Páginas

domingo, 16 de septiembre de 2012

El hábito no hace al monje… pero ayuda a hacerlo


Qué lástima que en las fotos de Monseñor Proaños que un blog de Isamis publica en sus artículos, nunca se lo ve vestido de eclesiástico. Se lo ve vestido de civil, con corbata; vestido con poncho y colores indígenas, también aparece disfrazado de abuelita o algo así, con un sombrero singular.

Sería bueno al menos poner una fotografía en que esté vestido con trajes episcopales, pues fue Obispo de la Santa Madre Iglesia.

¿Es por su antipatía por el sacerdocio ministerial que traen esas fotos a colación?

¿Por qué no identificar a cada uno según su condición? Si es militar, de uniforme y, eventualmente, con su arma; si es eclesiástico, con ropa ad hoc, si es chef de cocina con su gran gorro de cocinar, si es indígena, con ropa (o sin ropa)… Si hasta Monseñor Gonzalo supo ponerse cuello clerical para recibir las condecoraciones del Gobierno de Correa y del asambleista Aguilar.

Lo mismo las monjas. La hermana Julia tiene el buen criterio de vestirse de religiosa, no sabemos si a gusto o a disgusto. Pero ya a la hermana teresiana Susana de Puerto Libre, o a la Melbis del hogar infantil, jamás se las vio con el hábito de su respectiva congregación. Ni por equivocación. Peor, se las ve vestidas de forma poco pudorosa para una virgen consagrada (shorts, pantalones ajustados, escotes, etc. etc.) ¿Acaso eso no es público y notorio?

Solo falta, para completar este arbitrario cuadro, que Elsa Encarnación se vista de sotana, que Delia Malvay se ponga velo o cofia o que Víctor Pachacama –que ni siquiera está en orden en su vida matrimonial- usurpe estola de diácono. En Isamis todo es posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario