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miércoles, 31 de julio de 2013

Ejemplo de “teología” isamítica

Lo que ellos dicen y después nuestro comentario:

lunes, 29 de julio de 2013

Lucas 11, 1-13
Una de las cosas quizás más desconcertantes para los contemporáneos de Jesús era su oración. Una oración que no tenía nada que ver con haber contraído un compromiso diario. Un hombre que de madrugada se levanta para orar o que termina el día retirándose a orar, es alguien que realmente tiene “necesidad” de interpretar lo que sucede, de encontrarse con Dios desde el interior de su propia vida, desde el fondo de las realidades que le tocan, realidades de gente sufrida, realidades de injusticia acumulada.  Un hombre para quien no es suficiente el rezo litúrgico en la sinagoga, ni mucho menos las largas recitaciones de la Torá.  Un hombre que debe mantenerse a la intemperie si quiere llevar a buen término su proyecto de Reino, necesita profundizar su diálogo con Dios y estar en  continuo discernimiento para no endurecerse en su radicalidad ni tampoco dejarse llevar por intereses personales.
Así la petición de “enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos” puede esconder una pequeña trampa. Enséñanos a orar de esta manera puede significar algo así como enséñanos el discipulado de Juan.  La experiencia espiritual de Jesús le había llevado por otros derroteros. Así que no podía enseñar a orar como Juan. El discipulado en Jesús tiene por otra parte otras características que el de Juan porque incluía a mujeres como Marta y María y otras, es decir, no imponía ciertas fronteras culturales que el discipulado de Juan había dejado intactas.
Así Jesús decide no enseñar un método sino expresar una palabra salida de su propia experiencia interior:
-          Presenta a un Dios que se comparte y que a su vez invita a la fraternidad. Dios no es individual sino una experiencia colectiva de justicia. Eres Padre porque eres nuestro. Estás en los cielos porque lo abarcas todo. 
-          Se desea a Dios en cuanto que se desea el Reino. Dios se identifica fundamentalmente porque tiene un reino e invita a participar en él. 
-          Con este Dios se tiene una relación de criatura, no se trata de un contrato moral, sino una disposición permanente a vivir desde una verdad confiada: ¡hágase tu voluntad! 
-          Dios es providente en cuanto que libra del mal. Así quiere, así se muestra su misericordia. Pero hay que pedirlo para que esa petición pueda cumplirse en cada persona.
No importa por tanto la bondad o la maldad, la oportunidad o la amistad inoportuna. A Dios no le importa el comportamiento sino esa tenacidad para buscar lo que de verdad puede hacer feliz al ser humano.
Dejarnos enseñar por Jesús. ISAMIS quiere ponerse en esta disposición en este momento de su historia. Necesitamos orar y necesitamos que oren por nosotros y nosotras para no caer en la tentación que imponen los acontecimientos. Necesitamos irnos liberando hoy también de ciertos males que nos corroen y que imposibilitan la vida plena en las comunidades. Necesitamos continuamente recuperar el “nuestro” en la oración de Jesús. Ese “nuestro” que nos enseña la horizontalidad en las relaciones, la participación en las decisiones y la implicación en la compasión.
Debemos transitar CIERTOS LUGARES que no se corresponden con lugares sagrados necesariamente pero que son nuestros. Esos lugares se deben convertir para cada uno y cada una en una manifestación de Dios. Dejemos que Jesús nos lleve y nos enseñe.
Publicado por ISAMIS 2012 en 22:12 

Echando luz y retirando la piel de oveja…

Espantosa y contraria a la revelación, a la tradición y al magisterio, es la meditación que el blog de ISAMIS publica sobre el Evangelio dominical en que Jesús nos enseña la insistencia y la importunidad que debemos tener en la oración.

En primer lugar, el título “Desde cierto lugar”, no tiene nada que ver con el desarrollo del tema, a no ser para el autor o los iniciados. Esta vez no firma la meditación ningún Pagola, Boff o Castillo. Lo escribe un anónimo llamado ISAMIS.

La primera frase: “Una de las cosas quizás más desconcertantes para los contemporáneos de Jesús era su oración”. No es así. Todos los judíos oraban. Jesús oraba a menudo, Juan oraba, hasta los fariseos oraban… solo que en las plazas y para ser vistos (como los isamitas en sus vigilias públicas…)

La oración de Jesús no tendría nada que ver “con un compromiso diario”. Aquí se incita claramente a descuidar la oración y a no tener constancia en ella, precisamente lo contrario del consejo evangélico. Pero la oración de Jesús sí era un compromiso permanente. Todo en Jesús es compromiso y disciplina, nada es arbitrario u ocasional. Su alimento es hacer la voluntad del Padre.

Como los isamitas no rezan, imaginan que Jesús tampoco rezaba y que los cristianos no deben rezar. Ellos cambian la oración por esas cosas como “discernimiento”, “trabajo por el reino”, resentimiento por “injusticia acumulada”, etc. A sus problemas existenciales les dan el título de oración.

Jesús enseñaba a orar antes que nada con su ejemplo. Los discípulos, fascinados, quisieron saber más. No hay ninguna “trampa” o malevolencia en el pedido que le hacen y que Jesús atiende maravillosamente enseñando el Padre Nuestro. Es claro que más que aprender una fórmula, aspiran al discipulado. No se sabe por qué la “meditación” de Isamis opone “fórmula” (al fin y al cabo el Padre Nuestro también es una fórmula…) al deseo de ser plenamente discípulos. En ellos todo es lucha y conflicto. No pueden armonizar las cosas.

De golpe, el artículo llega a afirmar una herejía y un disparate colosal: “Dios no es individual sino una experiencia colectiva de justicia”. Niegan la unidad y la trinidad de Dios, ni más ni menos. ¡Dios es persona!

Atribuyendo no se sabe qué divinidad a la naturaleza humana, proclaman: “Eres Padre porque eres nuestro”, siendo que la verdad es que somos de Él que es nuestro Padre.  No son detalles… son puntos centrales de la fe.

Después, vuelve el disco rayado del “reino” nunca definido, y funden y confunden el ser de Dios con el reino. “Yo soy Rey”, dijo Jesús. Pero “mi reino no es de este mundo”. Por eso, el reino mundano y temporal que idolatra Isamis, tiene por soberano al padre de la mentira, no al Padre Nuestro.

Contrariamente a lo que escriben, con Dios no se tiene una relación de criatura sino de hijo, una relación filial. Al menos los cristianos; por eso le llamamos Padre.  Oponen lo que llaman “contrato moral” a una “disposición permanente”. Esto es otra utopía de Isamis que considera al hombre inmaculado como si el pecado original no existiera. Esa aversión a un “contrato moral” es muy de ellos que son amorales.

En esta sucesión de errores y de horrores, viene de repente una afirmación demasiado fuerte: “No importa la bondad o la maldad”. “No importa el comportamiento”… Pero ¿Y los mandamientos? ¿Y la conciencia? Todo salta por los aires, como cuando explota un mortero guerrillero en el Putumayo.

¿Esto es teología o demonología?

Por fin, ¿podrían decirnos cuáles son y dónde están esos misteriosos “CIERTOS LUGARES que no se corresponden con lugares sagrados”? Esto ya es delirar.

Dejémonos enseñar  por Jesús, el divino Maestro. Apartemos nuestras vidas de las utopías anticristianas, igualitarias y sentimentales de gente que se ha fabricado un dios a su mediocre medida y que pretende hacerlo adorar por la gente sencilla.


Las ovejas conocen la voz de su Pastor y temen al lobo disfrazado con piel de oveja.



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