Una “solterona” (así llama el papa francisco a las religiosas que no viven su vocación de madres) llamada Soledad Galerón (que es, ni más ni menos, que superiora general de las misioneras claretianas), escribe una carta pública e irreverente al Papa Francisco, donde reconoce que “Desafías y despiertas en muchas y muchos la “utopía eclesial””. Es el mismo lenguaje de Isamis: “os/as”… “utopía”, etc. La carta de esta monja fue publicada en diferentes blogs europeos de corte isamista. Probablemente la publicarán aquí los mal llamado “carmelitas” ecuatorianos que parece que han renegado de Santa Teresa para suplantarla por Pagola.
En un momento, Soledad declara que se siente dolida por el llamado que hace el Papa de que se sea fiel a la Iglesia jerárquica:
En un momento, Soledad declara que se siente dolida por el llamado que hace el Papa de que se sea fiel a la Iglesia jerárquica:
(…) “Te agradezco, aunque me duele, tu llamada a la eclesialidad. Tú sabes que amamos a la Iglesia y vivimos sirviendo al Evangelio y a los hermanos en lugares marginados, con los más necesitados; acompañamos en la vida y la fe a comunidades remotas y pequeñas, nos comprometemos con causas exigentes…
Pero nos pides una eclesialidad “profundizada”, un “sentir con la Iglesia” concreta, “en carne y hueso”; y añades, no creo que inocentemente, “jerárquica”; nos pides fidelidad al magisterio y comunión con los pastores…
Aquí, querido papa Francisco, a veces se hace difícil el amor, pero es donde se hace real, ¿verdad? Amor que se traduce en fidelidad, en sufrir por ella y en ella… Son las mediaciones humanas –a veces ¡tan humanas!– las que nos cuestan trascender, se nos opaca Dios entre tanta “humanidad”… (…)
Allá en España, igualito que aquí en Lago Agrio…
El título del artículo es burdamente mentiroso: “Carta al papa Francisco: No te dejaremos solo en la tarea”. La señorita Soledad (que declara no dejar solo al papa) debería titular su perorata: “Como supremo pastor que sois de la Iglesia y máximo exponente de la Jerarquía eclesial, te abandonamos”. Así, ella quedará sola y suelta, como lo sugiere su nombre: Soledad.
Y no solo debería cambiar el título. En el cuerpo del artículo debería hablar más claro y decir de una vez que quieren ser ovejas descarriadas que coquetean con los lobos, con el agravante de no vivir en toda su radicalidad los votos de pobreza, castidad y obediencia.
Si San Antonio María de Claret viviese… otras serían las cosas. ¡Que el santo fundador y los mártires claretianos de Balbastro –ahora que los conocemos más con la película “Un Dios Prohibido”- intercedan por esta Soledad y por las que la acompañan.
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