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sábado, 9 de noviembre de 2013

Zaqueo

Ciertos blogs que beben en aguas de la disidencia eclesial (como la pluma de Pagolas o Casaldáligas… aunque últimamente opten por no firmar sus escritos) se empeñan en publicar cometarios al Evangelio dominical, claro que desde su óptica partidista.

Uno de ellos, por ejemplo, se pregunta “¿Hay mensaje también para quienes hoy en la historia caminamos tras las huellas del Maestro y nos miramos en el evangelio (Evangelio con minúscula…)? ¿Para nosotros en esta Amazonía?” (Amazonas es con mayúsculas, pero amazonía o amazónico, va con minúscula. Es que veneran a la Pacha Mama y no son heraldos del Evangelio…).

Consideran que caminan tras las huellas del Maestro, en oposición a los que no lo hacen (postura crítica farisaica…). Lo correcto es confesar que, en cierto sentido todos somos Zaqueos.

También nosotros debemos reaccionar como Zaqueo huyendo de las multitudes y trepando al “árbol de la admiración” para contemplar mejor al Divino Maestro. Porque quien esté impulsado por un genuino arrobamiento escucha la palabra del Señor, observa sus preceptos y encara todas las dificultades para seguirlo hasta el fin” (Mons. Juan Escognamiglio Clá Días, “Lo inédito sobre los Evangelios”, Librería Editrice Vaticana, 2012, pág. 451).
Sí, porque la admiración transforma, como también transforma –pero en otra dirección- el odio, el desprecio o la rebelión.

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