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sábado, 29 de diciembre de 2012

Todo va quedando cada vez más clarito

¡Además de desobedientes son unos herejes! Lean lo que escribe isamis y después comentaremos:

"EL EVANGELIO DE SIEMPRE"

"Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos. "
” Uno de los peligros que nos amenaza hoy a los cristianos es vivir correctamente dentro de una religión organizada, sin atender ni entender en su verdad original el evangelio de Jesús. Lo que saboreamos no es muchas veces el «vino nuevo» aportado por él, sino el cristianismo «aguado» por nosotros mismos.

Quienes han bebido de otras aguas podrán gustar en Cristo un «vino nuevo», una experiencia buena de Dios. Algo de esto quiere decir el relato de las bodas de Caná. Desgraciadamente siempre es fácil «aguar» el evangelio y olvidar su sabor original. Basta perder la perspectiva de Jesús. El profeta de Galilea no pensó en otra cosa sino en llamar a las gentes a vivir acogiendo «el reino de Dios y su justicia». Para él, todo lo demás era secundario. Veinte siglos después, nosotros vivimos ocupados en cuestiones doctrinales y morales que pueden ser legítimas para organizar bien una religión, pero que más de una vez nos distraen de lo primero que interesa a Dios: que los pobres, los hambrientos y los que lloran, puedan ser más felices.
Propiamente, Jesús no enseñó una doctrina para ser aprendida por sus seguidores, sino que anunció un acontecimiento que pide ser buscado y acogido. Según él, Dios está ya actuando en este mundo invitando a todos a buscar un orden de cosas más humano y más justo. A nosotros nos parece muy importante saber qué pensamos de Dios. Jesús, por el contrario, soñaba en que hubiera en la tierra hombres y mujeres que comenzaran a actuar como actúa Dios. Era su obsesión: ¿cómo sería la vida si la gente se pareciera más a Dios?
Jesús gritaba: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Era su llamada primera y más importante. Por eso enseñaba a todos a mirar a las personas de manera diferente: los pecadores eran sus amigos, las prostitutas le parecían más dignas que muchos piadosos, los últimos eran para él los primeros, los enfermos constituían su debilidad… ¿Qué ha sido de la mirada compasiva de Jesús? Para nosotros, las prostitutas son prostitutas, los pecadores son pecadores mientras no se conviertan, y los últimos son los últimos.
Uno de los peligros que nos amenaza hoy a los cristianos es vivir correctamente dentro de una religión organizada, sin atender ni entender en su verdad original el evangelio de Jesús. Lo que saboreamos no es muchas veces el «vino nuevo» aportado por él, sino el cristianismo «aguado» por nosotros mismos.


Todo va quedando cada vez más clarito

No reproducimos la nota de ISAMIS para darle publicidad. Es solo para facilitarle al lector la comprensión del comentario que sigue.

Evangelio es permanente Buena Nueva. Estamos hablando de los Evangelios canónicos, no de los apócrifos ni mucho menos de los inventados  o supuestos.

El vino y los odres nuevos, bien como el Reino de Dios, la justicia y la misericordia, son del Evangelio de siempre. ¡Son de las páginas más bellas!

En cambio, la fe de guerrillero, alternativa, utópica y censurada por Roma, hacen parte del Evangelio de nunca. Lo mismo eso de vivir sin corrección, en una religión desorganizada, descuidando la doctrina y la moral. Ya conocemos bien la cosa.

Coherente, aunque payasesco, es la figura de un hombre o una mujer, no está claro el género… con los ojos tapados por una banda que dice “Evangelio de siempre”. Ese podría ser un logo que caracteriza al espíritu isamita, ya que para ISAMIS, el Evangelio y sus heraldos, ciegan.  La mitra es símbolo de la autoridad y de la superioridad, tan odiadas por las huestes infernales. Y  la palabra “no” repetida en diversos tipos de letras, no debe ser por la recomendación de Jesús del Evangelio (de siempre) “sea vuestro lenguaje si, si, no, no” (Mt. 5. 37) sino por el “Non serviam” del padre de la mentira.

Porque la desobediencia y la contestación sistemática de la gente del tipo de ISAMIS son satánicas: fue Lucifer el que comenzó esa revolución en el cielo, el que la inyectó en nuestros primeros padres en el paraíso y el que la trajo hasta el maravilloso Oriente ecuatoriano.




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