Publicado en LA GACETA
El agonizar de la vida religiosa, masculina y femenina, es seguramente la gran asignatura pendiente de la Iglesia. Y no se ven señales de que vaya a aprobarla en los próximos años. Con el agravante de que si algún día se pusiera a ello es posible que dicha asignatura ya no esté en el plan de estudios por haber desaparecido los religiosos. Que a ese fin se encaminan sin que nadie tome medidas para curar a un enfermo a punto de ingresar en su fase terminal. El diagnóstico de cualquier médico, por poco ojo clínico que tenga, no puede ser optimista ante unos síntomas evidentes. Cada vez son menos y más ancianos. La hemorragia posconciliar ha sido tan tremenda que no pocos de los institutos religiosos a más de la mitad o casi de los efectivos que tenían cuando se celebró el Concilio. Las escasísimas vocaciones que tienen, y algunos ni las tienen, son absolutamente insuficientes para cubrir las muertes y los abandonos del año. Y llevan así más de cuatro decenios. La media de edad de no pocas casas religiosas está en los 70 años o los supera. Y son unos geriátricos, cada vez con más inquilinos, o unos pisos de solterones o solteronas, la expresión es del Papa Francisco, secularizados a tope, que no atraen a ningún joven que sienta la llamada de Cristo. Y esto no es ninguna opinión sino simple constatación de la realidad. Además, entre ellos, se dan los mayores contestatarios de la Iglesia. Cierto que no son la mayoría pero sí un número muy importante.
Durante mucho tiempo eso se pretendió ocultar pero hoy ya es imposible. Muchísimas localidades han visto como religiosos y religiosas, que durante muchos años, y en no pocas ocasiones siglos, fueron el alma de la vida religiosa de esos pueblos, se van despidiendo de los mismos en un adiós trágico y sin fin. El secretario de la Congregación para la vida consagrada, Rodríguez Carballo, acaba de hacer un balance espectacularmente agónico de la situación. No se entiende como el prefecto de la misma, que acaba de participar en España en la reunión de la Confederación de Religiosos que renovaba sus cargos, ha podido señalar la importancia del Concilio en la renovación de la vida religiosa. Porque esa renovación sólo la debe ver él. No hay más que agonía. Y en España especialmente.
La CONFER despedía como presidente al jesuita Elías Royón. Que en su día sustituyó a un fraile de la Merced, visionario donde los hubiere, que a punto estuvo de acabar con ella. El nuevo presidente, un claretiano, es imposible que repita los locos días de Barrajón pero al lado del jesuita parece más bien una nadedad. Con él los noviciados seguirán vacíos, los geriátricos cada vez más llenos, los colegios religiosos apenas verán a un fraile o una monja y los asilos se seguirán cerrando por falta de personal que los atienda. Y la Congregación para los Religiosos seguirá tragando sapos y si toma alguna medida será contra los Franciscanos de la Inmaculada porque parece que para ella el único pecado es vestir hábito, decir la misa tradicional y rebosar vocaciones.
Y todos a callar ante el desastre generalizado. El obispo de San Feliú de Llobregat, diócesis en la que se encuentra el monasterio benedictino de la monja Forcades, activista política, defensora del derecho a decidir de la mujer sobre el feto de su vientre y monja viajera donde las haya pues la clausura no parece ir con ella, pasaba por acabado ejemplo de obispo mudo y hasta consentidor. Pues la monja había manifestado que había consultado su actividad con su obispo. Gracias a Infovaticana nos enteramos que no es así.
“Yo no he sido pasivo en absoluto, sino que he hecho muchas gestiones ante el caso de Teresa Forcades, ante Roma, ante ella misma y ante su monasterio. Eso que dicen de mi pasividad es falso Y se lo he dicho a ella, a la Congregación para la doctrina de la Fe y a la Congregación para los Religiosos”.
Pues si no son públicas sus actuaciones, no se queje de que el público las ignore y le tenga por un obispo consentidor. Por fin nos hemos enterado de que no lo es y que ha elevado el caso a Roma. Pues a ver que hacen Braz de Avís y Carballo.
http://www.intereconomia.com/blog/cigueena-torre/crisis-los-religiosos-20131117
Por favor, algún isamita o católico normal -religioso carmelita, teresiana, consolato o capuchino, diocesano o laico, alguien de la CER o de las CEBS, algún columnista de El Telégrafo o profesor de la Universidad Andina; en fin, algún simple mortal que esté mejor informado- ¿podría refutar estas afirmaciones?
Sería un esclarecimiento luminoso y esperanzador… Porque este problema no se da solo en España, si bien que allá sea más evidente.
A decir verdad, a los católicos de Sucumbíos nos interesan más estos asuntos ligados a nuestra fe que los inflados casos Chevron, Assagne o Yasuni. Y que las inútiles vigilias y asambleas de isamis.
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