La muerte de Monseñor Luna ha sido ocasión de numerosos
pronunciamientos, algunos muy poco felices por el tono politizado e ideológico
que no honran su memoria y que perturban la paz a su tumba.
Es indiscutible que Monseñor Luna tuvo una línea
progresista y que fue coherente con ella. Pero hay que reconocer que su cultura
y su savoir faire lo dejan muy a distancia de mucho demagogo que ahora quiere
recuperar su figura para favorecer posturas ideológicas y políticas que hoy están
en franco declive. En Ecuador y en el mundo.
Esto escribe, por ejemplo, Anastasio Gallego en Religión
Digital "...Se nos va, se nos fue apagando una estrella que pobló un
tiempo el firmamento eclesial ecuatoriano. El cardenal Pablo Muñoz Vega,
Monseñor Leonidas Proaño, Monseñor Víctor Garaigordovil, Monseñor Jesús
Martínez Ezquerecocha, Monseñor César Antonio Mosquera, Monseñor Ernesto
Álvarez, Monseñor Gonzalo López Marañón. Una verdadera constelación que vivió
el Concilio, Medellín, Puebla. Otras se nos están apagando y el firmamento está
quedando casi a oscuras. Menos mal que comienza a brillar alguna que otra..."