¿Cuál debe ser la actitud de un católico ante un Papa que se prodiga tanto?
Publicado en LA GACETA
El Papa Francisco no es un caso de hiperactividad sino de prodigarse ante los medios. Y así tenemos diariamente noticias de su persona. Más que las que tuvimos de cualquiera de sus antecesores. Ante este aluvión informativo sobre lo que dice, lo que dicen que dijo, lo que hace… creo que es importante para los católicos distinguir los gustos de cada uno de lo que es fundamental. Porque los gustos son libres mientras que lo fundamental es invariable. Y sería un error criticar al Papa por no hacer, o decir, lo que a uno le gustaría siempre que respete lo fundamental.
Un católico puede preferir mucetas, casullas barrocas y gregoriano y otro más sencillez o música actual, la misa antigua o la nueva, que reciba amablemente al jefe de la Iglesia anglicana o que no lo haga, que bendiga las Harley Davidson o reciba la camiseta de un equipo de fútbol o que prescinda de esos actos. Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito. Cualquiera puede pensarlo y hasta decirlo. Respetando la voluntad del Papa que es la que marca sus actos y no los gustos distintos de la gente. Habrá, sin duda, considerado los pros y los contras de lo que hace y optado por lo que le parezca mejor. Y en ello no tiene ninguna infalibilidad. Puede acertar o equivocarse. Aunque también debemos suponer que su criterio no es el de un desconocedor del tema ni el de un irresponsable. Y sería absurdo que un católico rompiera con la cabeza de la Iglesia, o se enfrentara a él, si no sigue en esas cuestiones accidentales, algunas no tan accidentales pero no fundamentales, lo que a un católico, de la sensibilidad que sea, le gustaría.
El progresismo eclesial, entusiasmado con los primeros gestos de Francisco, comienza a enseñar las uñas al comprobar que de lo fundamental el Papa no se aparta un ápice. Los tradicionalistas, a quienes la elección de los cardenales no entusiasmó, parece que se muestran más prudentes. Creo que esa es la postura correcta. Prudencia y respeto. La irritación de la antiIglesia, incluso de la que se dice Iglesia, me parece un excelente síntoma. Y pienso que la veremos aumentar.
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