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domingo, 14 de abril de 2013

III Domingo de Pascua: “Nosotros vamos también contigo”.

Dentro de la pequeña comunidad que describe Juan, de pronto Pedro toma la iniciativa de ir a pescar y dice “voy a pescar”. Todos, a una, responden: “nosotros vamos también contigo”.
Esta comunidad que se exhibe aquí, es una comunidad en que se aprecia una jerarquía. Todos recordaban que sólo a Pedro Jesús le había dicho: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt. 16, 18). Jesús dejó una Iglesia Jerárquica: por eso eligió a doce apóstoles y a setenta y dos discípulos; a Pedro lo nombró como su principal representante aquí en la tierra.

Más adelante, en este mismo capítulo, San Juan va a recordar cómo el Señor le renovó a Pedro su carisma de ser su vicario aquí en la tierra. En presencia de los demás discípulos, sólo a Pedro el Señor le va a decir “Apaciente mis corderos… apacienta mis ovejas…”.
La comunidad que Jesús quiere, es una comunidad en donde todos sepan dejarse guiar en obediencia por sus legítimos pastores. Que cuando Pedro diga: “Vamos”, todos, a una, añadan: “Vamos también nosotros contigo”.

Si no, no somos Iglesia. No somos la Iglesia que Él edificó sobre Pedro. Seremos iglesia comunidad ministerial, utopía del reino, movimiento de amigos/as de Jesús, sembradores de vida, organización laical y popular, escuela de asambleas, mingas, protestas y rebeliones… etc., etc. Pero no estaremos siendo, ni haciendo Iglesia.

Se va a pescar (a misionar) siempre con Pedro y, además, por obediencia a Jesús. Con Pedro, Obispo de Roma, sea como se llame en el tiempo: Pío, Juan, Pablo, Benedicto o Francisco. Y, por supuesto, con el Jesús del Evangelio y no con un Jesús revolucionario imaginado por teologías humanas.


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