(EL ARREGUI A QUE SE REFIERE ESTA NOTICIA NO ES MONSEÑOR ARREGUI, ARZOBIPO DE GUAYAQUIL, SINO JOSÉ ARREGUI, UN EX SACERDOTE VASCO QUE ES TEÓLOGO DE LA LIBERACIÓN)
Recogía el otro día las declaraciones de Esteban Tabares quejándose de que en
una ocasión el obispo se presentó en la clausura de una de esas reuniones de
base que vaya usted a saber qué es nada menos que “para descalificar
nuestro guión de celebración de la Eucaristía y presidirla él mismo
con su propio ritual”.
No nos dijo cómo
era su guión. Pero hoy Religión Digital describe minuciosamente la misa de clausura
de este mismo colectivo de ayer mismo. Pues ya ven que por fin nos
hemos enterado del famoso guión.
Para empezar uno ve una mesa con unos cuantos sentados alrededor que te
hace pensar que deberían ser los concelebrantes, entre los cuales están
al menos un secularizado, Arregui, y una señora. Extraña mesa para
comenzar.
En fin, sigamos
la crónica, en la que simplemente copio lo que escribe José Manuel Vidal:
Para empezar, nada de lo previsible empezando por lo más externo: Sin cirios ni incienso. Una misa sin vestiduras ni altares, sin casullas ni corporales.
Para empezar, nada de lo previsible empezando por lo más externo: Sin cirios ni incienso. Una misa sin vestiduras ni altares, sin casullas ni corporales.
En la presidencia
de la mesa, colocada al mismo nivel de la gente, Juan Masía, José Arregui, Pepa
Torres y Ximo García Roca, junto a representantes de las comunidades y gente
del común de mártires. Una misa sin homilías pomposas, pero con
comentarios compartidos.
Una bella
plegaria eucarística, leída por los que estaban en la mesa. Con alabanzas al “Dios liberador,
esperanza de los cautivos y oprimidos, porque santo eres tú, Dios padre
y madre…”
Tras una
consagración pronunciada por todos los asistentes en una fórmula
coral, se reparte la comunión: pan y vino de verdad.
Aquí sigue un
servidor. Casi convocando un concurso de cuántos disparates litúrgicos se han dado
cita en esta extraña celebración que pretenden seguir llamando la eucaristía de
la iglesia católica. Pero lo más desternillante, porque ya ni quedan lágrimas,
es la intervención de Pepa Torres cambiando la gracia de Dios por la
energía positiva: “"esta sala está habitada por nuestra energía, que
es la energía de Dios: desvelos, sueños, amores, miedos, desiertos,
resistencias, esperanzas, sueños, cariños…” Y, con un ejercicio corporal nos
hizo recoger la energía del suelo y elevarla a lo alto de las manos, para que
fuese cayendo sobre nuestras cabezas, nuestro corazón, nuestras rodillas
cansadas de recorrer los caminos de la vida y terminar en los pies, para seguir
caminando y poder llegar a toda la humanidad, especialmente a los más
empobrecidos. Amén.
Invito a
dulces de las clarisas y benedictine a quien me encuentre exactamente en qué
parte de los documentos del Vaticano II está prevista una celebración de la
Eucaristía así. ¿Juan
XXIII la celebraría, la admitiría? ¿Y Teresa de Calcuta?
Y todavía se quejan
de que la iglesia no les comprende. Se ciscan en la comunión eclesial,
se cachondean de la doctrina, se pasan por el forro de sus caprichos la
eucaristía. Y encima son los oprimidos.
Panda de
caraduras. Y me encantaría una palabra de monseñor Catalá, que es a
quien corresponde decir algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario