Hace unos días se
hizo público el último decreto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe por el que se suspendía a divinis y se
secularizaba a D. Roy Bourgeois, hasta ahora religioso de la
Sociedad misionera Maryknoll. El ex-religioso ya había
incurrido en excomunión latae sententiae -o sea, inmediata
y que no necesita ser comunicada públicamente- al participar en el
simulacro de ordenación de mujeres que había tenido lugar en
Lexington (Kentucky), el 9 de agosto del 2008.
Al parecer, aunque Bourgeois ya estaba
excomulgado, desde la Santa Sede se decidió conceder un
tiempo para ver si se arrepentía de lo sucedido y, de paso,
acataba la doctrina de la Iglesia sobre esa cuestión, que tiene el
rango de doctrina perteneciente al depósito de la fe definida
infaliblemente por el magisterio ordinario. Para que no haya lugar a
confusión, advierto que la excomunión no le llegó por
rechazar esa doctrina sino por la participación en ese engendro de
ceremonia.
En vista de que don Roy no solo no
rectificaba sino que se dedicaba a hacer público en todas partes su
rebeldía contra la Iglesia y sus enseñanzas, el dicasterio vaticano
encargado de velar por la sana doctrina optó por aplicarle
el resto de sanciones canónicas que corresponden a sus
acciones.
Si alguien se
pregunta si la excomunión lleva aparejada automáticamente
la suspensión a divinis y la secularización, la respuesta es un “no
necesariamente”, aunque es evidente que un sacerdote
excomulgado no puede celebrar Misa. De hecho, ni siquiera pueda
participar en la misma. Pero cada sanción canónica tiene su propio
recorrido.
Hasta ahí todo parece más o menos
normal. Un señor se lía la manta a la cabeza, se enfrenta contra la
Iglesia y acaba fuera de la misma. Ni es la primera vez ni será la
última. Ahora bien, la cosa cambia, y no poco, cuando ni más ni
menos que Fr. John Sivalon, religioso que fue superior de los
Maryknoll del 2002 al 2008, ha salido a la palestra pública a decir
que la expulsión de Bourgeois de la congregación por parte
del Vaticano representa
una intromisión en la integridad de la sociedad misionera.
Concretamente ha dicho que “se
hace muy difícil considerar como hablamos acerca de la misión y la
visión de futuro estando abiertos al Espíritu, cuando de hecho se
nos dicta qué es lo que necesitamos seguir“. “Así
que pienso que hay una pregunta acerca de la propia sociedad
(Maryknoll) y cómo su integridad ha sido afectado por
esto“.
Es decir, acusa a la Santa Sede
de meterse donde no la llaman y de agredir a su congregación
religiosa. Eso solo puede ser debido a dos razones:
1- El P. Sivalon ignora la
primacía doctrinal y jurisdiccional de la Sede Apostólica. En
ese caso, es urgente que se le invite a acudir a Roma para darle unas
cuantas clases de doctrina católica sobre el primado del Papa.
2- El P. Sivalon conoce dicha
primacía pero no está de acuerdo con la misma, apelando a eso
de estar “abiertos al Espíritu", que es la excusa preferida
de la práctica totalidad de los herejes de todas las épocas. En ese
caso, parece urgente abrir un proceso canónico para buscar su
retractación y, de no producirse, sancionarle conforme a la ley que
la Iglesia se ha dado a sí misma.
Sinceramente, creo que es más probable
que se dé la segunda opción. En todo caso, no podemos por menos que
preguntarnos cómo es posible que alguien así, ignorante o
hereje haya estado al frente de esa congregación religiosa. Y
cabe preguntarnos si no sería altamente conveniente que la Santa
Sede decidiera de verdad “entrometerse” en los asuntos internos
de los Maryknoll ordenando una Visita Apostólica a los mismos.
Siquiera sea para comprobar si la postura de su anterior
superior general es mayoritaria entre los religiosos de esa
sociedad misionera. Porque ya me dirán ustedes a qué tipo de misión
pueden dedicarse los que no creen en el primado de Pedro, en
la autoridad del Magisterio y en la fidelidad a la Iglesia.
Luis Fernando Pérez Bustamante
Agregado nuestro:
ISAMIS piensa igual
que la sociedad Maryknoll; piensan y dicen que el envío de un Visitador, la
salida de Mons. Gonzalo, la retirada de los carmelitas y la llegada de nuevos
misioneros (con y sin botas) representa una intromisión de la Santa Sede en el
Vicariato de Sucumbíos y una agresión a la iglesia comunidad ministerial y a su
caminar con los dos pies.
Conclusión: aunque
entre nosotros no haya habido excomuniones, suspensiones a divinis u otras
sanciones canónicas, ISAMIS incurre en los mismos errores y horrores que estos de Maryknoll. Y nos quieren hacer
creer que son fieles al Concilio Vaticano II.
Los curas,
ministerios y misioneros isamitas ¿son católicos?
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