La “tradición”, según Isamis, comienza no mucho más lejos que cuarenta años atrás… Los excluidos del Brasil, de acuerdo ¿Y los excluidos de Sucumbíos???Desde su columna de El Telégrafo, el citado “columnista”, ha elogiado y prestigiado la primavera árabe y los movimientos violentos de inconformidad, tanto en oriente como en occidente.
Si ve con buenos ojos la guerra civil que se arrastra en Siria contra el régimen de Damasco, ¿cómo encajar ese sentimiento con el supuesto anhelo de paz?
Son enigmas que solo se descifrarían a la luz (o a la sombra tenebrosa) de las utopías y relativismos de ISAMIS. El Magnificat, por ejemplo, para ellos es un grito de guerra que no parte de la humildad de una esclava sino del odio de una soberbia “indignada”. Si esa “indignada” que fue María, tuviese las granadas y explosivos que se descubren en el Putumayo, sería una guerrillera al estilo del idolatrado Che Guevara.
Y los isamitas tienen el descaro de decir en su artículo “haznos instrumentos de tu paz”. Depongan primero las armas del orgullo y entren en la fila del sacramento de la confesión con propósito de enmienda.
Peor que el estallido de las bombas es el clamor del pecado con que se ofende a Dios y al prójimo... y que provoca las guerras. La paz es la tranquilidad en el orden y no la violación del derecho y de la verdad.
¿Cuándo lo aprenderán?
Probablemente nunca…
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