La Iglesia no es una esteta (artífice de lo estético, que entiende de artes), una especie de Pierre Cardin que produce modelos a gusto del cliente.
La Iglesia es Una y su único modelo es su Fundador y Cabeza, Nuestro Señor Jesucristo.
La Iglesia es modelo, pero los modelos no son Iglesia.
La Iglesia es divina y modelos son humanos.
Ella nutre a todos sus hijos, por más variadas que sean las culturas. Pero siempre conserva su unicidad. Ella es Una antes que Católica. Y, además de Apostólica, es Romana…
El perfil de una iglesia particular podrá ser modélico y ejemplar, pero nunca será capital, Cabeza necesaria. Ni siquiera la iglesia de Roma, en el sentido de territorio. Porque la Cabeza de la Iglesia será siempre Cristo, siendo el Papa, su Vicario en la tierra.
El Papa, que tiene sede en la Ciudad Eterna -providencialmente quiso Dios que Pedro fuese Obispo de Roma- es Pastor Universal de todas las iglesias. Pero es Pedro la Cabeza vicaria de la Iglesia, no es la urbe en cuanto tal. Aunque la estancia del Soberano Pontífice ahí le haya otorgado a la ciudad una inmensa venerabilidad.
Los supuestos “católicos” que no siguen a la Cabeza ni a su Vicario y apuestan a los modelos, no hacen parte de la Iglesia. Serán cismáticos, herejes, idólatras, apóstatas o pobres extraviados, no sin culpa.
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