4/11/2013/
Costanza
Miriano es una escritora italiana católica que ha tenido un éxito
inmenso con un libro que ya desde su mismo título es provocador y
políticamente incorrecto en los tiempos que corren: "Casaos y
someteos".
Hace
pocos días participó en Roma en un seminario sobre la encíclica
"Mulieris Dignitatem" y allí tuvo ocasión de encontrarse
con el Papa Francisco, a quien le entregó la enjundiosa carta que
reproducimos a continuación y que no tiene desperdicio:
Querido
Papa Francisco,
Las
verdaderas revolucionarias son las mujeres que quieren, como María,
servir, y no aquellas que piden mayor poder en la Iglesia. Nosotras
sabemos que el ministerio mariano precede al petrino, y sabemos que
sólo el amor es creíble y que sólo la cruz hace verdadero al amor;
el resto no nos interesa. Nosotras sabemos que el único privilegio
digno de anhelo es el del Espíritu, y el sacerdocio que queremos
para las mujeres es sólo el del corazón. Nosotras, mujeres al
servicio de la vida, no queremos ser más importantes y mucho menos
queremos ser cardenales: no tenemos tiempo para eso, ¡tenemos que
criar a nuestros hijos!
Le
escribo en nombre de tantas mujeres que quieren servir a la vida y
son felices por ello. No queremos volver a modelos del pasado sino ir
contracorriente y someternos valientemente a un esposo. Mujeres que
tienen a María por modelo y la certeza de que sólo Dios, ningún
hombre, podrá colmar todos los anhelos de sus corazones. Le escribo
en nombre, creo, de las setenta mil mujeres que han leído mis
libros, a muchas de las cuales me he encontrado a lo largo de Italia
e incluso en el extranjero. Todas me dicen que desde que alguien les
ha recordado qué bello es ser dóciles y acogedoras aman más a sus
maridos y se dejan guiar. Son tantas las que me escriben que han
decidido casarse o abrirse de nuevo a la vida, y han tenido su
tercer, cuarto, quinto hijo.
Son tantas las que me escriben que desde
que tratan de someterse a sus maridos, como la Iglesia a Cristo,
ellos han empezado poco a poco a morir por ellas, un poco cada día,
buscando imitar a Cristo.
Tantas
mujeres, sin embargo, sufren. Pero, al menos en esta parte rica del
mundo, no sufren porque estén discriminadas. Sufren, por el
contrario, justamente porque no dependen ya de nadie. Deciden ellas
solas sobre sí mismas, sobre su propio cuerpo, sobre su propia vida,
sobre cómo vivir el sexo. Deciden si tener o no ese niño que ha
empezado a vivir dentro de ellas. Sufren porque están solas. Porque
han malgastado su tiempo mendigando amor y ahora con cuarenta años
son devoradas por el terrible remordimiento de haber rechazado a sus
hijos, como tierra desierta, árida, sin agua. Sufren porque están
desilusionadas de los hombres egoístas a quienes ellas, no obstante,
no han sabido hacer de espejo positivo, que es la función de la
mujer, no les han sabido mostrar lo bueno y lo bello posible. Si las
mujeres se pierden, los hombres se pierden.
Perdone
si me he atrevido a escribirle; le aseguro la oración de mi marido
Guido, de nuestros cuatro hijos, Tommaso, Bernardo, Livia y Lavinia y
mi rosario cotidiano, y le pido que rece por nosotros.
Con
afecto y devoción,
Costanza
Miriano
Con
esos lindos valores, elegancia y amor a las mujeres, la verdad es que
la Señora Constanza Miriano estaría muy bien como presidenta de la
FMS en vez de Delia Malvay.
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