La teología de la
liberación tiene un léxico propio, con sus evidencias y sus sobreentendidos.
En este pequeño
artículo del blog de Isamis, donde se mezclan verdades y errores junto con la
permanente jactancia e impenitencia que es parte de su bagaje
intelecto-espiritual, se asimila la palabra liberación a santificación, dos
conceptos cercanos pero bastante distintos. Al menos en la mente de la gente
normal.
Tanto Pedro como
Pablo se liberaron de errores para abrazar verdades. Mejor, para abrazar la
Verdad. No por eso San Pedro pasó a equiparar la pureza a la impureza, ni San
Pablo adquirió una nueva concepción de género, de etnia, de libertad, de
cultura o de condiciones (?) ¡Estamos en los inicios de la era cristiana y no
en el siglo XXI!
Isamis dice que ambos
“tuvieron que APRENDER mientras se llenaban los pies de lodo en el seguimiento
de Jesús”. Lenguaje isamita al 100 %. Esta afirmación insinúa, casi que
declara, que los católicos tenemos que salir de la Iglesia y entrar en otro
molde donde se es connatural con los pies descalzos y sucios (enlodados)…
cuando el seguimiento de Jesús purifica los pies y hace que cada pisada sea una
siembra de estrellas. ¡Que se queden ellos con su lodo!
Los dos apóstoles no
dejaron su condición de judíos, la sublimaron.
La amistad con Cristo
no los llevó a liberarse y a liberar a los demás sino a santificarse y a
santificar a los demás. En términos bíblicos, llevó a uno a apacentar al rebaño
y a otro a librar el buen combate ¿De qué Evangelio son heraldos los isamitas?
Cuanto a la “extraña
tarea de DESAPRENDER para APRENDER”, es la que han tentado hacer con tanto
perjuicio en Sucumbíos. Desaprendieron sobre la fe, la liturgia, los
sacramentos, la piedad, el derecho canónico, la pastoral, etc. y se lanzaron en
una utopía muy dañosa, irrealizada e irrealizable.
Llegan a interpretar
la enseñanza de Evangelium Gaudium en el sentido de dinamitar la Iglesia. Ahora
pretenden ser portavoces del Vaticano cuando ayer marchaban en Lago Agrio en su
contra.
Hacemos una oración
por el eterno descanso del Padre Jesús Arroyo. Aún no ha resucitado, descansa a
la espera de esa hora. En el artículo ya lo canonizan y hasta lo resucitan (?).
Si consideran que
vivió tan “entrañablemente su amor al Carmelo”, hubiera sido oportuno que le
pongan su condición de fraile y no llamarlo irrespetuosamente “Jesús Arroyo”.
Aquí va el artículo de isamis. No recomendado: