10/06/13: Un deslizamiento de tierra que derrumbó millones de toneladas sobre una tubería principal de transporte de crudo de Petroecuador, en las cercanías del volcán El Reventador, provocó un gigantesco derrame que las autoridades aún luchan por cerrar completamente.
Más de 11.500 barriles de crudo, es el
cálculo inicial de lo que se ha volcado ya en el río Coca, afluente de uno
mayor, el río Napo, y la mancha ha cruzado ya los límites con Perú, para
dirigirse ahora hacia territorio brasileño, en tanto el cauce concluye en las
aguas del río Amazonas.
El accidente, en la provincia ecuatoriana de
Sucumbíos, es el mayor en su género a nivel del Sistema de Oleoducto
Transecuatoriano y arrastró casi totalmente un sector de las tuberías,
generando la catástrofe, que los técnicos habían evaluado en principio por la
mitad de los realmente acontecido.
Convocan
empresas estadounidenses especializadas
Desde la Cancillería brasileña existe
desconcierto acerca de la verdadera magnitud de la catástrofe, ya que en un
primer momento, las autoridades ecuatorianas habían asegurado a Brasil que
solamente se habían derramado algo más de 6.000 barriles.
Sin embargo durante su paso por territorio peruano, la mancha demostró ser mucho mayor a lo calculado, y se alertó a Brasil, hacia dónde se dirigía, que activó los sistemas de seguridad de la Agencia Nacional de Petróleo, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y la Marina de Brasil.
Los brasileños han comprometido ya apoyo a
Ecuador y a Perú para tratar de contener y disolver la mancha, pero todo apunta
que será imposible frenar el caudal venenoso antes que entre en contacto con
los afluentes inmediatos del Amazonas.
La petrolera ecuatoriana Petroecuador,
confirmó que ha contratado una empresa estadounidense especializada en limpieza
ambiental, para enfrentar los daños causados, pero hasta el momento resulta
casi imposible acceder a la mayoría de los puntos selváticos, donde fluye el
petróleo.
Las empresas americanas (con complicidades
locales) son, en último análisis, las responsables por este trágico accidente
que deteriora fatalmente nuestro ecosistema… y ahora se las contrata para
paliar los daños causados.
Más o menos como Isamis que devastó la fe católica
en el Vicariato y, a pesar del descrédito generalizado en que cayó, pretende continuar
sus fechorías y colaborar para lograr que nuestra Iglesia sea “casa y escuela
de comunión”.
Mientras tanto, igual que en los asuntos
religiosos, el gobierno finge ignorar las cosas en sus verdaderas proporciones (“algo
más de 6 mil barriles”…)
Perú podría pedir al Ecuador una
indemnización. ¿Y Quién va a indemnizar la pérdida de tantas almas y el daño
sufrido durante cuatro décadas de imposición forzada de “pastoral” isamítica? Correa se apresuró a ofrecer sus disculpas al Perú pero aún
no pidió perdón a la Iglesia.
Ahora no le hecharán la culpa a CHEVRON
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