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viernes, 25 de septiembre de 2015

La justa voz de los pobres y de las víctimas, y la jactanciosa voz de los opresores y victimarios

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Julio Parilla ha sido muy ponderado en su artículo.

A propósito de una fotografía en que se constata la miseria de la pobre gente colombiana que tiene que salir de Venezuela en situaciones tan críticas teje comentarios  más que razonables:
Colombianos deportados desde Venezuela cargansus pertenencias y las llevan a través del río Táchira
La fotografía de este éxodo indigno evoca otros horrores con los cuales el presidente Maduro se quiere justificar: el terrible desplazamiento de miles de migrantes y refugiados que llegan a las costas de la Unión Europea buscando mejores condiciones de vida o, simplemente, huyendo de la muerte. Tras la deportación de los pobres colombianos queda una estela de crueldad: el maltrato de personas, niños y ancianos incluidos, la destrucción de viviendas, la incautación de negocios y los infinitos abusos sobre gentes indefensas. ¡Y todo para encubrir los propios problemas, la propia incapacidad para gestionar el país!

Hacia el fin del artículo, el Obispo de Riobamba  concluye: “Más allá de los intereses de la política están las personas: su dignidad, derechos y libertades… Algo que no se compadece con esa visión inhumana de colombianos pobres y descartados”.

Pues bien, la embajadora venezolana en Ecuador pone el grito en el cielo y llama al Obispo Parrilla de inquisidor y elogia al gobierno “más que maduro” (entiéndase…) de Venezuela, al que llama de “cristiano y socialista”, lo que es una contradicción en los términos según la doctrina social de la Iglesia. Pero esta “diplomática” nada sabe de asuntos de Iglesia ni, por lo visto, de diplomacia.

Como lo ha proclamado su jefe, la embajadora propone que se establezca “una Nueva frontera de Paz”, ilusión utópica de un gobierno que se enreda más y más en conflictos y guerras internas y externas, y todo por seguir dócilmente las consignas castristas impuestas por dictadores cubanos.

De Chávez, que tanto criticó y persiguió a la Iglesia, llega a decir que “nos enseñó a ver en los ojos de los excluidos a nuestro Señor Jesucristo”.  ¿Quién va a creer que Nicolás Maduro ve en los ojos de los pobres colombianos desterrados o en los de los excluidos Leopoldo López y Corina Machado a Nuestro Señor Jesucristo?

Definitivamente, en Venezuela las cosas están más que maduras… están podridas.

Vale la pena ver los respectivos artículos. El del Obispo de Riobamba (¡gracias a Dios estamos lejos de los tempos de Proaños!): http://www.elcomercio.com/opinion/pobres-apaleados-venezuela-frontera-monsenorjulioparrilla.html

Y el del régimen “más que maduro” que fue publicado, evidentemente, en El Telégrafo… http://www.telegrafo.com.ec/mundo/item/contestacion-a-monsenor-julio-parrilla.html


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