Humillante
EL TELÉGRAFO -
GUAYAQUIL
pedro.pierre@telegrafo.com.ec
Es el calificativo que cayó, claro y tajante, al final de una
conversación con una amiga ecuatoriana que me contaba el resultado de una
entrevista en el consulado francés de Quito. Quería visitar Francia. Guía
profesional en su hermoso país, orgullosa de su origen indígena, acompaña
principalmente a turistas franceses para que conozcan y aprecien el Ecuador,
entiendan y saboreen la cosmovisión andina.
“Es humillante” terminó diciendo y no iría a ver la respuesta. ¡Qué
conclusión tan dolorosa!, tanto para ecuatorianos que estiman la Francia como
para franceses que amamos al país donde nacimos y que hemos sido acogidos en
Ecuador como unos hijos más. Lastimosamente es la realidad que he escuchado
comentar varias veces y que he comprobado personalmente.
Los ecuatorianos no merecen ese trato. Nos maravillamos de las
incontables bellezas de sus paisajes, nos sorprendemos de la acogida y el
compartir de sus habitantes, nos embarga para largo tiempo la ternura de sus
abrazos tan calurosos. ¿Cómo devolver algo de los regalos que nos brindan tan
naturalmente? Sin hablar de las deudas que tenemos, los países europeos, por el
saqueo a sangre y fuego, de sus riquezas minerales y culturales, y hoy de su
mano de obra barata y esclava en tierra europea. La industrialización y el
bienestar de Europa se han construido y se siguen construyendo todavía sobre el
despojo inmisericorde de América Latina y el maltrato a sus habitantes.
“Es humillante”. Semejante atropello nos hace ver que el colonialismo,
el racismo y el imperialismo siguen vigentes y campantes. ¿Dónde está el lema
de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, cuna de los
derechos ciudadanos y humanos? ¡París, ciudad luz por su cultura humanista! ¡El
francés, la lengua del amor!
Te pido perdón, amiga ecuatoriana, y a través de ti a todas y todos los
ecuatorianos que se han sentido humillados en los consulados del Ecuador. Las
fronteras se han construido por la mezquindad y maldad humanas. Todas y todos
somos ciudadanos con iguales y plenos derechos de la aldea global que es
nuestro planeta. La misma sangre corre en nuestras venas… en “las venas
abiertas de América Latina”, y ahora en las venas abiertas de Europa.
San Pablo escribía que todos somos extranjeros y que todo lo tenemos
prestado, porque existimos para constituirnos hermanas y hermanos y trabajar a
la fraternidad sin frontera, enriqueciéndonos de nuestras diferencias. Hoy más
que nunca necesitamos ayudarnos, porque ser humano es ser amigo.
¡Las cosas que escribe un padre!
Además, en su enredo literario se contradice, pues nos dice que “San Pablo escribía que somos todos extranjeros”, pero él (Pedro Pierre) afirma que somos “ciudadanos de la aldea global que es nuestro planeta”.
Es que cuando no se asume el carisma sacerdotal (¿tuvo vocación alguna vez o se metió de cura para hacer daño?) y se quiere ser periodista o agitador social, se hace un muy triste papel.
Así, el Padre Pierre se nos presenta como siendo de la camarilla de la “prensa corrupta” (como diría el economista Rafael Correa) y un activista político más de cierto partido político.
Por otro lado, no deja de ser un tanto desagradable en la boca de un sacerdote (que debe asumir la castidad y apartarse de las ocasiones) esa referencia a “la ternura de abrazos tan calurosos” de ecuatorianos/as y la repetida referencia a una “amiga ecuatoriana”.
Es “humillante”, como el título de su artículo, bochornoso y vil, que un clérigo abandone su ministerio específico (es lo que hacen los de ISAMIS que son contra el sacerdocio ordenado y a favor de una iglesia ministerial y laical) para escribir disparates y asumir papeles que no le competen y tan diversos como: revolucionario, tribalista, embajador honorario, adepto del libre examen, panfletario, cabo electoral y tierno confidente de una amiga indígena ecuatoriana.
Que sus dioses le sean benignos a fuerza de katarsis y de limpias, ya que el nuestro debe de estar bien contrariado con su pésimo ministro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario