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sábado, 24 de agosto de 2013

"Proceso de perdón y reconciliación en la iglesia San Miguel de Sucumbios

Iglesia Comunidad Pueblo de Dios al servicio del Reino – ISAMIS”
 


…Lo de siempre

Ese nuevo manifiesto está lleno errores, falsedades y/o de medias verdades e ilusiones. No hay suficiente tiempo ni particular interés en refutar lo que la gente sensata e imparcial que lo habrá leído ya dedujo por si sola. En realidad, esa gente (los sensatos e imparciales) no lee estas cosas. Estas cosas las leen los mismos de siempre: los que las escriben y sus contados y extraños (afuerinos) cómplices.

Apenas nos detenemos y comentamos las dos partes de la frase con que se inicia el manifiesto, que son como el presupuesto y base de todo lo demás. Desmontada la premisa, caen las conclusiones y el edificio se viene abajo… como se vino abajo ISAMIS.

Primera parte: “La medida tomada por la alta jerarquía el 30 de octubre del 2010 sobre la Iglesia de San Miguel de Sucumbíos…”.

Esa medida no fue una actitud aislada, fue consecuencia de una larga serie de investigaciones, sondeos, avisos y muuuuuucha, demasiada, paciencia. No fue un exabrupto. Por otro lado, si fue tomada por la “alta jerarquía”, no hay más que acatarla… si es que los destinatarios de la medida se consideran dentro de la doctrina, la disciplina y el espíritu de la Iglesia. La frase debería ser redactada de manera diferente: “La medida tomada por la alta jerarquía de la Iglesia el 30 de octubre de 2010 sobre el Vicariato de San Miguel de Sucumbíos”. La palabra “Iglesia” está fuera de lugar en la frase. En rigor, podría decirse “Iglesia de San Miguel de Sucumbíos”, pero como Isamis se ha ido desmarcando progresivamente de la Iglesia católica (especialmente después del 30 de octubre de 2010) y constituye un modelo diferente de iglesia, no le conviene el apelativo “Iglesia”.

Segunda parte: “produjo una división no solo en la Iglesia, sino en las familias y la sociedad en general”. Esto es una falsedad con que los isamitas han querido convencer, en vano, a la población y a las personas que no conocen Sucumbíos. La “medida tomada por la alta jerarquía” resultó en una esperanza y un alivio para las familias y la sociedad de Sucumbíos (claro que no para la “familia” carmelita burgalesa). La población reaccionó de la manera más natural y pacífica posible. Ver la marcha Blanca y otras manifestaciones públicas o caseras del día a día.

Es inevitable que alguna familia o algún vecino se “dividiese”. Si así no fuera, habría que preocuparse.

Para los recalcitrantes que repitan el eterno disco rayado de siempre, que lean el Evangelio del domingo pasado: “No he venido a traer la paz, sino la división”.

Todo lo que sigue a ese encabezamiento mal redactado es un montón de sinrazones y de ilusiones. Lo de siempre.

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