunta bautismal resonó de nuevo en nuestro corazón, pidiendo una vez más nuestra respuesta personal; pero se nos ha confiado para que supiésemos dirigirla también a nuestros fieles, custodiando su belleza y preciosidad.

La conciencia de nuestros incumplimientos personales no contradice esta persuasión, como tampoco lo hacen las culpas de algunos que, a veces, han humillado el sacerdocio a los ojos del mundo.

A distancia de diez años —considerando que las noticias difundidas se agravan — debemos dejar que resuenen de nuevo en nue stro corazón, con mayor fuerza y urgencia, las palabras que Juan Pablo II nos dirigió el Jueves Santo del año 2002: «Además, en cuanto sacerdotes, nos sentimos en estos momentos personalmente conmovidos en lo más íntimo por los pecados de algunos hermanos nuestros que han traicionado la gracia recibida con la Ordenación, cediendo incluso a las peores manifestaciones del mysterium iniquitatis que actúa en el mundo. Se provocan así escándalos graves, que llegan a crear un clima denso de sospechas sobre todos los demás sacerdotes beneméritos, que ejercen su ministerio con honestidad y coherencia, y a veces con caridad heroica. Mientras la Iglesia expresa su propia solicitud por las víctimas y se esfuerza por responder con justicia y verdad a cada situación penosa, todos nosotros —conscientes de la debilidad humana, pero confiando en el poder salvador de la gracia divina — estamos llamados a abrazar el mysterium Crucis y a comprometernos aún más en la búsqueda de la santidad. Hemos de orar para que Dios, en su providencia, suscite en los corazones un generoso y renovado impulso de ese ideal de entrega total a Cristo que está en la base del ministerio sacerdotal»2.

Como ministros de la misericordia de Dios, sabemos, por tanto, que la búsqueda de la santidad siempre se puede retomar, a partir del arrepentimiento y el perdón. Pero a la vez sentimos la necesidad de pedirlo, cada sacerdote, en nombre de todos los sacerdotes y para todos los sacerdotes3.

Refuerza nuestra confianza la invitación que la propia Iglesia nos dirige a cruzar nuevamente el umbral de la Porta fidei, acompañando a todos nuestros fieles. Sabemos que este es el título de la Carta apostólica con la cual el Santo Padre Benedicto XVI convocó el Año de la Fe que comenzará el próximo 12 de octubre de 2012.

Una reflexión sobre las circunstancias de esta invitación nos puede ayudar.

Se sitúa en el 50° aniversario de la apertura del Concilio ecuménico Vaticano II (11 de octubre de 1962) y en el 20° aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 1992). Además, para el mes de octubre de 2012, se ha convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre el tema de "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".

Se nos pedirá, pues, trabajar en profundidad sobre cada uno de estos “capítulos”:

– sobre el Concilio Vaticano II, a fin de que sea de nuevo acogido com o «la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX»: “Una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza ”, “una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”4;

– sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, para que realmente se acoja y se utilice «como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial y como una regla segura para la enseñanza de la fe»5;

– sobre la preparación del próximo Sínodo de los Obispos, para que sea realmente «una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe »6.

Por ahora —como introducción a todo el trabajo— podemos meditar brevemente sobre esta indicación del Pontífice, en la cual todo converge: «Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la al egría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe».7

“Los hombres de cada generación”, “todos los pueblos de la tierra”, “nueva evangelización”: ante este horizonte tan universal, sobre todo nosotros, los sacerdotes, debemos preguntarnos cómo y dónde estas afirmaciones pueden unirse y consistir.

Podemos, pues, comenzar recordando que ya el Catecismo de la Iglesia Católica se abre con un abrazo universal, reconociendo que “El hombre es «capaz» de Dios”8; pero lo hace eligiendo —como su primera cita— este texto del Concilio ecuménico Vaticano II: «La razón más alta (“eximia ratio”) de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor (“ex amore”), es conservado siempre por amor (“ex amore”); y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador . Sin embargo, muchos de nuestros contemporáneos no perciben de ninguna manera esta unión íntima y vital con Dios o la rechazan explícitamente » (“hanc intimam ac vitalem coniunctionem cum Deo”)9.

¿Cómo olvidar que, con el texto que acabamos de citar —precisamente en la riqueza de las formulaciones escogidas— los Padres conciliares querían dirigirse directamente a los ateos, afirmando la inmensa dignidad de la vocación, de la que se habían alejado como hombres? ¡Y lo hacían con las mismas palabras que sirven para describir la experiencia cristiana, en el culmen de su intensidad mística!

También la Carta apostólica Porta Fidei inicia afirmando que esta «introduce en la vida de comunión con Dios », lo que significa que nos permite adentrarnos directamente en el misterio central de la fe que debemos profesar: «Profesar la fe en la Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo— equivale a creer en un solo Dios que es Amor» (ibídem, n. 1).

Todo esto debe resonar de modo especial en nuestro corazón y en nuestra inteligencia, para que seamos conscientes de cuál es hoy el drama más grave de nuestros tiempos.

Las naciones cristianizadas ya no sienten la tentación de ceder a un ateísmo genérico (como en el pasado), sino que corren el riesgo de ser víctimas de ese particular ateísmo que viene de haber olvidado la belleza y el calor de la Revelación Trinitaria.

Hoy son sobre todo los sacerdotes, en su adoración diaria y en su ministerio diario, quienes deben encauzarlo todo hacia la Comunión Trinitaria: sólo a partir de esta y adentrándose en esta, los fieles pueden descubrir verdaderamente el rostro del Hijo de Dios y su contemporaneidad, y pueden verdaderamente llegar al corazón de todo hombre y a la patria a la cual todos están llamados. Y sólo así los sacerdotes podemos ofrecer de nuevo a los hombres de hoy la dignidad del ser persona, el sentido de las relaciones humanas y de la vida social, y la finalidad de toda la creación.

“Creer en un solo Dios que es Amor”: no será realmente posible ninguna nueva evangelización si los cristianos no somos capaces d e sorprender y conmover nuevamente al mundo con el anuncio de la Naturaleza de Amor de Nuestro Dios, en las Tres Divinas Personas que la expresan y que nos hacen partícipes de su misma vida.

El mundo de hoy, con sus laceraciones cada vez más dolorosas y preocupantes, necesita al Dios-Trinidad, y anunciarlo es la tarea de la Iglesia.

La Iglesia, para poder desempeñar esta tarea, debe permanecer indisolublemente abrazada a Cristo y no dejar nunca que se le separe de Él: necesita santos que vivan “en el corazón de Jesús” y sean testigos felices del Amor Trinitario de Dios. ¡Y los Sacerdotes, para servir a la Iglesia y al mundo, necesitan ser santos!

Vaticano, 26 de marzo de 2012

Solemnidad de la Anunciación de la Santísima Virgen


NOTAS
1 Carta Apostólica Novo millennio ineunte, n. 31.
2 JUAN PABLO II, Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo del año 2002.
3 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote ministro de la Misericordia Divina. Material para Confesores y
Directores espirituales, 9 de marzo de 2011, 14-18; 74-76; 110-116 (el sacerdote como penitente y discípulo espiritual).
4 Cf. Porta fidei, n. 5.
5 Cf. Ibídem, n. 11.
6 Ibídem, n. 4.
7 Ibídem, n. 7.
8 Sección Primera. Capítulo I.
9 Gaudium et Spes, n. 19 y Catecismo de la Iglesia Católica n. 27.


LECTURAS Y TEXTOS para profundizar o para celebraciones
LECTURAS BÍBLICAS
Del Evangelio de Juan: 15, 14-17
Del Evangelio de Lucas: 22, 14 - 27
Del Evangelio de Juan: 20, 19 - 23
De la Carta a los Hebreos: 5, 1 - 10


LECTURAS PATRÍSTICAS
S. JUAN CRISÓSTOMO, El sacerdocio, III, 4-5; 6.
ORÍGENES, Homilías sobre el Levítico, 7, 5.


LECTURAS DEL MAGISTERIO
Gaudium et Spes, n. 19 y Catecismo de la Iglesia Católica, n. 27.
JUAN PABLO II, Carta a los Sacerdotes con ocasión del Jueves Santo, 2001.
Benedicto XVI, Homilía del Jueves Santo, 13 de abril de 2006.
LECTURAS de los ESCRITOS de los SANTOS
SAN GREGORIO MAGNO: Diálogos, 4, 59.
SANTA CATALINA DE SIENA, El diálogo de la divina Providencia, cap. 116; cf. Sl 104, 15.
SANTA TERESA DE LISIEUX, Ms A 56r; LT 108; LT 122; LT 101; Pr n. 8.
BEATO CHARLES DE FOUCAULD, Écrits Spirituels, pp. 69-70.
SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (EDITH STEIN), WS, 23.


ORACIÓN POR LA SANTA IGLESIA Y POR LOS SACERDOTES
Oh Jesús mío, te ruego por toda la Iglesia:
concédele el amor y la luz de tu Espíritu
y da poder a las palabras de los sacerdotes
para que los corazones endurecidos
se ablanden y vuelvan a ti, Señor.
Señor, danos sacerdotes santos;
Tú mismo consérvalos en la santidad.
Oh Divino y Sumo Sacerdote,
que el poder de tu misericordia
los acompañe en todas partes y los proteja
de las trampas y asechanzas del demonio,
que están siendo tendidas incesantemente para las almas de los sacerdotes.
Que el poder de tu misericordia,
oh Señor, destruya y haga fracasar
lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes,
ya que tú lo puedes todo.
Oh mi amadísimo Jesús,
te ruego por el triunfo de la Iglesia,
por la bendición para el Santo Padre y todo el clero,
por la gracia de la conversión de los pecadores empedernidos.
Te pido, Jesús, una bendición especial y luz
para los sacerdotes,
ante los cuales me confesaré durante toda mi vida.
(Santa Faustina Kowalska)


EXAMEN DE CONCIENCIA PARA LOS SACERDOTES
1. «Por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad » (Jn 17, 19)
¿Me propongo seriamente la santidad en mi sacerdocio? ¿Estoy convencido de que la fecundidad de mi ministerio sacerdotal viene de Dios y que, con la gracia del Espíritu Santo, debo identificarme con Cristo y dar mi vida por la salvación del mundo?
2. «Este es mi cuerpo» (Mt 26, 26)
¿El santo sacrificio de la Misa es el centro de mi vida int erior? ¿Me preparo bien, celebro devotamente y después, me recojo en acción de gracias? ¿Constituye la Misa el punto de referencia habitual de mi jornada para alabar a Dios, darle gracias por sus beneficios, recurrir a su benevolencia y reparar mis pecados y los de todos los hombres?
3. «El celo por tu casa me devora» (Jn 2, 17)
¿Celebro la Misa según los ritos y las normas establec idas, con auténtica motivación, con los libros litúrgicos aprobados? ¿Estoy atento a las sagradas especies conservadas en el tabernáculo, renovándolas periódicamente? ¿Conservo con cuidado los vasos sagrados? ¿Llevo con dignidad todos las vestidos sagrados prescritos por la Iglesia, teniendo presente que actúo in persona Christi Capitis?
4. «Permaneced en mi amor» (Jn 15, 9)
¿Me produce alegría permanecer ante Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento, en mi meditación y silenciosa adoración? ¿Soy fiel a la visita cotidiana al Santísimo Sacramento? ¿Mi tesoro está en el Tabernáculo?
5. «Explícanos la parábola» (Mt 13, 36)
¿Realizo todos los días mi meditación con atención, tratando de superar cualquier tipo distracción que me separe de Dios, buscando la luz del Señor que sirvo? ¿Medito asiduamente la Sagrada Escritura? ¿Rezo con atención mis oraciones habituales?
6. Es preciso «orar siempre sin desfallecer» (Lc 18, 1)
¿Celebro cotidianamente la Liturgia de las Horas integralmente, digna, atenta y devotamente? ¿Soy fiel a mi compromiso con Cristo en esta dimensión importante de mi ministerio, rezando en nombre de toda la Iglesia?
7. «Ven y sígueme» (Mt 19, 21)
¿Es, nuestro Señor Jesucristo, el verdadero amor de mi vida? ¿Observo con alegría el compromiso de mi amor hacia Dios en la continencia del celibato? ¿Me he detenido conscientemente en pensamientos, deseos o actos impuros; he mantenido conversaciones inconvenientes? ¿Me he puesto en la ocasión próxima de pecar contra la castidad? ¿He custodiado mi mirada? ¿He sido prudente al tratar con las diversas categorías de personas? ¿Representa mi vida, para los fieles, un testimonio del hecho de que la pureza es algo posible, fecundo y alegre?
8. «¿Quién eres Tú?» (Jn 1, 20)
En mi conducta habitual, ¿encuentro elementos de debilidad, de pereza, de flojedad? ¿Son conformes mis conversaciones al sentido humano y sobrenatural que un sacerdote debe tener? ¿Estoy atento a actuar de tal manera que en mi vida no se introduzcan particulares superficiales o frívolos? ¿Soy coherente en todas mis acciones con mi condición de sacerdote?
9. «El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cab eza» (Mt 8, 20)
¿Amo la pobreza cristiana? ¿Pongo mi corazón en Dios y estoy desapegado, interiormente, de todo lo demás? ¿Estoy dispuesto a renunciar, para servir mejor a Dios, a mis comodidades actuales, a mis proyectos personales, a mis legítimos afectos? ¿Poseo cosas superfluas, realizo gastos no necesarios o me dejo conquistar por el ansia del consumismo? ¿Hago lo posible para vivir los momentos de descanso y de vacaciones en la presencia de Dios, recordando que soy siempre y en todo lugar sacerdote, también en aquellos momentos?
10. «Has ocultado estas cosas a sabios y inteligentes, y se las has revelado a los pequeños » (Mt 11, 25)
¿Hay en mi vida pecados de soberbia: dificultades interiores, susceptibilidad, irritación, resistencia a perdonar, tendencia al desánimo, etc.? ¿Pido a Dios la virtud de la humildad?
11. «Al instante salió sangre y agua» (Jn 19, 34)
¿Tengo la convicción de que, al actuar “en la persona de Cristo” estoy directamente comprometido con el mismo cuerpo de Cristo, la Iglesia? ¿Puedo afirmar sinceramente que amo a la Iglesia y que sirvo con alegría su crecimiento, sus causas, cada uno de sus miembros, toda la humanidad?
12. «Tú eres Pedro» (Mt 16, 18)
Nihil sine Episcopo —nada sin el Obispo— decía San Ignacio de Antioquía: ¿están estas palabras en la base de mi ministerio sacerdotal? ¿He recibido dócilmente órdenes, consejos o correcciones de mi Ordinario? ¿Rezo especialmente por el Santo Padre, en plena unión con sus enseñanzas e intenciones?
13. «Que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34)
¿He vivido con diligencia la caridad al tratar con mis hermanos sacerdotes o, al contrario, me he
desinteresado de ellos por egoísmo, apatía o indiferencia? ¿He criticado a mis hermanos en el sacerdocio? ¿He estado al lado de los que sufren por enfermedad física o dolor moral? ¿Vivo la fraternidad con el fin de que nadie esté solo? ¿Trato a todos mis hermanos sacerdotes y también a los fieles laicos con la misma caridad y paciencia de Cristo?
14. «Yo soy el camino, la verdad y la vida » (Jn 14, 6)
¿Conozco en profundidad las enseñanzas de la Iglesia? ¿Las asimilo y las transmito fielmente? ¿Soy
consciente del hecho de que enseñar lo que no corresponde al Magisterio, tanto solemne como
ordinario, constituye un grave abuso, que causa daño a las almas?
15. «Vete, y en adelante, no peques más» (Jn 8, 11)
El anuncio de la Palabra de Dios ¿conduce a los fieles a los sacramentos? ¿Me confieso con regularidad y con frecuencia, conforme a mi estado y a las cosas santas que trato? ¿Celebro con generosidad el Sacramento de la Reconciliación? ¿Estoy ampliamente disponible a la dirección espiritual de los fieles dedicándoles un tiempo específico? ¿Preparo con cuidado la predicación y la catequ esis? ¿Predico con celo y con amor de Dios?
16. «Llamó a los que él quiso y vinieron junto a él » (Mc 3, 13)
¿Estoy atento a descubrir los gérmenes de vocación al sacerdocio y a la vida consagrada? ¿Me preocupo de difundir entre todos los fieles una mayor conciencia de la llamada universal a la santidad? ¿Pido a los fieles rezar por las vocaciones y por la santificación del clero?
17. «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a se rvir» (Mt 20, 28)
¿He tratado de donarme a los otros en la vida cotidiana, sirviendo evangélicamente? ¿Manifiesto la caridad del Señor también a través de las obras? ¿Veo en la Cruz la presencia de Jesucristo y el triunfo del amor? ¿Imprimo a mi cotidianidad el espíritu de servicio? ¿Considero también el ejercicio de la autoridad vinculada al oficio una forma imprescindible de servicio?
18. «Tengo sed» (Jn 19, 28)
¿He rezado y me he sacrificado verdaderamente y con generosidad por las almas que Dios me ha confiado? ¿Cumplo con mis deberes pastorales? ¿Tengo también solicitud de las almas de los fieles difuntos?
19. «¡Ahí tienes a tu hijo! ¡Ahí tienes a tu madre!» (Jn 19, 26-27)
¿Recurro lleno de esperanza a la Santa Virgen, Madre de los sacerdotes, para amar y hacer amar más a su Hijo Jesús? ¿Cultivo la piedad mariana? ¿Reservo un espacio en cada jornada al Santo Rosario? ¿Recurro a su materna intercesión en la lucha contra el demonio, la concupiscencia y la mundanidad?
20. «Padre, en tus manos pongo mi espíritu » (Lc 23, 44)
¿Soy solícito en asistir y administrar los sacramentos a los moribundos? ¿Considero en mi meditación personal, en la catequesis y en la ordinaria predicación la doctrina de la Iglesia sobre los Novísimos? ¿Pido la gracia de la perseverancia final y invito a los fieles a hacer lo mismo? ¿Ofrezco frecuentemente y con devoción los sufragios por las almas de los difuntos?

lunes, 23 de abril de 2012

Continúan los desaciertos de ISAMIS, esta vez a propósito de Jesús resucitado.

Encontramos esto en el blog isamis2012, como verán éstos continúan con sus cosas, leamos primero lo que ellos dicen y después haremos un comentario:

domingo 22 de abril de 2012
A PROPÓSITO DE JESÚS RESUCITADO
 Entonces, les abrió la inteligencia para que comprendieran la Escritura. (Lc 24,45)
El Resucitado no se rinde. Va de aparición en aparición con el fin de abrir el entendimiento para que esos hombres y mujeres asustados comprendan la Escritura. ¿Será que todos los males nos vienen por no entender la Escritura con la verdad que el Resucitado revela?
Porque de entender a entender va mucho. Y eso tiene consecuencias. Hay quien entiende la Palabra dejando intactas las motivaciones y acciones más oscuras. Un ejemplo lo tenemos en la parafernalia del señor Bush cuando en nombre de la Trinidad, invadió Irak. Hay quien se refugia en la Palabra de Dios para no dejarse tocar o afectar por la vida ni por el sufrimiento ajeno, ni por nada que moleste o cuestione sus propios planes. Es el caso de aquellos y aquellas personas de iglesia que condicionan la escucha y atención de las personas al horario establecido. Y hay quienes en nombre de cierta ortodoxia, la utilizan de manera descontextualizada para afirmarse en lo que previamente creen y organizan.
Una vez en la misa, un curita leyó aquel pasaje del evangelio donde Jesús decía: los publicanos y las prostitutas les precederán en el reino de los cielos. La afirmación no daba lugar a dudas. Sin embargo, cuando tocó comentar aquella palabra, el padrecito dijo: “claro que nos precederán las prostitutas, pero cuando se conviertan”. Sin comentarios.
Es por esta razón por la cual Lucas no deja de cuestionarnos con su evangelio. El Jesús Resucitado no se cansa de decir lo mismo. A ver si ahora todo consiste en abrir el entendimiento. Cuando la realidad pesa, es preferible no recordar. En el cristianismo es justo al revés. Como la realidad de la muerte del inocente Jesús pesaba tanto, no era posible “entenderla” sino mirando hacia atrás, en la propia historia del pueblo, en la propia historia de salvación y en los designios de Dios. Ahí el mismo Resucitado era el que enseñaba la clave para recuperar la paz de espíritu. El mismo Resucitado alentaba a la comunidad naciente a mantenerse y fundamentarse en la experiencia vivida, que mirase la historia y construyese el presente.
¿Tendrá también el Resucitado una Palabra de paz y vida para la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos? ¿Le diría que se mantuviera sin defensas y humildemente en lo que ha experimentado, visto y oído?
Publicado por ISAMIS 2012 en 11:03


Un comentario

Se diría que se trata de una “meditación” escrita por un Torres Queiruga, un Tonny Flannery o una Sandra Schneiders… (Quién no sepa, que se informe sobre estas tristes criaturas). Isamis no solo no resucita, como Jesús, renovándose, sino que se hunde más en lo de siempre que la conduce a la muerte irremediable.

En primer lugar, las ilustraciones del artículo. Es verdad que en gustos no hay nada escrito… pero ¡qué mal gusto! Un rostro feísimo e informe; después, un cuadro de tipo impresionista con mujeres y flores –este, sí, algo bonito- y un tercero bien confuso donde se notan zapatillas, celulares y otros objetos de consumo. ¿Hay que ser iniciado en Isamis para entender el sentido y el mensaje de estos cuadros o, sencillamente, se trata de asumir el caos y la arbitrariedad que sugieren?

Luego viene lo peor. Lo que está escrito. Aprovechan el acontecimiento salvífico de la resurrección para trazar mayores divisiones entre los buenos (ellos) y los malos (los demás). Pero todo insinuado, sin poner nombre a los bueyes ni cascabel al gato. Es lo de siempre.

Critican a autoridades políticas (al ex presidente Bush) y religiosas (que serían los que cumplen con horarios (?) o los que guardan la ortodoxia “para afirmarse en lo que previamente creen y organizan”. Pero si parece que desprecian a la fe católica (que hay que “creerla previamente” en lugar de inventarla a todo momento) y desprecian también la estructura de la Iglesia (que dispensa la enseñanza y organiza la pastoral). Lo que nos dicen son frases totalmente desnorteantes.

Luego reinciden en lo que alguna vez afirmaron en el blog anterior (porque éste de 2012 es una resurrección del de 2010): ¡que Jesús no quiere que las prostitutas se conviertan! Es de locos que supuestos misioneros piensen así.

Después de un esdrújulo comentario ininteligible, (leímos muchas veces ese párrafo y no lo entendimos; bueno… no somos “teólogos”) dan prueba, una vez más de su falta de fe, esperanza y caridad. Dicen “¿tendrá también el Resucitado una palabra de paz y vida para la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos?

El resucitado nos ha prodigado muchas palabras y signos de paz y de vida, pero Isamis no ha querido oír, empeñándose en la resistencia y en el orgullo, sin sacar lección de la experiencia, de lo visto y de lo oído.

Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran la Escritura”. Todo quedó claro para los primeros cristianos. La gracia, la fe y la razón se hermanaron, en la oración y la fraternidad. Pero aquí, ¿qué va?

Creemos con toda honestidad que lo que está escrito en Isamis sugiere, en sana lógica, una reacción como la que manifestamos. ¿O Será que algún chaman amazónico echará luz sobre este texto artero y, por arte de magia, hace surgir otra interpretación? Porque a los que no somos de Isamis y, en general, a los católicos sencillos, nos cuesta penetrar estas cosas dichas en lenguaje codificado e ilustradas con esos tres cuadros dispares o, mejor, disparatados.

Si eso es lo que Isamis tiene a decirnos “a propósito de Jesús resucitado”, es que para ellos el sepulcro llevó las de ganar y la Pascua no se dio.

jueves, 19 de abril de 2012

Para las no tan religiosas de Sucumbíos

Para que mediten las Carmelitas Teresianas, Anas y Lauritas que igualmente están “en situación doctrinal y pastoral grave”.

Para que medite también la CER, sus responsables: la Hermana María Eugenia Ramírez y el Padre capuchino Jesús García. Y, no les vendría nada mal, los Carmelitas Descalzos de Quito y de Ecuador.

Esperamos que el arzobispo Delegado tenga más éxito en Estados Unidos que el Visitador Apostólico, los dos Administradores Apostólicos y el Delegado Pontificio que tuvimos en Sucumbíos. Para no hablar del Nuncio Apostólico, del Prefecto de la Evangelización de los Pueblos del Vaticano y del Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

Aunque es también, como en EE UU, cuestión de tiempo…



La Santa Sede nombra al arzobispo de Seattle como «delegado» para supervisar a la Leadership Conference of Women Religious
abc / madrid
Día 19/04/2012 - 17.31h
efe

El Vaticano ha llamado al orden a las monjas de Estados Unidos y ha pedido una profunda reforma de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), la organización que agrupa a la mayoría de las órdenes religiosas femeninas de ese país, al considerar que su «situación doctrinal y pastoral es grave», informó Efe.

La Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), pretende «renovar» ese organismo, para alcanzar una «base doctrinal más sólida», informó Radio Vaticano.

Con ese objetivo, ayer se reunieron en el Vaticano el prefecto de la Congregación, el cardenal William Levada, y representantes de esa organización. En la cita analizaron un informe sobre la «LCWR», realizado por el obispo de Toledo (Ohio, Estados Unidos), Leonard Blaire.

Problemas doctrinales

El informe se refiere a la asociación y no se ocupa de la fe y de la vida de las religiosas en esos institutos, pero del mismo emergen «problemas doctrinales serios que afectan mucho a la vida consagrada».

«El informe recoge posiciones no aceptables manifestadas en las asambleas anuales de la LCWR y posiciones de disenso sobre ordenaciones sacerdotales de mujeres, acercamiento pastoral a los homosexuales y afirmaciones de feminismo radical incompatibles con la enseñanza católica».

Para lograr esa renovación, el Vaticano ha nombrado al arzobispo de Seattle, Peter Sartain, «delegado» para supervisar esa reforma.

El arzobispo informará a la Congregación, y ésta a dos dicasterios del vaticano: el de los Institutos de Vida Consagrada y el de los Obispos. «La Santa Sede espera de esta manera contribuir al futuro de la vida religiosa en Estados Unidos», precisó el Vaticano.



Miren esta fotografía: ¿El Papa está bendiciendo y acogiendo…
o más bien despidiendo y como quien dice “¡váyanse, corríjanse
y vuelvan después!”? En todo caso les está esperando.

martes, 17 de abril de 2012

Corazones de Piedra

A propósito de unos comentarios de un cierto blog

PUERTAS CERRADAS son las que tienen los corazones de los pocos náufragos de Isamis que todavía persisten en su utopía.

El pobre resultado de cuarenta años no hace que se abran esas puertas. Las llamadas de atención del Magisterio pontificio y latinoamericano, tampoco. El informe del Visitador Apostólico, tampoco. La carta del cardenal Días (“el nuevo Administrador Apostólico tendrá que organizar el Vicariato e implantar de manera diferente todo el trabajo pastoral”), tampoco. La novedad de la evangelización de los misioneros heraldos, tampoco. El resultado de las encuestas de opinión y las manifestaciones públicas, tampoco. El retiro de los seis carmelitas rebeldes a pedido del propio Santo Padre, tampoco. La labor de los nuevos sacerdotes venidos de otras diócesis del Ecuador, tampoco. La paciencia y las advertencias de Mons. Mietto, tampoco.

Nada los hace recapacitar. Puertas cerradas y corazones de piedra.

Ahora critican que “se cuide en exceso los espacios sagrados” y el temor al patriarcalismo, a la espiritualidad y a la obediencia. Concluyen en su lógica… ilógica: “no necesitamos abrir puertas”.

Pues que se queden en su aislamiento y en su fracaso, al contrario de los apóstoles que fueron heraldos del Evangelio: salieron del cenáculo y fueron por todo el mundo a anunciar la buena nueva, el don de Dios: bautismo, Eucaristía, perdón de los pecados y todos los tesoros de la Iglesia jerárquica y sacramental, riqueza de los pobres y de los sencillos.

Una precisión, un detalle: el Resucitado no es un “asesinado” sino una víctima que se entregó a la muerte en obediencia al Padre y por amor a los hombres.

La obediencia y el amor van juntos. La rebelión y el odio, también.

miércoles, 11 de abril de 2012

En Semana Santa: ¡Cuántos disparates en menos de cuatro líneas!

“Cada Semana Santa nos recuerda que la lucha de toda una vida termina por un triunfo definitivo. Dejemos de un lado muchas devociones y sacrificios que nos desvían del verdadero sentido de la muerte de Jesús: Jesús murió por fidelidad a su misión, es decir la solidaridad con los pobres para construir el Reino”

P. Pedro Pierre, El Telégrafo (Ecuador), Miércoles Santo 2012. Artículo “Sacar vida hasta de la muerte”.

¡Cuántos disparates en menos de cuatro líneas! ¿Son escritos por un periodista más? No. Son escritos por un sacerdote que se dice católico, aunque la fe que profesa y la vida que lleva no es propia de un ministro de la Iglesia.

Los ecuatorianos sabemos bien que cada Semana Santa no nos recuerda que “la lucha de toda vida termina por un triunfo definitivo”. Eso equivale a menospreciar la vida de Jesús que no se la debe equiparar a la vida de lucha de cualquier guerrillero, bandido o quijote. Sabemos que la vida de Jesús, sí, termina en un triunfo; no “toda una vida”… de cualquier luchador.

Ojo: un “sacerdote” nos invita, en plena Semana Santa, a dejar “devociones (“muchas devociones” escribe) y sacrificios”. Sí, hemos leído bien. El Padre Pierre quiere que trillemos los caminos pantanosos que él transita, ajenos a la piedad y al sacrificio. No gracias.

El verdadero sentido de la muerte de Jesús es este: en obediencia al Padre, se entrega a la muerte para redimir al género humano y abrirnos las puertas del cielo. El resto es folclore o herejía, propia de gente sin fe.

Padre Pierre: deje de lado la pluma de escritor, póngase una pluma en la cabeza y rinda culto a la madre tierra o a otro ídolo negro o indígena. Deje de ofender a Jesús muerto y resucitado.

En su artículo, a manera de conclusión, escribe “la lección es: apostemos en nuestra capacidad de transformar la debilidad en fortaleza, el miedo en valentía (…)”.

No Padre Pierre, no apostemos “en nuestra capacidad”. Apostemos en la fuerza de Dios, en la gracia divina, que brota de la cruz y de la resurrección.


martes, 10 de abril de 2012

Visita de Mons. Paolo Mietto a la parroquia Jesús resucitado

La versión de ISAMIS de las cosas, qué es “diálogo” para ellos, y las muestras que dan de no corregirse o de aprender algo nuevo

El “dialogo abierto” que tuvo que escuchar Monseñor Mietto… “escuchar”, dicen, por lo tanto no fue un diálogo, fue un monólogo, sobre la labor de Isamis desde el año 90, “incluida la participación de los compañeros indígenas”, como si estos fueran aves raras y no hicieran parte con pleno derecho de la comunidad.

Dicen que contaban con un “parroco” hasta la llegada de los heraldos, lo que es una mentira por todos comprobada, ya que estaban abandonados de sacerdotes; aparecía muy de vez en cuando el Padre Pinos, el Padre Usca, hasta el Padre Pierre, y no precisamente para celebrar la Misa o para confesarles.

Se jactan de un “trabajo social y organizativo” y del “saneamiento ambiental” en el sector, pero no de una labor catequética y sacramental, que es lo que se impone en una parroquia de verdad. ¿Le informaron de la conducta delictiva de Silvio Cumbicus?

La “gigantografía” sobre la obra de Monseñor Gonzalo se la podrían haber ahorrado a Mons. Mietto que la conoce de sobra, siendo Sucumbíos vecino de Napo.

Los Heraldos sí visitaron a las comunidades de la Zona Norte y coordinaron con ellas un trabajo pastoral que fue cortado cuando tuvieron que dejar el Vicariato, después de las zanjas, las cadenas, los candados y los intentos (vanos) del P. Pinos y de la gente de la COIM de quitar la autoridad a la Sra. Mariana, responsable por mandato popular y democrático (ya que ese es el argumento que pesa en isamis) del equipo misionero.

La nota del blog de Isamis concluye dando consejos, para no decir órdenes, a Mons. Mietto, en lugar de disponerse a escucharlo y de aprender de él, pues, les guste o no, es el nuevo pastor que les mandó el Vaticano. Pero estas “ovejas” descarriadas son irreductibles: quieren que se les reconozca tal cual son y además desconocen la labor de lo que llaman “Padres Colaboradores” a los que consideran intrusos y heraldos sin botas.

Que al otro grupo se le ayude formándole ya que algunos son nuevos”. Isamis da lecciones al nuevo Obispo.

¡Oigan la oración de Monseñor Mietto al concluir el Via Crucis del Viernes Santo!

Cuanto al “rico refrigerio” ofrecido, dudamos de su exquisitez, y pensamos que le habrá caído muy mal al Obispo, después de esos feos momentos de “diálogo abierto” en que al pobre administrador apostólico no le quedó más remedio que “escuchar”. Lo de siempre.

viernes, 6 de abril de 2012

El Papa denuncia la «desobediencia organizada» de algunos curas

Veamos esta noticia, quizás nos venga a la memoria ciertos elementos del clero de Isamis, la noticia habla por sí, leamos:


El Papa denuncia la «desobediencia organizada» de algunos curas y el «analfabetismo religioso»

"¿La desobediencia es un camino para renovar la Iglesia? se pregunta ante más de 10.000 feligreses y 1.600 entre cardenales, obispos y sacerdotes.

El papa Benedicto XVI dijo hoy que la situación actual de la Iglesia es muchas veces "dramática", reiteró el "no" al sacerdocio femenino y denunció la "desobediencia organizada" que propugna un grupo de curas europeos para renovar la institución y el "analfabetismo religioso" de la sociedad.

Ante más de diez mil personas, 1.600 de ellas entre cardenales, obispos y sacerdotes, el pontífice ofició en la basílica de San Pedro del Vaticano la Misa Crismal, que abre el Triduo Pascual, centro y culmen del Año Litúrgico.

Esta misa se celebra el Jueves Santo, día en que se conmemora la institución del sacramento del orden sacerdotal por Jesucristo durante la Última Cena.

Así, dirigiéndose a los sacerdotes, el papa recordó el momento de la ordenación sacerdotal y se preguntó si de verdad "son hombres que obran partiendo de Dios y en comunión con Jesucristo" y si sus vidas corresponden con esa consagración.

Benedicto XVI dijo que el sacerdocio exige renunciar a "aquello que es solamente nuestro" y ponerse a disposición de los otros, de Cristo, y se preguntó cómo debe realizarse "en la situación a menudo dramática de la Iglesia de hoy".

A este respecto, denunció que recientemente, un grupo de sacerdotes europeos ha publicado "una llamada a la desobediencia, aportando ejemplos concretos de cómo se puede expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio, como la ordenación sacerdotal de las mujeres".

El papa se refería a los 300 párrocos austríacos que han puesto en marcha por internet la iniciativa "Una llamada a la desobediencia", con la que exigen reformas, como permitir el sacerdocio femenino y el de hombres casados.

El pontífice, de casi 85 años, señaló que esos curas pretenden desobedecer cuestiones como la de la ordenación de las mujeres, "sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto".

El papa teólogo agregó que "queremos creer" que invocan la desobediencia con la creencia de que así se renueva la Iglesia, "convencidos de que se debe afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos".

"¿Pero la desobediencia es un camino para renovar la Iglesia?, se preguntó el papa, que agregó que tal vez no es otra cosa "que sólo el afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas".

Benedicto XVI señaló que Cristo ha corregido "las tradiciones humanas que amenazaban con sofocar la palabra y la voluntad de Dios" y lo ha hecho "para despertar nuevamente la obediencia a la verdadera voluntad de Dios, a su palabra siempre válida".

"A Él le preocupaba precisamente la verdadera obediencia, frente al arbitrio del hombre", subrayó el papa, que aseguró que con la obediencia "no se defiende el inmovilismo ni el agarrotamiento de la tradición y que ello se puede ver en la historia de la época postconciliar (del Concilio Vaticano).

Estos años, destacó, han sido de "dinamismo", de verdadera renovación, que muestran la inagotable vivacidad de la Iglesia.

"No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la que somos servidores", puntualizó.

Benedicto XVI también exhortó a los sacerdotes a la enseñanza, señalando que existe "un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente".

"Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos", denunció el papa, que exhortó a leer la Sagrada Escritura, "que nunca leeremos y meditaremos suficientemente".

Durante la misa los sacerdotes renovaron las promesas de pobreza, castidad y obediencia y Benedicto XVI bendijo el Óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el crisma (aceite y bálsamos mezclados), que le fueron presentados en tres grandes jarras de plata.

Estos óleos son bendecidos el Jueves Santo por los obispos y se utilizan para ungir a los que se bautizan, a los que se confirman y para la ordenación sacerdotal. El rito se celebra en todas las catedrales del mundo.

El papa se trasladará esta tarde de Jueves Santo a la basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, para celebrar la misa de la Última Cena, en la que tradicionalmente lava los pies a doce presbíteros.

domingo, 1 de abril de 2012

Otro “teólogo” del gusto de isamis

Esta vez, el “teólogo” no es catalán, es gallego, pero igualmente hereje y del gusto de isamis, fue condenado por la Conferencia Episcopal Española por presentar en sus escritos elementos de la fe distorsionados, se trata del Profesor Andrés Torres Queiruga.


A pesar de lucir una elegante corbata de seda y un aire tan mundano, es clérigo. 

A TRAVÉS DE SU COMISIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
La Conferencia Episcopal publica una nota sobre los errores doctrinales del teólogo Torres Queiruga

La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, tras la preceptiva aprobación de la Comisión Permanente, ha hecho pública este viernes, 30 de marzo, una «Notificación sobre algunas obras del Profesor Andrés Torres Queiruga». Los obispos recuerdan que «es necesario profesar la fe de la Iglesia según la interpretación constante que Ésta ha mantenido» y explican los elementos de la fe que quedan distorsionados en los escritos del profesor Torres Queiruga. 30/03/12 3:04 PM 

(CEE) El texto comienza informando de que “en repetidas ocasiones han llegado a la Conferencia Episcopal Española consultas sobre la conformidad de los escritos del Prof. Rvdo. D. Andrés Torres Queiruga con la enseñanza de la Iglesia Católica. Tras un estudio de su abundante producción literaria, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha mantenido un diálogo extenso y detenido con el Autor, después del cual ha considerado necesario ofrecer una clarificación sobre su pensamiento teológico, tomando como referencia algunas de sus obras dedicadas a la Revelación, al diálogo de las Religiones, y a la Resurrección”.

En la Notificación se afirma que “un rasgo característico de los escritos del Profesor Torres Queiruga es lapreocupación por repensar la enseñanza tradicional de la iglesia con un doble propósito: mostrar de modo comprensible para el hombre de hoy en qué consiste la experiencia de la que habla el anuncio cristiano y expresan las formulaciones de la fe; y presentar una imagen de Dios que, en lugar de suscitar miedo, permita reconocerlo como todo amor, y una imagen del cristianismo que le permita no ser excluido del diálogo cultural y religioso”. Los obispos reconocen que tal preocupación es “sin duda, loable, pero habría de realizarse siempre sin reducir la fe cristiana a las categorías de la cultura dominante que pudieran eliminar u oscurecer la novedad introducida por la Encarnación del Hijo de Dios”.

La Notificación trata cuestiones como el llamado “nuevo paradigma” que propone el profesor Torres Queiruga, “según el cual una noción correcta de creación debe respetar y fundar la autonomía de las leyes de la naturaleza, pues no sería necesario aceptar ya intervenciones puntuales de Dios en el mundo”; algunos problemas referentes a la Revelación; la perspectiva del llamado “pluralismo asimétrico”, que el autor utiliza para comprender la relación del cristianismo con las otras religiones; la interpretación que propone de la resurrección de Jesucristo y determinados problemas de escatología.

Los obispos alientan la tarea de los teólogos y valoran “profundamente el empeño por comunicar la Palabra de Dios respondiendo a las inquietudes de nuestro tiempo”. Recuerdan también que “es necesario profesar la fe de la Iglesia según la interpretación constante que Ésta ha mantenido” y explican los elementos de la fe que quedan distorsionados en los escritos del profesor Torres Queiruga, que, en síntesis, son los siguientes:
  • La clara distinción entre el mundo y el Creador, y la posibilidad de que Dios intervenga en la historia y en el mundo más allá de las leyes que Él mismo ha establecido. 
  • La novedad de la vida en el Espíritu que Cristo nos alcanza, con la consiguiente distinción entre naturaleza y gracia, entre creación y salvación. Así como, la necesidad de la gracia sobrenatural para alcanzar el fin último del hombre. 
  • El carácter indeducible de la Revelación, mediante la cual Dios ha dado a conocer al hombre su designio salvífico, eligiendo a un pueblo y enviado a su Hijo al mundo. 
  • La unicidad y universalidad de la Mediación salvífica de Cristo y de la Iglesia. 
  • El realismo de la resurrección de Jesucristo, en cuanto acontecimiento histórico (milagroso) y trascendente. 
  • El sentido genuino de la oración de petición, así como el valor de la intercesión y mediación de la Iglesia en su oración por los difuntos, especialmente en la Eucaristía. 
  • La distinción real entre el momento de la muerte personal y el de la Parusía, entendida ésta como culminación y plenitud de la Historia y del mundo. 
La Notificación concluye recordando que “la Comisión para la Doctrina de la Fe quieresalvaguardar aspectos esenciales de la doctrina de la Iglesia para evitar la confusión en el Pueblo de Dios y contribuir al fortalecimiento de su vida cristiana” y señala que “espera igualmente que el Prof. A. Torres Queiruga siga clarificando su pensamiento y lo ponga en plena consonancia con la tradición de fe autorizadamente enseñada por el Magisterio de la Iglesia”.