Una característica del espíritu isamítico es
el fanatismo. Ya lo hemos dicho más de una vez y todo el mundo lo sabe: ellos,
solo ellos, nadie más que ellos.
Para “justificar” su postura, se escudan en
un supuesto apoyo popular. Ahora, en una sana democracia, la opción de la gente
se manifiesta en las urnas.
Es más que evidente que en la isla prisión de
Cuba, ícono de la izquierda latinoamericana y paraíso isamítico -donde deberían
recluirse Pedro Pierre y nuestros “padrecitos” diocesanos- no existe democracia
sino una dictadura despótica y nepótica. Y una pobreza proverbial.
Cuando hay oportunidad de ejercer el voto y
no hay partido único (como en Cuba), la gente acude a cumplir su derecho. Y en
momentos críticos -como los que se viven en países arruinados por el socialismo
y el populismo- la participación ciudadana es mayor; se disminuyen las tasas de
abstención.
Es lo que ha sucedido recientemente en tres
lugares significativos: Argentina, Francia y Venezuela. La gente votó y cambió
los rumbos.
Pero no nos olvidemos que hace cinco años
sucedió algo similar en Sucumbíos: ¿se acuerdan de los oficios multitudinarios de
semana Santa, de la marcha blanca y de las más de 150 manifestaciones
callejeras por la vuelta de los heraldistas y la vigencia de nuestra Iglesia
católica con sacerdotes disponibles y sacramentos accesibles? Fue, a su manera,
una forma de votar, de hacer oír la voz del pueblo. Fue un plebiscito
reconocido en toda la provincia… pero no por Radio Mentiras.
Como eso no entraba en el plan ideológico de
su revolución anticatólica, los adeptos del proyecto utópico fracasado de los
40 años no dieron oídos a la voz popular. Prefirieron anclarse en sus
inexistentes organizaciones populares y en algunos cargos políticos que,
después, fueron perdiendo.
Para Isamis, la democracia solo cuenta cuando
el resultado favorece a sus planes y a los bolsillos de los interesados. Al
robo lo han bautizado con un engañoso y piadoso nombre: “compartir”.
Y ahora, cierto fruto podrido llamado Maduro dice
que en su país no ganó la democracia sino la guerra económica ¡Es de locos! Es
de isamis…
A ver si los isamitas, que dicen estar tan
preocupados por el cambio climático, prestan también atención a este cambio climático
diferente que nos desintoxica y trae aires respirables. La exclusión, el odio,
la mentira y la violencia no son cristianas ¿Cuándo lo aprenderán? ¿Quiénes? ¿ellos???
Pues ¡nunca!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario