Es un poco como el tema de los “modelos de Iglesia”. Puede haber infinidad de modelos de iglesia, todos válidos, siempre que no se excluyan unos a otros y, por supuesto, que sean fieles a la misma Iglesia. Pero en la concepción de los teólogos de la liberación y de los partidarios del “modelo” isamita, solo esa propuesta es la justa y, además, está en rebeldía con la Iglesia; recordemos que ellos se consideran de la “iglesia de Jesús”, o seguidores del “proyecto o del sueño de Jesús”, o “constructores del reino” pero no de la Iglesia Católica fundada sobre la roca, que es jerárquica, infalible e inmortal. Más aún, para ellos, la Iglesia Católica es opuesta a “Jesús de Nazaret” y deforma el Evangelio. Por eso la critican y se rebelan contra ella. Se “liberan” de ella…
Estas polémicas entre “teólogos” y “modelos”, no se acabarán mientras no haya un acuerdo sobre el sentido preciso de las palabras. La teología, por ejemplo, siempre ha sido la ciencia de Dios. El mismo sentido etimológico lo dice. Pero si, como lo hace un renombrado “teólogo” llamado Leonardo Boff, divinizamos a la “madre tierra”, pues a esa ciencia en vez teológica habrá que llamarla telluslógica…
A propósito de la teología de la liberación (o de las teologías de la liberación, porque ni entre ellos se ponen de acuerdo) no es razonable distinguir las buenas de las malas o las mejores de las peores. Las conocemos por sus agentes, sus escritos y sus resultados. ¡A ver si aterrizamos y convenimos que vivimos en el mundo real y no en pretendidos reinos utópicos como sueña ISAMIS!
Según la realidad de las cosas, “al pan, pan, y al vino, vino” y todo negro sobre blanco, pensamos que se puede ponderar objetivamente sobre la teología de la liberación lo que sigue:
1 - Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo, que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económica.
2 - El marxismo es, además, una concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.
3 - Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra las "teologías de la liberación" a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.
4 - La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.
5 - Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.
6 - Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como "fidelidad a la historia", "confianza en el futuro", y "opción por los pobres" que en realidad les niega su sustancia teológica.
7 - La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.
8 - Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, 'hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente "oficial" y otra "popular", ambas contrapuestas.
9 - La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de la Escritura y a una selectividad parcial y mendaz en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.
10- También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe, lo que es una percepción inadmisible.
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