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jueves, 15 de agosto de 2013

“¿Fuera de la Iglesia hay salvación?”

  Catequesis apropiada para isamitas.

Afirmaciones de los Concilios, de Obispos de Roma y del Catecismo de la Iglesia Católica:

Papa Inocencio III (1198-1216):
"Con nuestros corazones creemos y con nuestros labios confesamos solo una Iglesia, no aquella de los herejes, sino la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, fuera de la cual creemos que no hay salvación "


Cuarto Concilio de Letrán (1215):
"Hay solo una Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie está a salvo."

Papa Bonifacio VIII, Bula Unam Sanctam (1302):
"Nosotros declaramos, decimos, definimos y pronunciamos que es absolutamente necesario para la salvación de toda criatura humana el estar sometida al Romano Pontífice."

Papa Pío X (1903-1914), Encíclica Jucunda Sane:
"Es nuestro deber el recordar a los grandes y pequeños, tal como el Santo Pontífice Gregorio hizo hace años atrás, la absoluta necesidad nuestra de recurrir a la Iglesia para efectuar nuestra salvación eterna."

Papa Benedicto XV (1914-1922), Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum:
"Tal es la naturaleza de la fe Católica que no admite más o menos, sino que debe ser sostenida como un todo, o rechazarse como un todo: Esta es la fe Católica, que a menos que un hombre crea con fe y firmemente, el no podrá ser salvado."

Papa Pío XI (1922-1939), Encíclica Mortalium Animos:
"Por si sola la Iglesia Católica mantiene la adoración verdadera. Esta es la fuente de verdad, esta es la casa de la fe, esta es el templo de Dios; Si cualquier hombre entra no aquí, o si cualquier hombre se aleja de ella, el será un extraño a la vida de fe y salvación. ... Es más, en esta única Iglesia de Cristo, no puede haber o permanecer un hombre que no acepta, reconozca y obedezca la autoridad y la supremacía de Pedro y la de sus sucesores legítimos."

Papa Pío XII (1939-1958), Discurso a la Universidad Gregoriana (17 de octubre 1953):
"Por mandato divino la interprete y la guardiana de las Escrituras, y la depositaria de la Sagrada Tradición que vive en ella, la Iglesia por si sola es la entrada a la salvación: Ella sola, por si misma, y bajo la protección y la guía del Espíritu Santo, es la fuente de la verdad."

Constitución Dogmática Lumen gentium:
14. El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles católicos y enseña, fundado en la Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la Salvación. Pues solamente Cristo es el Mediador y el camino de la salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia, y El, inculcando con palabras concretas la necesidad de la fe y del bautismo (cf. Mc., 16,16; Jn., 3,5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como puerta obligada. Por lo cual no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, rehusaran entrar o no quisieran permanecer en ella.

Al tratar el tema de la verdadera religión, los Padres del Concilio Vaticano II han afirmado: «Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: "Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado (Mt 28, 19-20)." Por su parte todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla» («Dignitatis humanae», 1).

Catecismo de la Iglesia Católica

846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo: El santo Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).

847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).

848 "Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por Él, puede llevar a la fe, 'sin la que es imposible agradarle' (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar" (AG 7)


Declaración Dominus Iesus

Trata de la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. La declaración, expresamente aprobada por S.S. Juan Pablo II y firmada por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de dicha Congregación, goza del status de Magisterio universal y responde a la idea errada, propia de una mentalidad relativista, de que "todas las religiones pueden ser por igual caminos válidos de salvación".


Ante el relativismo libertario y amazónico de ciertas sectas locales, es oportuno recordar lo que nos dice la Iglesia Católica sobre el tema.

Atención: “Salvación” debe entenderse como la posesión de la herencia eterna a que estamos destinados después de morir.

Ahora, si entendemos por “salvación” la introducción en un reino temporal utópico de tipo bolivariano como el que nos predican en Isamis, ahí probablemente se “salvará” todo el mundo. Si bien que los que son más rebeldes a la Iglesia Católica, alcanzarán esa “salvación” con un diploma suma cum laude otorgado por Leonardo Boff, por Pagola o, más modestamente, por Edgar Pinos.



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