Por Włodzimierz Rędzioch
Monseñor Gerhard Ludwig Müller |
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de mayo de 2013 (Zenit.org) -
El nombramiento de monseñor Gerhard Ludwig Müller como prefecto de la
Congregación que se ocupa de la ortodoxia de la doctrina católica, sumado a la
elección del arzobispo de Buenos Aires como obispo de Roma, fueron calificados
en algunos ambientes como una revancha de la Teología de la Liberación,
criticada por Juan Pablo II y por el cardenal Ratzinger.
Ilaciones que merecían ser esclarecidas, por
ello Włodzimierz Rędzioch, ha entrevistado al mismo arzobispo Muller. Su
entrevista fue publicada en polaco por el semanario Niedziela y saldrá en el
próximo número del mensual estadounidense Inside de Vatican. Zenit
la anticipa hoy en español.
La congregación de la Doctrina de la Fe, el
dicasterio más importante de la curia romana tiene desde el 2 de julio de 2012
un nuevo prefecto. Por segunda vez en la historia reciente de la Iglesia fue
elegido un alemán, el ex obispo de Ratisbona, Gerhard Ludwig Müller, amigo
personal de Benedicto XVI.
La decisión del papa no fue por motivos
personales: Muller ha sido nombrado prefecto porque es uno de los más
brillantes teólogos de la Iglesia, como demuestra su carrera académica.
Nacido en 1947 en Mainz-Finthen en una
familia obrera, estudió teología y filosofía en Maguncia, Munich y Friburgo. En
1977 obtuvo el doctorado en teología y un año después fue ordenado sacerdote
por el cardenal Herman Vokl. En 1986 fue llamado a la cátedra de teología
dogmática de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich. Tenía entonces 38 años
y fue uno de los profesores más jóvenes de la universidad. Enseñó en
universidades de Perú, España, Estados Unidos, India y Brasil. Es autor de más
de 400 publicaciones científicas, entre las cuales la monumental “Dogmática
Católica”.
Juan Pablo II lo nombró obispo de Ratisbona
en 2002 (su lema episcopal fue “Dominus Iesus”). Muller ya era conocido en el
Vaticano en los años 1998-2003 y fue miembro de la Comisión Teológica
Internacional. Trabajó también en el Consejo para la Unidad de los Cristianos
como experto sobre ecumenismo. En el 2008 el santo padre le pidió fundar el
Instituto Papa Benedicto XVI, con sede en Ratisbona, cuya finalidad es la
publicación de las obras completas de Joseph Ratzinger.
En algunos ambientes católicos el
nombramiento del obispo de Ratisbona como prefecto de la ortodoxia católica
suscitó preocupación, porque había sido acusado de contactos con representantes
de la teología de la liberación, de haber sido amigo del padre Gustavo
Gutierrez con quien escribió el libro “De la Parte de los Pobres. Teología de
la Liberación”.
Y la teología de la liberación fue condenada
sea por Juan Pablo II que por el ex prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger. Por ello la teología de la liberación
fue el tema principal de nuestra conversación.
¿Ud. desde que fue sacerdote y también
como obispo fue muy sensible a los valores de justicia, solidaridad y dignidad
de la persona. Por qué este interés en los problemas sociales?
Arzobispo Müller: Yo vengo de Maguncia, mi
ciudad al inicio del siglo XIX tuvo a un gran obispo, el barón Wilhelm Emmanuel
von Ketteler, que fue un precursor de la Doctrina Social de la Iglesia. De niño
vivía en el ambiente del empeño social. Y no debemos olvidarnos que si en
Europa después de la segunda guerra mundial y tras las diversas dictaduras
logramos construir una sociedad democrática, esto lo debemos también a la
doctrina social católica. Gracias al cristianismo los valores como justicia,
solidaridad y dignidad de la persona fueron introducidos en las Constituciones
de nuestros países.
En su currículum vemos que ha tenido
mucha relación con América Latina. ¿Cómo nació esta relación?
Arzobispo Müller: Durante quince años viajé
por América Latina, en Perú, pero también en otros países. Pasaba dos o tres
meses al año, viviendo como vive la gente común, o sea en condiciones muy
simples. Al inicio para un europeo esto es difícil, pero cuando se aprende a
conocer personalmente a las personas y se ve como ellos viven, entonces se
acepta la situación. Un cristiano tiene que encontrarse en su casa en cualquier
parte: donde hay un altar está presente Cristo; en cualquier parte si
perteneces a la familia de Dios.
El año pasado cuando usted fue nombrado
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se escucharon algunos
que le acusaban de ser amigo del padre Gustavo Gutiérrez, creador de la
teología de la Liberación. ¿Qué nos puede decir sobre esto?
Arzobispo Müller: Es verdad que conozco bien
al padre Gutiérrez. En 1988 me invitaron a participar en un seminario con él.
Fui con alguna reserva porque conocía las dos declaraciones de la Congregación
para la Doctrina de la Fe sobre la teología de la liberación, publicadas en
1984 y en 1986. Entretanto pude constatar que es necesario distinguir entre una
teología de la liberación equivocada y una correcta.
Considero que cada teología es buena si parte
de Dios y de su amor y tiene que ver con la libertad y la gloria de los hijos
de Dios. Por lo tanto la teología cristiana que habla de la salvación donada
por Dios no pueda ser mezclada con la ideología marxista que habla de una
autoredención del hombre.
La antropología marxista es completamente
diversa de la antropología cristiana, porque trata al hombre como un ser
privado de libertad y de dignidad. El comunismo habla de la dictadura del
proletariado, en cambio la buena teología habla de la libertad y del amor. El
comunismo, y también el capitalismo neoliberal, rechazan la dimensión transcendente
de la existencia y se limitan al horizonte material de la vida. El capitalismo
y el comunismo son dos caras de la misma moneda, la moneda falsa. En cambio
para construir el reino de Dios la verdadera teología llega desde la Biblia,
desde los Padres y desde el Concilio Vaticano II.
En ciertos ambientes su nombramiento
como prefecto de la Congregación que se ocupa de la doctrina católica y la
reciente elección del arzobispo de Buenos Aires como obispo de Roma fueron
vistos como una revancha de la teología de la liberación, criticada por Juan
Pablo II y por el cardenal Ratzinger. ¿Qué responde a estas voces?
Arzobispo Müller: Como primera cosa querría
subrayar que no existe ninguna rotura entre Benedicto XVI y el papa Francisco
por lo que se refiere a la teología de la liberación. Los documentos del
entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe sirvieron para
esclarecer lo que era necesario evitar, de manera de hacer volver a la teología
de la liberación a la auténtica teología de la Iglesia. Mi nombramiento no
significa que se abra un nuevo capítulo en las relaciones con tal teología, por
el contrario es un signo de continuidad.
Benedicto XVI al recibir en el 2009 a un
grupo de obispos de Brasil en visita ad limina apostolorum les dijo que valía
la pena recordar que en agosto del año anterior fueron conmemorados los 25 años
de la instrucciónLibertatis Nuntius de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, sobre algunos aspectos de la teología de la liberación. Y
añadió que “sus consecuencias más o menos visibles hechas de rebelión,
división, discordancia, ofensa, anarquía aún ahora se hacen sentir, creando en
nuestras comunidades diocesanas gran sufrimiento y una grave pérdida de fuerzas
vivas”. ¿Concuerda con este análisis del pontífice sobre las consecuencias de
la teología de la liberación?
Arzobispo Müller: Estos aspectos negativos de
los cuales habla Benedicto XVI son el resultado de la mal entendida y mal
aplicada teología de la liberación. No habrían sucedido estos fenómenos
negativos si hubiera sido aplicada la auténtica teología. Las diferencias
ideológicas crean división en la Iglesia.
Pero esto sucede también en Europa en la que
están por ejemplo los así llamados católicos progresistas y conservadores. Esto
recuerda la situación de Corinto, en donde estaba quien se refería a Pablo y
quien en cambio a Pedro, mientras que los otros a Cristo. Pero todos nosotros
tenemos que estar unidos en Cristo, porque Dios une, el mal divide. La teología
que crea las divisiones es más bien una ideología. La verdadera teología tiene
que llevar a Dios, entonces no se pueden crear divisiones.
Excelencia, usted al recibir en el 2008
el doctorado honoris causa en la Pontificia Universidad Católica de Perú,
condenó en su discurso “la infamia de nuestra época: el capitalismo
neoliberal”. ¿El capitalismo neoliberal es una estructura del mal?
Arzobispo Müller: Es difícil hacer parangones
entre una estructura del mal y un pecado personal, aunque cada pecado tenga una
dimensión social, estando insertado en alguna 'estructura': familia, ambiente
de trabajo, sociedad, nación. El capitalismo neoliberal es una de aquellas
estructuras del mal que en el siglo XIX y XX querían eliminar los valores del
cristianismo. Pero repito: detrás de cada estructura están las personas que
aceptan sus principios, o sea que detrás de cualquier estructura del mal hay
pecados personales.
-Hay
continuidad entre Benedicto y Francisco en materia de teología de liberación.
-“La
teología cristiana que habla de la salvación donada por Dios no pueda ser
mezclada con la ideología marxista que habla de una autoredención del hombre”.
-¿Estructuras
de pecado? Sí, pero primero están los “pecados personales”. ¡A confesarse, a
cumplir la penitencia y a cambiar de ideología, perdón, de teología!
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