Llevaron a la rana a una casa grande donde
había muchas ollas de barro que esperaban sobre un horno industrial con las
hornillas prendidas. Le dijeron que en cada una de estas ollas había ranas como
ella y que estaban muy felices. La pusieron, sola, en una de estas ollas.
Con el tiempo subió la temperatura del
agua. Entonces le dijeron que era normal y que todo era científicamente
controlado. Hasta le pusieron música de la última moda en inglés. Luego,
después de que subiera más la temperatura, le trajeron un televisor plasma 3D
de última generación para que viera películas, unas de guerras y otras de sexo.
¡Fue espectacular!
Otro día la sacaron del agua y le dijeron
que, como era una de las ranas más educadas y solidarias, le dijeron que le
iban a sacar un riñón porque lo necesitaba una de sus vecinas enferma. Por aceptar
les regalaron una tableta con tecnología de punta. Mientras tanto, seguía
subiendo la temperatura del agua, pero estaba segura que sus benefactores
hacían lo mejor para ella.
Otro día le sacaron un ojo… y le dieron un
lindo diploma y hasta la imagen de un santo muy milagroso para que le rezara y,
en caso de necesidad, lo invocara para que la auxiliara de cualquier peligro. Y
la temperatura seguía subiendo: el agua casi hervía. Pero la rana Victoria,
obediente, seguía aguantando.
Otra vez vinieron para avisarle que le iban
a quitar el corazón y sustituirlo por uno artificial, ya que se necesitaba el
suyo para regalarlo al hijo de un magnate de la telefonía de la 5ª generación.
Él mismo le regaló un teléfono recién salido al mercado: ¡una maravilla! Le dijeron
también que si llegase a morir -lo que era casi matemáticamente imposible- iría
a un lugar de más felicidad, acompañada por el santo que le había regalado.
Hasta un padrecito le dio la bendición. Pero, en contra de todos los
pronósticos, la rana Victoria murió.
Moraleja: ¿No será esta historia de la rana
Victoria la realidad de muchísima gente alrededor nuestro y, a veces, de
nosotros mismos? Nos aíslan de los demás. Nos meten en un mundo prefabricado
por otros y para el beneficio de ellos. Nos hacen pensar que somos los más
felices. Vivimos en un infierno que llaman paraíso. Aguantamos sufrimientos que
llaman ‘normales’… hasta que nos quitan la vida por pedazos y hasta del todo…
porque poco a poco nos hemos acostumbrado a la mediocridad. ¿Cuándo vamos a
despertar?
Por eso es que el papa Francisco es tan
duro con el sistema que no rodea, que piensa por nosotros y nos dice cómo hay
que vivir… Y no nos damos cuenta de que somos puros muñecos en manos de los que
se hacen llamar nuestros benefactores, malditos, hasta la eternidad.
Un intento de interpretación… a falta de
un Lombardi
La historieta de la rana Victoria es de una
estupidez garrafal, llena de indirectas maliciosas al servicio de una ideología
bien precisa y en ristre contra otra.
En primer lugar, da entender que la
civilización y el progreso son necesariamente malos y que no hay nada mejor que
una laguna en un páramo con aguas tranquilas y belleza natural (como si el
trabajo humano no sublimase la creación –ese es el tema, precisamente, de la audiencia
pública del miércoles 19 de agosto del Papa Francisco en la plaza de San Pedro).
En segundo lugar, es curioso que la música
que pusieron los enemigos de la rana del Padre Pierre para que escuchase era
“en inglés”…. Una música rusa o cubana ¿hubiera sigo mejor o peor para la rana
en apuros? Seguro que las músicas lúgubres del Gulag o de La Cabaña la habrían
matado de una vez, antes que se hierva o se frite la cacerola.
En tercer lugar, si es verdad que el autor
del panfleto desaprueba las películas de guerra o de sexo –eso da a entender-
no tiene más que asumir su sacerdocio y predicar la integridad moral y ponerse
a confesar y a exorcizar a los afectados por el pecado… cosa que nunca haría
PPP, entre otras razones, porque no tiene integridad moral.
En cuarto lugar, se comprende que PPP
critique la tecnología sofisticada que brota del ingenio humano: teléfonos
inteligentes, televisión plasma de última generación, tableta de punta, etc. Su
modelo de vida es la barbarie tribal, con todos los desórdenes que cargan los
selvícolas a los que hay que iluminar con la luz del Evangelio de Cristo y no
con El Capital de Marx o con teorías filosóficas postmodernas, impregnadas de sin
razón y de ignorancia.
En quinto lugar, el panfletario arremete,
bromeando, contra la piedad popular y las devociones ancestrales de nuestra
Iglesia como la de Santa Lucía, que es la patrona de las enfermedades de los
ojos… PPP no cree en los poderes de intercesión que tienen los santos. Esto no
está dicho pero, para quien sabe leer, está sugerido. Para él, los santos verdaderos
son gente como Fidel Castro o Hugo Chávez; eso sí lo ha dicho.
En sexto lugar, PPP desprestigia
sibilinamente una de las virtudes más excelsas de la vida cristiana: la
obediencia. “Pero la rana Victoria, obediente, seguía aguantando”. Por lo visto
su rana no es partidaria de la rebelión como lo es él, que esgrime esa bandera,
al igual que su guía, Lucifer.
En séptimo lugar, en su historieta no solo niega
el valor de la intercesión de los santos, sino que también niega la existencia
del cielo y el valor de los sacramentos como el de la confesión, la unción de
los enfermos o la simple bendición. La pobre rana Victoria (¿por qué ese nombre
si acabará fracasando en su cuento?) la pobre rana es más católica que el sacerdote
apóstata.
En octavo lugar, PPP, cual profeta despistado,
dice “nos hemos acostumbrado a la mediocridad ¿cuándo vamos a despertar?”. Este
ciego no quiere ver lo que salta a los ojos: que el pueblo ecuatoriano de todos
los horizontes se está despertando: derecha, izquierda, indígenas; y lo mismo
el pueblo brasileño, y el venezolano, etc. Solo él no se despierta; por eso,
desde las profundidades de su somnolencia, nos cuenta estas pesadillas
ridículas y venenosas.
En noveno lugar, es inadmisible que este
panfletario cite al papa Francisco como si fuese su aliado en los disparates
que publica. “Por eso es que el papa Francisco es tan duro con el sistema que
no rodea, que piensa por nosotros y nos dice cómo hay que vivir…”. Diciendo
esto, PPP toma aires de haber descubierto la redondez de la tierra. El papa
Francisco, que con su buen corazón hubiera salvado a la rana Victoria de la
muerte, no acudirá nunca a refrendar las afirmaciones tortuosas de este
columnista. Es una lástima que PPP no tenga un Padre Lombardi para que nos
explique claramente el fondo del pensamiento que emana de su pobre mente…
En décimo y último lugar, hay que decir que
en el último párrafo de su artículo muestra el veneno por entero: “no nos damos
cuenta –dice- de que somos puros muñecos en manos de los que se hacen llamar
nuestros benefactores, malditos, hasta la eternidad. (O)”. PPP se considera un
muñeco -y no un ser racional, en eso se aproxima de la verdad- dirigido por no
se sabe qué “benefactores” a los que les desea, ni más ni menos, que el
inferno: “malditos hasta la eternidad”!
Si para este columnista cuentero no existe el
cielo, ni los santos, ni el sacerdocio ministerial, existe, sí, el infierno (eso
es ser maldito por toda la eternidad)… rumbo al cual él se encamina a pasos
rápidos. La rana Victoria, por no tener alma inmortal, acabó su existencia sin
pena ni gloria. Pero al ideólogo ingenioso que nos ocupa, le espera un juicio y
un destino eterno. ¿Cuál será? El tiempo o, más bien, la eternidad, lo dirá.
La moraleja de estas líneas es que más vale
pensar en cosas serias y eternas que en infantilidades del tipo de la rana
Victoria.
Post scriptum:
Las mujeres indígenas alzan la voz en
las protestas en Ecuador
Una nueva manifestación contra el Gobierno
recordó las agresiones que los pueblos originarios han sufrido desde el dos de
agosto. http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/20/actualidad/1440044925_098946.html
Pero…
PPP está preocupado con su rana.
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