Este Pacto de las Catacumbas, encanta a todos los que critican y contestan la Iglesia católica y que, desde dentro, intentan destruirla. Es el humo de Satanás que, como dijo Pablo VI, entró en el templo de Dios. Son los Pagola, Kung, Casaldáliga, López Marañón y cía., una serie de eclesiásticos y de laicos “de avanzada”... hacia atrás.
Es natural que quieran eso, ya que sus ideas utópicas consideran a Cristo como un profeta revolucionario más. El problema es que quieren imponer a todos los demás su impostura… en nombre de la democracia!
Pero lo que es más inquietante, es que desde otros horizontes también se celebra este “Pacto”: desde la izquierda comunista (ver “Claridad”, periódico de Puerto Rico) hasta el lobby gay, que se expresa en un blog afrentosamente llamado Cristianosgays. Hay de qué preocuparse.
Que nuestros santos que tanto trabajaron por los pobres y los indios como Santa Laura Montoya o Santa Narcisa, nos libren de las confusiones diabólicas que asaltan a la Iglesia. Que nos den un amor incondicional a Cristo y a su Iglesia.
Incondicional, sí: al magisterio eclesiástico y a los Pastores. No por tener “olor a oveja” deben despojarse de los atributos propios de su misión y presentarse de cualquier manera. Muchas veces ya no sabemos más quién es sacerdote u obispo. Cualquier persona que camina puede ser un pastor protestante, un empleado de banco o un guerrillero de las farc… Las insignias eclesiásticas ¿no son acaso un testimonio y una defensa? Por ejemplo, ¿A quién atrae y convierte el Padre Pablo, útil para tomar iglesias, contar malos chistes y fabricar monigotes?
¡Ah, qué nostalgias de los misioneros carmelitas de los buenos tiempos!
Cuando decimos: "¡Ah, qué nostalgias de los misioneros carmelitas de los buenos tiempos!" nos referimos a los que estaban antes de que llegue Mons. Gonzalo López Marañón. Cuando éste llegó a Sucumbíos vino trayendo su propio staff, gente con una ideología muy extraña, y retiraron del vicariato a los auténticos carmelitas.
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