El cardenal Cañizares anuncia la publicación de un libro para ayudar a
celebrar la Misa debidamente
La Congregación para el Culto Divino y la Discipl0ina de los Sacramentos
está preparando un pequeño libro destinado a los sacerdotes, para ayudarlos a
celebrar debidamente la santa misa y a los fieles a participar bien en la
misma. Lo anticipó ayer en Roma el cardenal Antonio Cañizares, durante la
conferencia que dio en la embajada de España ante la Santa Sede, sobre «La
liturgia católica a partir del Vaticano II: Continuidad y evolución». El
cardenal ha hablado también de la situación de los lefebvrianos, advirtiéndoles
que la tradición no se queda en Pío XII.
17/01/13
(Zenit/InfoCatólica)
«Lo estamos preparando, servirá para ayudar a celebrar bien y a
participar bien, espero que salga este año, para el verano», declaró el
purpurado a ZENIT. El cardenal durante la conferencia reiteró la importancia dada
por el Concilio Vaticano II a la liturgia, «cuya renovación debe ser entendida
en continuidad con la tradición de la Iglesia y no como ruptura o
discontinuidad». Ruptura sea por innovaciones que no respetan la
continuidad o por una inmovilidad que congela todo a Pío XII, indicó en la
misma.
El cardenal recordó
en particular la importancia que el primer documento conciliar –la Sacrosantum
Concilium- otorga a la sagrada liturgia, por cuyo medio «se ejerce la obra de
nuestra Redención, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía».
Precisó que «Dios quiere ser adorado de una manera concreta y nosotros no
somos quienes para cambiarla». Una reforma en la continuidad,
contrariamente indicó el purpurado, «no entenderemos nada».
Precisó que se habla
de Iglesia renovada, lo que no debe ser entendido como una mera reforma de
estructuras, sino como un cambio desde la liturgia, pues desde la
liturgia se opera la obra de la salvación.
Y que cuando se habla
de liturgia no se puede olvidar lo que dice el documento conciliar: «Cristo
está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está
presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro,
'ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se
ofreció en la cruz', sea sobre todo bajo las especies eucarísticas».
Subrayó que la
finalidad de la liturgia «es la adoración de Dios y la salvación de los
hombres», que no se trata de una creación nuestra, sino fuente y cumbre de
la Iglesia»
El cardenal prefecto
de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos criticó
abusos existentes como la espectacularización, en cambio elogió esos
momentos de silencio «que son acción», que le permiten al sacerdote y a los
fieles hablar con Jesucristo, y que excluyen el predominio de la palabra, que
muchas veces se convierte en protagonismo por parte del sacerdote. La
actitud justa dijo, «es la indicada por san Juan Bautista, cuando dice que
se eclipsa para dar lugar al Mesías».
Ironizó sobre el
«amenizar la misa» cuando se habla de los cantos. Pues, dijo, es
necesario hacer entender el misterio que hace superar «el aburrimiento», en
lugar de transformar la misa en un espectáculo.
Añadió que en
concreto el Concilio no habló de la misa cara al pueblo, de la
importancia de Cristo en el altar, lo que le permitió a Benedicto XVI celebrar
la misa en la Capilla Sixtina hacia el altar, lo que no excluye la cara al
pueblo, en particular durante la palabra de Dios. Subrayó la necesidad
de la noción del misterio, y de algunos particulares interesantes que se
respetaban como el altar hacia el oriente, y que no se pierda el sentido sacrifical
de la eucaristía.
Interrogado por la
embajadora de Panamá ante la Santa Sede sobre la acción de las culturas
autóctonas en la liturgia, el cardenal precisó que «el Concilio habla
de la inculturación de la liturgia», respetando «las legítimas variedades», sin
que ellas quiten los principios.
Recordó una
experiencia suya en España, en Santa Fe, el domingo de Ramos, cuando escuchó
una misa gitana en la que un joven cantó el 'Cordero de Dios', con un martinete
[género del cante flamenco], «un verdadero quejido del alma», que «emocionó e
hizo participar a toda la asamblea».
Analizó también el
hecho que en muchas iglesias el Santísimo es puesto en un altar o
capilla lateral con lo que «el sagrario desaparece», por lo que la gente
conversa antes de la misa y llega menos preparada.
Sobre la situación de
la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, el cardenal recordó que Benedicto XVI
ofreció una medida sanatoria, sin que ellos la correspondieran, y que «pensar
que la tradición se queda en Pío XII esto también es ruptura».
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