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miércoles, 3 de julio de 2013
La memoria viva de nuestr@s discípul@s misioner@s.
El día 29 de junio, fiesta de Pedro y Pablo, celebramos el Congreso Misionero en la Iglesia de Sucumbíos.
Una GRAN SINFONÍA de nombres que son memoria y parte viva de esta Iglesia (triunfante ya para algun@s; militante, para otr@s) llenaba el ambiente:
Emilio Parra, Mons. Gonzalo López, Jesús Arroyo, Narcisa Rosero, el Hno. Néstor, Ramón Medina, Pedro, Eulalia Chávez, Beatriz Quisirumbay, Zoila Gutiérrez, Jenny Armijos, Jennifer Cumbicus, José Septién, Juan Berdonces, Marianita Pacheco, Dioselina Peña, Lauro Largo, Patricio Bravo, Jessica Carrera, Maura Íñiguez, Jorge Leiva, Melva Chamba, Lucho Torres, Elmira Quichimbo, Germania Egas, Estela Pozo, Segundo Castillo, Raúl Usca, Juanito Jiménez, Robert Alejandro, Santos Jumbo, Zoila Barrera, Susana, Magdalena, Justino, Lenin, Eufemia, Lola, Nubia, Cristina, Narcisa Sari, Lola Flores, Roberto Jumbo, Pablo Torres, Lauro Macas, Santos, Félix Solórzano, Lucía Torres, Daniel Romero, Zoraida, Antonio Cuervo, Pablo Gallego, Lolita Rosero, Sofía Rosero, Carlos Vera, Arturo Cifa, Matilde Ballesteros, Teresa Vallés, Teo, Edelmira Landázuri, Sofía Cabeza, Emiliano Parreño, Sangui Quiñones, Esperanza Ruíz, Sonsoles Pérez, etc. etc. etc.
En la Casa Diocesana nos congregamos de todos los lugares de la Provinciapara hacer memoria agradecida de nuestra historia misionera que se encarna en los misioneros y misioneras que se han sembrado y han dado frutos en esta tierra y reflexionar en los retos y desafíos que presenta la misión hoy en esta realidad multicultural. Vivimos intensamente la vida, no la vida solo de fe, no la vida solo del seguimiento, sino la vida en su totalidad. Es por esto por lo que la unidad con quienes nos precedieron es tan real y palpable. Recobren la memoria, dijo un día antes de despedirse Jesús a sus discípulos y discípulas. Recobren la memoria, y así el Espíritu les podrá recordar todo. El cristianismo no invita a la pasividad sino al dinamismo creador. Por eso Jesús afirma que el Espíritu lo recordará todo a una gente en la que se supone que está y vive con gran dinamismo la vida. Si no, el Espíritu no recuerda nada a nadie. Así unas setenta personas de todos los rincones de Sucumbíos estuvimos en disposición para vivir este Congreso Misionero. Se respiraba un ambiente de esperanza y de fiesta.
Parece que la palabra “misionero”, “misionera” evoca y despierta en cada uno de nosotros una realidad preciada, algo querido y significante para la vida. Por eso, por simple que pueda parecer, el mero hecho de reunirnos para dialogar sobre lo que constituye la vocación más genuina de cada uno de nosotros, hacía que albergáramos esperanza en medio de esta situación eclesial conflictiva en la que nos encontramos. Una esperanza, por otro lado, nada ingenua sino apoyada en una visión consciente de las consecuencias que han tenido las decisiones arbitrarias. Pero a nadie se le ocurrió abrir heridas, suscitar temores o desánimo. Más bien, cargando con todo el dolor como nos viene concediendo el Señor, preferimos mirar hacia adelante y disfrutar del sentirnos formando parte de esa cadena de discípul@s misioner@s que han dado vida en la Amazonía.
Pudimos escucharnos, pudimos escuchar a otras personas… y de todo, volvimos a quedarnos con lo bueno: con que Dios nos acompaña en el camino. Volvimos a sentir que sólo enraizándonos en las raíces de nuestra identidad podemos continuar con serenidad. Miramos hacia atrás y vimos nuestro hermoso Plan Pastoral como el fruto de algo gestado en el interior de esta Iglesia y que ahora va perfilándose cada vez más en sintonía con la realidad actual. Supimos que la formación permanente y sobre todo la formación bíblica es algo que debemos cuidar con esmero. Mientras conversábamos por el camino, Jesús, como en Emaús, nos fue recordando la importancia de seguir alentando ministerios laicales reconocidos o instituidos.
Nos fuimos dando cuenta de que estaconciencia misionera no aparece de la noche a la mañana, sino que hay que hacer un camino real con las comunidades, las personas, las familias para que cada quien pueda descubrir, como nosotros hoy lo hemos descubierto, aquello que va a constituir una posibilidad de felicidad y de vida y dignidad para todos. Por eso consideramos que el mes de octubre estuviese dedicado a las misiones y trabajáramos el tema de la vocación y discipulado misioneros. Orar se hace imprescindible en este caminar para adquirir esa profunda mirada que nos siga orientando hacia el Reino de Dios y su justicia.
Y muchas más cosas, todas ellas tejiéndose mientras cada quien regresa a sus ocupaciones cotidianas.
Lamentable cacofonía
“Gran sinfonía” llaman a una serie de nombres de personas vivas y muertas; las vivas son de la “Iglesia militante”, aunque muchas no militen más en Sucumbíos ni sean muy de Iglesia… y las muertas harían parte de la Iglesia triunfante. La hipótesis de la Iglesia purgante no es considerada, se habrían ido derechito al cielo…¡Quiera Dios! Aunque no estará de más practicar esa obra de misericordia que es rezar por los difuntos.
En su “sinfonía” han sido excluidos algunos
personajes emblemáticos, muy cercanos a Monseñor Gonzalo: Magdalena Blaser y su
secretaria particular Yolanda, el Padre Luis Mario, Elsa Encarnación, Silvio
Cumbicus, las hermanas Susana Alonso y Melbis del Hogar Infatil, el colombiano Carlos
Botero, Víctor Pachacama, etc. ¿Por qué no ponerlos? ¿Por qué no está el Padre Edgar
Pinos? ¿Estará desafinando en la “sinfonía”? Comprendemos que no pongan al
primer y frustrado sacerdote indígena de Isamis, Simón Mamallacta, pero al
Padre Pinos ¿Por qué no ponerlo si es de los principales isamitas? La sinfonía
no está bien compuesta. Hay un tal Lenin, esperemos que no sea el tirano
soviético.
Podrán decir que no pueden citar a todos, lo
que se comprende. Pero si citan a varios otros, que no omitan los que también
han sido importantes en su “servicio al reino desde los pobres”.
“Vivimos
intensamente la vida, no la vida solo de fe, no la vida solo del seguimiento,
sino la vida en su totalidad”. La vida en su totalidad, en
su plenitud es la vida divina, la vida de Dios. Pero a esa le restan
importancia (“no la vida solo de fe”). Tampoco cuenta mucho la vida natural de
las personas (¿esa sería la vida del seguimiento?). LA concepción de lo que sea
“la vida es su totalidad” dentro de su “espiritualidad”, queda por definirse…
Un Congreso misionero tiene que
celebrar a Cristo, para que en Su vida los pueblos tengan vida; celebrar a los
discípulos y misioneros que son fieles a Cristo y a su Iglesia, tanto los de la
Iglesia militante como los de la Iglesia triunfante. Celebra, sobre todo, a la
reina de los apóstoles y de las misiones, María, nuestra madrecita del Cisne.
¿Cómo omitir a San Francisco Javier y a Santa Teresita, patronos de las
misiones, o a Santa Laura Montoya o a otros santos ecuatorianos ejemplares?
Porque si la “misión” de Isamis desentona con estos modelos, pueden renunciar a
su utopía.
En fin, en su artículo “Memoria viva @ @ @...” hay muchos otros bemoles:
- Jesús no dijo en ninguna parte de su Evangelio “recobren la memoria”;
- En vez de reconocer estar en una “situación eclesial conflictiva” (como lo están también ciertos teólogos de la liberación suspendidos o la congregación fundada por el Obispo Lefebre), deberían hacer cesar las causas que produjeron la situación conflictiva, y volver a la fe católica integral (no a la “vida en su totalidad” que no significa nada claro ni está en nuestro Credo);
- Se lamentan de que se tomaron con ellos “decisiones arbitrarias”… esa confesión, es la prueba de su desobediencia y de su falta de comunión;
- Decir que “no se les ocurrió abrir heridas” no es cierto, pues la letanía de los personajes citados en su “Gran Sinfonía” (presentes, ausentes, vivos y difuntos) no son buenas referencias, ya que varios están en rebeldía o en discrepancia con la los pastores de la Iglesia Católica. Ese mal testimonio y el hecho de ponerlos como ejemplares ¿no es revolver en la herida?;
- Dicen que han escuchado a sus voces propias y las de otras personas… En realidad solo se escuchan a sí mismos: no escuchan a los Obispos, no escuchan a los heraldistas, no escuchan a los carismáticos, no escuchan a los “padres prestaditos”, no escuchan al Rosario Diario, no escuchan a la voz de su conciencia... De esa “escucha” excluyente, (y de tanto escuchar Radio Sucumbíos) concluyen que “Dios nos acompaña en el camino” y que “Jesús nos fue recordando la importancia de seguir alentando ministerios laicales reconocidos o instituidos”. Muy singular son sus escuchas y sus conclusiones….
- Terminan diciendo que “consideramos que el mes de octubre estuviese dedicado a las misiones”. Esa consideración, por muy respetable que sea, no tiene ninguna repercusión práctica en la vida de la Iglesia de Sucumbíos, en la cual estos originales “misioneros” no tiene mandato ni autoridad para decretar o imponer lo que la Iglesia debe celebrar. Lo que importa son las determinaciones pastorales que nos vienen del Obispo de Roma y del Obispo de Sucumbíos. Que no inventen originalidades y que hagan cuerpo con la Iglesia Católica, porque “el que no está conmigo está contra mí, y quien no junta conmigo, desparrama”. (Lc. 11, 23)
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