En
un comunicado, Monseñor Celmo Lazzari celebra con alegría pascual “el encuentro
definitivo con el Padre de Mons. Gonzalo López Marañón” y agradece a Dios por
“el don de su vida y ministerio y comprometidos a dar testimonio de Iglesia
reconciliada y misericordiosa”. Fue lo que publicó radio mentiras.
Una
cosa es augurar o desear la salvación (el encuentro definitivo con el Padre) de
alguien. Otra cosa es proclamarla sin tapujos y dar gracias anticipándose al
juicio de Dios.
Mejor
hubiera sido que Mons. Celmo orase y pidiese oraciones por Mons. Gonzalo; seguro
que él las necesita y las agradece. Tanto más que su supuesto “ministerio
comprometido a dar testimonio de la Iglesia reconciliada y misericordiosa” no
fue del agrado de la Iglesia misma que decidió -sin mucho éxito- cambiar el
modelo pastoral por no ser conforme a las necesidades del Vicariato.
¿Cómo
es que Monseñor Celmo ignora o pasa por encima de una realidad que Ecuador y el
mundo entero conoció? Los cuarenta años de Isamis (esa fue la obra de Mons.
Gonzalo) fueron cuestionados por el Papa, El prefecto de la Congregación de la
Evangelización de los Pueblos, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, el Nuncio
Apostólico, el Visitador, y la administración que le sucedió. También por los
fieles del Vicariato que vivieron durante escasos meses una primavera
espiritual al concluir la aridez socio-política de los cuarenta años.
La
reconciliación y la misericordia deben ser hechas en el marco de la
verdad. Y más aún cuando esa verdad
salta a los ojos.
Prudente
y caritativo, es orar por el alma de Mons. Gonzalo. Recordemos que Isamis, “su
criatura”, lo hizo sufrir. Los isamitas movieron rebeliones también contra él. ¡Hasta
lo despacharon al Canadá, para un reposo forzado, mientras Edgar Pinos
pretendía sucederle en el cargo! Quién sabe si ese purgatorio lo habrá preparado
para el cielo.
Lástima
fue su desobediencia, sus controvertidos aliados, su devoción por Ghandi (!),
su huelga de hambre… y otras cosas ¿El trabajo misionero en Angola lo habrá
purificado? Quiera Dios.
Esperábamos
de Mons. Celmo un mensaje diferente. Mons. Paolo Mietto y hasta Mons. Ángel
Polivio Sánchez, que vinieron a Sucumbíos con el propósito de curar heridas,
hubieran sido más comedidos que nuestro Vicario.
Un
abrazo sentimental e irresponsable no es fruto de verdadera reconciliación y
misericordia. Para reconciliarse hay que corregir, saber perdonar y reparar el
mal hecho. A no ser que se profese el fatal maniqueísmo isamítico: la razón
está con nosotros, solo con nosotros y con nadie más que nosotros.
Desde
la eternidad, Mons. Gonzalo ve ahora las cosas más claras…
Qué juicio le espera...
ResponderEliminarLas personas que piensan que son los poseedores absolutos de la verdad están muy lejos de ella. En ellos se desnuda una alma sectaria, amargada y mentirosa. Todos los que emiten juicios de valor que denotan rabia, odio, maledicencia, están divorciados con la Palabra de Dios. Sólo necesitan leer los Evangelios, les sugiero que comiencen con Marcos, para que luego examinen su vida y su conciencia y puedan determinar quién ha estado en la verdad, con un trabajo misionero que dignifica al hombre o quien se ha pasado 40 años en una lucha estéril, pensando que hacen bien a la Iglesia, cuando el mensaje de Cristo va por otro camino. Es tiempo de que lean la Carta Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, el profeta de nuestro tiempo. Les deseamos sinceramente que se conviertan.
ResponderEliminarNo sé qué hijo.... del demonio se atreve a cuestionar la obra de Mons. Gonzalo. No le respondo como se debe porque tiene que ser una basura....
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