Es
un escrito proveniente de Guayaquil, redactado en primera persona, pero sin un
responsable, no está firmado. El redactor anónimo pretende encajarse entre los
“herederos directos de la tradición espiritual y mística, de más de 800 años de
vida”.
Hay
que ver en qué medida esos carmelitas han asumido dicha tradición, pues hemos
constatado en el Vicariato de Sucumbíos y en sus blogs juveniles ecuatorianos “Hagamos
algo por Sucumbíos” y “Carmelo4ever” desvíos doctrinales y una deriva completa
de espiritualidad, en nada compatible con Santa Teresa, San Juan de la Cruz o
nuestras santas americanas Teresa de los Andes o María Felicia de Jesús
Sacramentado.
Lo
que impera en su espiritualidad es Pagola, Boff, Arregui (no nuestro Arzobispo!)
o el Mahatma Gandy, para nada herederos, ni siquiera “indirectos”, de la
tradición carmelitana. Se trata de otra espiritualidad e ideología que no es
católica. Todo tipo de “teólogos” disidentes y rebeldes se dan cita en esos
espacios pretendidamente “carmelitanos”…
Es
muy cómodo decir que “has cruzado a otra dimensión, otra dimensión de la
conciencia espiritual ha llegado a tu corazón”, y, en nombre de esa “otra
dimensión”, permitirse cualquier cosa.
Si
no se va a las fuentes originarias y no se es fiel al carisma fundacional,
suceden las cosas que padecemos como la falta de vocaciones o, ¡peor aún! Las “vocaciones”
de contramano… es decir, se integran los que no tienen verdadero llamado, y se
pierden por otros rumbos los que no llegan a ser atraídos. Esto se constata hoy
también en otras órdenes y congregaciones, aguadas por la
mundanidad.
Hablar
de la “fe radical de san José Obrero”,
de la generosidad de un “proyecto de voluntariado”, de “almas
enamoradas” o de que “nos quieren mucho”, son decires que, honestamente, no se
encarnan, es un palabreo insubstancial. También, hubiera sido mejor evitar las
referencias a los frailes Juanito, Pablo y José, de triste trayectoria.
Burgos
mantiene a capa y espada una conexión sentimental con Ecuador. Es mejor que se
olviden de nosotros y que se preocupen de sus cosas, allá en España. Que no
metan más la nariz aquí (como le dijo Maduro al canciller español), que
bastante mal ya han hecho en los últimos tiempos ¡Cuánto añoramos los felices
tiempos de los primeros misioneros que vinieron al oriente; esos sí, verdaderos
y santos carmelitas!
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