«¿Qué hemos hecho del
espíritu de fe, esperanza y caridad que impulsó a los vascos a la magnanimidad
y al heroísmo?»
Monseñor
José Ignacio Munilla ha celebrado hoy la misa mayor en la Basílica de San
Ignacio de Loyola, acto eclesial con gran arraigo en la diócesis de San
Sebastián. Durante su homilía, el prelado se ha referido a la reciente JMJ y a
uno de los intercesores oficiales de la Jornada, el beato José Anchieta, s.j.
Tras explicar su labor apostólica, el obispo ha preguntado: «¿Qué hemos hecho
de aquel espíritu que impulsó a tantos vascos a la magnanimidad y al heroísmo,
movidos por la fe, la esperanza y la caridad?»
01/08/13
(InfoCatólica) El obispo de San
Sebastián ha explicado que ha tenido la oportunidad de acudir a la JMJ de Río
«acompañado de un pequeño grupo de
jóvenes de nuestra Diócesis» y ha avanzado que hará «próximamente
alguna reflexión, ahondando en el mensaje clarividente y esperanzador
transmitido por nuestro Papa Francisco».
El obispo ha afirmado
que «en esta ocasión, quisiera referirme a uno de los personajes históricos que
ha estado muy presente en esta Jornada Mundial de la Juventud. Me refiero
al beato José Anchieta S.I., uno
de los intercesores elegidos para la JMJ de Rio, lo que significa que ha
sido».
Tras dar una amplia
explicación sobre la semblanza y la obra misionera y apostólica del beato en
Brasil, Mons. Munilla ha preguntado:
«Al asomarnos a personajes
como el beato Anchieta, no podemos por menos de volver la vista a nuestro
pueblo, haciendo una autocrítica tan
sincera como esperanzada: ¿Qué hemos hecho de aquel espíritu que impulsó
a tantos vascos a la magnanimidad y al heroísmo, movidos por la fe, la
esperanza y la caridad? ¿Qué hemos
hecho del legado de San Ignacio de Loyola, nuestro gran Patrono, que ha sido
fermento para regenerar la faz del mundo? ¿No tendremos que
reconocer tal vez, que nuestra identidad e idiosincrasia han quedado heridas y debilitadas,
en la misma medida en que nos hemos secularizado, y precisamente en el momento
en que el materialismo, la
frivolidad y las idolatrías políticas han pasado a ocupar el espacio que antes
llenaban los grandes ideales del Evangelio?»
No puede haber un progreso sin raíces y objetivos
Mons. Munilla ha
asegurado que «el problema estriba en que hemos olvidado que el progreso sin
raíces es ficticio. Como decía
Chesterton: “El problema del progreso consiste en que no significa
nada. No podemos progresar sin
haber establecido los objetivos. El progreso no puede ser un
objetivo en sí mismo. Es sencillamente un comparativo del que es necesario
determinar el superlativo”. Y continúa con su reflexión: “Nadie puede ser
progresista sin ser doctrinal… Porque el progreso, por su propio nombre, indica
una dirección”».
«Y he aquí la gran
pregunta», ha añadido Mons. Munilla: « ¿Cuál es la dirección? ¿Hacia dónde
vamos?». «El auténtico progreso
–ha respondido– solo puede estar enraizado en la Tradición. Chesterton
remata con la siguiente afirmación: “Cuanto más crece un árbol, cuantas más
ramas le salen, más se aferra a sus raíces”».
«En el fondo», ha
afirmado el obispo de San Sebastián, «es la misma pregunta que Ignacio de
Loyola dirigió, cinco siglos atrás, a Francisco Javier: “¿De qué te sirve ganar el mundo entero, si
pierdes tu vida?”».
«Ciertamente», ha
asegurado, «este mundo está experimentando cambios vertiginosos; pero LA
PREGUNTA – con mayúscula– es la misma de siempre; y la respuesta, al igual que
Ignacio, Francisco Javier y José de Anchieta, también la encontramos en el
Evangelio. La respuesta tiene un
nombre propio: ¡JESUCRISTO!»
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