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lunes, 10 de septiembre de 2012

UNA NUEVA “JOYITA” PEZCADA EN UN BLOG DE ISAMIS

Una agencia noticiosa “progresista” entrevista a un sacerdote igualmente “progresista”. A una pregunta maliciosamente orientada, una respuesta esperada…

Adital - Mucha gente habla de que la Iglesia camina actualmente en una dirección muy diferente, cuando no contraria, a la dirección tomada y propuesta por el Concilio y, sobre todo, por la Teología de la Liberación. ¿Usted qué piensa?

Francisco Aquino Junior - Tengo la misma impresión, por lo menos en relación al conjunto de la Iglesia y, sobre todo, en relación con los obispos y sacerdotes. Basta ver las prioridades pastorales de las diócesis y parroquias e inclusive las últimas directrices de la acción evangelizadora de la iglesia en Brasil. Da la impresión que los problemas del mundo, sobre todo el de los pobres y oprimidos, son completamente extraños a la vida de la Iglesia que parece tener cosas más "importantes” y "urgentes” que cuidar (número de fieles, templos, vestidos litúrgicos, coros, coronas, devociones, misión popular, etc). Si el Concilio abrió y descentralizó a la Iglesia de sí misma y la TdL la colocó al servicio de la humanidad que sufre, la coyuntura actual parece ir en una dirección contraria, concentrando todas sus preocupaciones y "urgencias” pastorales en la vida interna de la Iglesia. Mas que de vuelta a la gran disciplina, es preciso hablar hoy de una vuelta a la sacristía o, en la mejor de las hipótesis, al templo...


Comentario

La Iglesia no es como cualquier sociedad humana que puede, sin mayor consecuencia, renunciar a sus orígenes, cambiar de rumbo o rehacer su hechura. Ella es de origen divino y está asistida con las promesas de santidad, infalibilidad e inmortalidad. Hablamos, claro está, de la Iglesia Católica, sociedad de los fieles cristianos cuya cabeza es el Papa. No de otras iglesias.

Es ontológicamente imposible que “los problemas del mundo” sean “completamente extraños a la Iglesia”, pues eso significaría que el Espíritu Santo la abandonó, y que su santidad, inmortalidad e infalibilidad no han sido más que un mito ridículo.

Decir que “el Concilio abrió y descentralizó a la Iglesia de sí misma y que la teología de la liberación la colocó al servicio de la humanidad que sufre” es una aberración doctrinaria e histórica. Implica en afirmar que en su glorioso caminar de 2.000 años, con tantos santos, mártires y confesores, la Iglesia estuvo cerrada en sí misma y ajena al sufrimiento humano. ¿Cómo puede un cristiano, un “teólogo”, un sacerdote! afirmar una tal barbaridad?

Para dicho sacerdote no es “importante” ni “urgente”:

el número de fieles, que es resultado de la fecundidad de la evangelización;
los templos, que son los edificios consagrados para el culto divino y la celebración de los sacramentos, signos de salvación, especialmente la Eucaristía;
los vestidos litúrgicos, sin los cuales las celebraciones no tendrían la dignidad que le son propias, ni el pueblo fiel se sentiría elevado a los horizontes de la fe;
los coros, una excelente y pedagógica manera de educar a los fieles y cuya ausencia y decadencia ha propiciado celebraciones banales y sin gracia, algunas parecidas a cultos protestantes o paganos;
las coronas, ¿qué de malo tiene que se honre a los difuntos con coronas de flores?
las devociones, ese valioso tesoro que anida en el corazón del pueblo (aunque no de ciertos “teólogos”), como son el rosario, las novenas, los vía crucis, el culto al Sagrado Corazón, los jueves eucarísticos, las medallas, el escapulario de la Virgen del Carmen, la devoción al ángel de la guarda, al santo patrono, etc. Parece que esas cosas no se conciben en la iglesia de la que hace parte del Padre Francisco Aquino Junior ¿De qué iglesia hace parte el Padre FAJ?
Las misiones populares, que son ocasiones de grandes conversiones, de encuentros personales con Cristo a través del sacramento de la confesión y que tan buenos frutos han producido siempre. ¿No querrá el Padre FAJ que se realicen en vez de misiones populares… revoluciones populares? Probablemente esa debe ser su teología de la liberación.

Todo esto que desprecia el Padre FAJ, oponiéndolo a los intereses de los pobres,  es, precisamente, la riqueza y el patrimonio irrenunciable de los pobres. ¡Y nos lo quieren quitar!

Conclusión: si no quieren a nuestra Iglesia con su riqueza propia que son los pobres que ella engendra y salva a través de todos esos medios referidos (y de muchísimos otros), ni quieren, tampoco, disciplina, sacristías, ni templos… no deben ser muy cristianos qué digamos.

Así pensamos, modestamente, los que no somos teólogos ni tenemos agencias noticiosas  para expresarnos. Somos los católicos ecuatorianos que depositamos nuestra Fe en Dios y nos sometemos con gozo al magisterio de la Iglesia.

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