“To be or not to be: That is the
question”, es un dicho célebre
que inmortalizó Shakespeare en su obra Hamlet. La frase viene a la mente cuando
uno quiere puntualizar definitivamente si algo es o no es, si algo es verdadero
o falso. ISAMIS, por ejemplo: ¿es católico o no es católico? Porque una de las
dos cosa, forzosamente, es. Y desde aquí hemos concluido, más de una vez, que
no es.
Lo mismo ante este
columnista politiquero y rebelde, amigo de Monseñor Gonzalo, vergüenza de la
clase política y de la Iglesia Católica, que se nos presenta como sacerdote. Aunque
en su apariencia, praxis y doctrina no parezca un ministro de Dios, los
lectores más de una vez se han preguntado: ¿es o no es?
Efectivamente, además de
su colaboración en El Telégrafo, el Padre Pedro Pierre mantiene un blog que
lleva su nombre (http://padrepedropierre.blogspot.com). Tanto en el periódico
gubernamental cuanto en su blog, el “periodista” de Alianza País publica no
solo mentiras, errores y horrores, sino algo mucho peor y fatal: herejías.
Sí, herejías. Esa
palabra (herejía) existe en el vocabulario, siempre existió y sigue existiendo,
aunque sea despreciada por el columnista que igualmente despreció su sacerdocio.
Es que todos los ex sacerdotes que se alinean con la teología de la liberación
y que contestan a la doctrina de la Iglesia y a sus legítimos pastores
unidos al Papa, hacen lo mismo.
Pues tanto en El
telégrafo cuanto en su aberrante blog, el Padre Pierre publica herejías. Como
su radio de influencia es bastante insignificante, probablemente no recibirá
sanciones como los Pagola, Boff o Torres Queiruga… aunque Monseñor Arregui no
le tiene un cariño especial y de repente lo invita al silencio.
Este sacerdote (o ex?)
que no ha celebrado en sus escritos el Año de la Fe o la solemnidad de la Madre
de Dios el primer día del año, celebra en su último artículo “el día de las
religiones” que parece ser, según el calendario por el que se guía, el
tercer domingo de enero.
En el Evangelio, Cristo
se duele con la división y ora para que todos sean uno y que haya un solo
rebaño y un solo pastor. Pero el Padre Pierre se alegra con que “en nuestro
planeta hay tal vez un centenar de religiones”. (en realidad son bastante más;
pues además de las oficiales están las personales y subjetivas como la de él).
Después, nos dice que el
Concilio Vaticano Segundo “nos abrió a las demás religiones”, un solemne
disparate que estrictamente significa todo y no significa nada… Nos explica con
dogmatismo que fuera de la Iglesia hay salvación, pero que lo la hay fuera de
los pobres, otro disparate que cada quién puede interpretar según su religión,
reconocida o subjetiva, histórica o fantasiosa.
Termina su artículo
eufórico diciendo que “nadie es inútil” (aunque profese aberraciones paganas y
sectarias como sacrificios humanos) y, aliviado, afirma que “muchas gentes
pequeñas (…) están haciendo cosas
grandes”. El Padre Pierre es como el diablo, que alimenta la pretensión de
destronar a Dios; este dócil agente justifica su insignificancia pretendiendo
hacer algo grande.
Pero esto no es lo peor,
ni de lejos. Lo pero es la negación de la Virginidad de María, un dogma de
nuestra fe, con lo cual se auto excomulga de la Iglesia, le guste o no. Como él
no ama a la Iglesia de la cual es ministro consagrado (!) (dice que ama al
“reino” que es más que la Iglesia) a él no le importará estar excomulgado… a no
ser por el impacto eventual que su apostasía pueda tener sobre sus lectores y
sobre la pobre gente engañada que le siga en alguna CEB (Él se dice
“acompañador” (?) de las CEBS).
En fin, lo cierto es que
en su blog publicó el primero de enero de este año lo que él llama “un texto iluminador sobre la infancia de
Jesús”. Se trata de un comentario del libro del Papa hecho por otro ex
sacerdote llamado Carlos Escudero Freire que fue salesiano y optó por colgar la
sotana, casarse y formar familia… es el tipo de “teólogo” del gusto de ISAMIS.
Pues bien este apóstata
de la fe y del sacerdocio afirma entre otras cosas (tomamos el texto siguiente
del blog del Padre Pierre):
(…)
“CONCEPCIÓN Y NACIMIENTO DE JESÚS POR OBRA DE VARÓN.
1. En relación
con la concepción virginal de María, conviene saber que las
comunidades cristianas primitivas no se presentaron este problema. Les fue totalmente
ajeno. Pablo, que escribe sus cartas a partir de unos veinte años desde la
muerte de Jesús, no habla de virginidad de María; escribe: “Pero
cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer” (Gál
4,4).
2. Es verdad
que Mateo y Lucas usan fuentes hebreas distintas sobre la
infancia de Jesús y, para algunos teólogos, sólo coinciden en que María
concibió sin obra de varón, por la acción del Espíritu Santo. Al
comentar Lc 1,35, ya hice ver que la actividad del Espíritu Santo en María está
relacionada, no con la virginidad, sino con las prerrogativas de su
hijo, al que se aplica el atributo Santo, exclusivo de
Yahvé, y del que se afirma que es Hijo de Dios en sentido trascendente.
3. Las
mitologías antiguas, desde Egipto hasta Mesopotamia, para destacar la
grandeza de un personaje ilustre, afirmaban que dicho personaje había nacido
de la unión sexual entre su madre y un dios. Esto se afirma de
algunos faraones en Egipto, de emperadores asirios y de grandes guerreros como
Alejandro Magno. También se aplica a algunos emperadores romanos como a Octavio
Augusto. En la Palestina del tiempo de Jesús y en Asia Menor se conocían estas
tradiciones mitológicas, y Lucas, pagano, de formación helenista, y
que escribe para paganos, la utiliza también para resaltar la grandeza
y excepcionalidad de Jesús. Eso sí, en la narración de la Anunciación
no hay vestigio alguno de la relación sexual de María con ningún dios. Se
trata de la fuerza y el poder creativo del Espíritu Santo, que interviene en su
seno, para indicar que Jesús desde su concepción tuvo la
plenitud de ese Espíritu, y aparece así, con atributos
sorprendentes, como la nueva creación (Lc 1,34-35). La
referencia a la primera creación y al poder creador del Espíritu de Dios resulta
aquí determinante (Gén 1,1-2).
4. Este
planteamiento teológico no niega que Jesús haya nacido, como los
demás seres humanos, por concurso de un varón, en este caso de José. Con
frecuencia encontramos en los evangelios pasajes con un marcado contraste, pero
el hecho de ponderar la grandeza o excelencia de uno de esos dos términos no
anula la realidad o el contenido del otro. Es evidente que en la escena de la
Anunciación se establece un claro contraste entre nacido de varón y nacido
del Espíritu. Predomina nacido del Espíritu, por
las prerrogativas con que viene adornado Jesús, el Hijo de Dios,
pero no se niega la realidad del primer término, es
decir, la paternidad de José.
A manera de ejemplo, para clarificar este contraste en la
Anunciación, leemos en el Evangelio de Lucas que una mujer dijo a voz en
grito: “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!
Pero Jesús repuso: Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo
cumplen!” (Lc 11,27-28). Es evidente que Jesús no
niega la primera bienaventuranza referida a su madre, pero le da más
importancia a la segunda. María cumplió con creces esta segunda
bienaventuranza, fiándose totalmente de la palabra de Dios en la
escena de la Anunciación.
Algo semejante encontramos en el Prólogo del
Evangelio de Juan. Hablando el cuarto evangelista de la Palabra,
escribe: “Vino a su casa, pero los suyos no la recibieron. Pero a los
que la recibieron, los hizo capaces de ser hijos de Dios. A los que le dan su
adhesión, y éstos no nacen de linaje humano, ni por impulso de la carne, ni por
deseo de varón, sino que nacen de Dios” (Jn 1,11-13). Aquí también se
afirma que “nacer de Dios” es más importante que “nacer de
varón”. En otro pasaje, Juan afirma lo mismo de otra manera. En
conversación con Nicodemo, Jesús afirma: “Te aseguro que si uno no nace
de nuevo no podrá gozar del reinado de Dios” (Jn 3,3). En el contexto
(Jn 3,4-8) se asegura que este segundo nacimiento está
relacionado con “nacer del Espíritu”. El Espíritu, creador
de algo nuevo, con carácter definitivo, aparece constantemente
en los evangelios.
En relación con el dogma de la virginidad de
María, que se puede aplicar también a otros dogmas, es conveniente
aclarar algunos términos: En cuanto a la virginidad de María sostenida
en los primeros concilios de la Iglesia, hay que decir, ante todo, que en esos
concilios se discutieron fundamentalmente verdades, sobre todo, las
relacionadas con los títulos y las prerrogativas de Jesús que
evidentemente implicaban también a María. Estas verdades se debatieron con
pasión y con ardor, y siempre hubo vencedores y vencidos. Los vencedores se
llamaron a sí mismos ortodoxos, y a los vencidos les pusieron la
etiqueta de heterodoxos o herejes. Los ortodoxos proclamaban los
dogmas, y a los así llamados herejes se les condenaba o
anatematizaba, y eran separados de la comunión de esa Iglesia triunfante.
Pasados algunos siglos de la historia de la Iglesia, el concepto de
hereje se fue ampliando, y muchos eran torturados por orden de la Santa
Inquisición, o mandados al patíbulo, el más frecuente el de la
hoguera. Muchos siglos después, algunas de estas
herejías dejaron de ser tales ¡porque estaban más
conformes con los puntos centrales de los evangelios!
Así las cosas, conviene afirmar lo siguiente: En los
evangelios y el resto del Nuevo Testamento no hay dogmas, es
decir, no hay verdades derivadas de una teología especulativa que,
a su vez, se apoya en conceptos y argumentos filosóficos, tomados de la
filosofía clásica griega, sobre todo de Aristóteles, y de las diversas
filosofías contemporáneas a los escritos del Nuevo Testamento, entre las que
destaca la influencia del estoicismo. También influyeron en la
elaboración de los dogmas las circunstancias históricas concretas, casi
siempre las de carácter político-económico, que condicionaron incluso el
comienzo y la finalización de algunos concilios [16]. Los
argumentos sacados de los Evangelios o del resto del Nuevo Testamento y del
Antiguo, son con frecuencia inconsistentes, por estar
distorsionados o sacados de contexto. Como contrapunto, y, dado el avance de la
teología en el siglo XX y en lo que va del XXI, algunos de los
dogmas que han ido surgiendo a lo largo de la historia de la Iglesia,
han sido sometidos a revisión, por la poca consistencia que tenían, al no
encontrar un apoyo serio en el Nuevo Testamento, o al chocar frontalmente
contra las tendencias teológicas más actuales y renovadas [17]”
(…)
Carlos Escudero concluye
su nota peseudo erudita y nada católica:
“En lo referente a la
virginidad de María, comprendemos la coherencia de Benedicto
XVI, pero los argumentos convergentes que hemos esgrimido a favor de la paternidad
de José tienen una fuerza innegable. Lo que no podemos admitir es la
afirmación de que la virginidad de María es fundamento de
nuestra fe, equiparándola explícitamente al tema de la resurrección de
Jesús.”
¿Qué les parece? Lutero
no fue tan lejos…
Pero Carlos Escudero
Freire es amigo del Padre Pierre que, por su vez, es amigo de Monseñor Gonzalo…
Aunque Pierre Riouffrait
(algo así es su verdadero nombre) no pretenda ser teólogo, hace causa común con
esa gente renegada, vergüenza de nuestra iglesia, como el ex jesuita Alfonso
Llano o el ex salesiano Escudero Freire.
Entonces, ¿es o no es
católico el ideólogo sacerdote columnista… y comunista? No es un trabalenguas,
él es las dos cosas. Y muchas otras más.
ResponderEliminarESTE ESCRITO DEL PADRE PIERRE ES PURA HEREJIA!!
LA VIRGEN MARIA ES PURA COMPLETAMENTE, SIN PECADO Y POR ESO DIOS LA ELIGIO!!!
LA VERDADERA IGLESIA DE CRISTO ES LA CATOLICA Y QUE SIGUE AL PAPA SIN CONTRADICCIONES.
BENEDICTO XVI ES UN BUEN PAPA Y HA LOGRADO HACER QUE LOS ANGLICANOS SE CONVIERTAN EN GRAN NUMERO AL CATOLICISMO Y DENTRO DE POCO VEREMOS A OTROS PROTESTANTES UNIRSE A LA VERDADERA FE!
APOYO AL VICARIO DE SUCUMBIOS MONSEÑOR PAOLO MIETTO Y LE PIDO A DIOS QUE LO PROTEJA!!!