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Los católicos tienen el deber (y la posibilidad) de informarse bien sobre lo que el Papa realmente dice
26.09.2013
Por Sebastián
Correa
Existe un antiguo
proverbio italiano que dice «traduttore, traditore», que podríamos
traducir literalmente al español como "traductor, traidor",
aunque su sentido más propio se expresaría con la idea de que la
"traducción traiciona" o la "traducción puede ser
traicionera".
Este proverbio ha cobrado gran
autoridad en estos últimos días debido a las diferentes
"traducciones" que se han hecho a partir de las palabras
del Santo Padre aparecidas en las últimas semanas: Curiosos
clarividentes y magos del lenguaje escondido dicen ver en las
palabras del Papa Francisco -en sus distintas entrevistas—
información que ha suscitado titulares tales como: "El Papa
creará una mujer Cardenal" o "El Papa se abre al
matrimonio homosexual y al sacerdocio femenino". Muchos
titulares como estos han recorrido el globo llegando a los ojos de
millones de personas a la velocidad de un twitter o de un "compartir"
en Facebook.
Es increíble la aparente autoridad con que
aquellos clarividentes afirman, como tema ya resuelto, lo que el Papa
habría querido decir en dichas entrevistas. Si el Papa pregunta a
los periodistas: "¿quién soy yo para juzgar a una persona
homosexual?", estos magos del pensamiento deducen que el Papa
apoyará el matrimonio homosexual. Si el Papa dice: "Es
necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más
incisiva en la Iglesia", ellos concluyen que el Santo Padre
apoyará el sacerdocio femenino. En fin, los ejemplos son
interminables.
Algunos católicos, angustiados por las
constantes y malintencionadas "traducciones" de lo que dice
el Papa, han comenzado una búsqueda asidua de palabras o actos del
Pontífice que puedan desmentir aquellas tendenciosas noticiuchas.
Así es como ha circulado en los últimos días la noticia de la
triste y lamentable excomunión -por parte de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, y por tanto, con la aprobación del Papa
Francisco- de un sacerdote australiano, quien defendía las uniones
homosexuales y el sacerdocio femenino, y que desobedeció a la
prohibición de seguir ejerciendo su ministerio. Pero, ¿será este
el medio adecuado para responder a los «traduttore,
traditore»?
Hoy todos los católicos tenemos acceso
a las palabras del Papa. No podemos afirmar que nos enteramos de
cosas que el Papa dijo por la prensa secular y a la vez, afirmar que
nos es imposible llegar a las palabras oficiales dichas por el
Papa.
Los medios de comunicación vaticanos (el
Centro Televisivo Vaticano, Radio Vaticana, la oficina de prensa de
la Santa Sede, los Servicios Informativos del Vaticano, L'Osservatore
Romano, etc.) están realizando un gran esfuerzo por llevar, en
"tiempo real", las palabras del Obispo de Roma a todos los
rincones del mundo. Igual esfuerzo realizan los medios de prensa
católicos que reproducen las palabras íntegras del Santo
Padre.
Los católicos, pues, no podemos darnos el
lujo de no estar bien informados. Si alguien me comenta
"supiste que el Papa va a...", o "viste en la
televisión que dijeron que el Papa iba a...", no puedo
conformarme con esa información. Nada me distinguiría de ser un
chismoso de pasillo, o un sensacionalista que busca más el
espectáculo que el bien y la verdad objetiva. Hoy "yo sí
puedo" acceder a las palabras del Papa. Nada me lo impide. La
Iglesia necesita que difundamos la verdad. Y si yo puedo y la Iglesia
lo necesita, entonces debo hacerlo.
No estar
informados es un privilegio que los católicos no podemos
concedernos, particularmente ahora que la información es de muy
fácil acceso: debo informarme bien y debo difundir la verdad. Al
mal se responde con el bien. No seamos "intérpretes" del
Santo Padre, pues el «traduttore, traditore» también puede
aplicarse a nosotros; más bien seamos testigos y difusores de las
palabras de un hombre que busca, por todos los medios, anunciar a
Aquel que es la Verdad.