Ciertos
blogs que beben en aguas de la disidencia eclesial (como la pluma de
Pagolas o Casaldáligas… aunque últimamente opten por no firmar
sus escritos) se empeñan en publicar cometarios al Evangelio
dominical, claro que desde su óptica partidista.
Uno
de ellos, por ejemplo, se pregunta “¿Hay
mensaje también para quienes hoy en la historia caminamos tras las
huellas del Maestro y nos miramos en el evangelio
(Evangelio con minúscula…)? ¿Para
nosotros en esta Amazonía?”
(Amazonas es con mayúsculas, pero amazonía o amazónico, va con
minúscula. Es que veneran a la Pacha Mama y no son heraldos del
Evangelio…).
Consideran
que caminan tras las huellas del Maestro, en oposición a los que no
lo hacen (postura crítica farisaica…). Lo correcto es confesar
que, en cierto sentido todos somos Zaqueos.
“También
nosotros debemos reaccionar como Zaqueo huyendo de las multitudes y
trepando al “árbol de la admiración” para contemplar mejor al
Divino Maestro. Porque quien esté impulsado por un genuino
arrobamiento escucha la palabra del Señor, observa sus preceptos y
encara todas las dificultades para seguirlo hasta el fin”
(Mons. Juan Escognamiglio Clá Días, “Lo inédito sobre los
Evangelios”, Librería Editrice Vaticana, 2012, pág. 451).
Sí,
porque la admiración transforma, como también transforma –pero en
otra dirección- el odio, el desprecio o la rebelión.
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