Estos son elementos que permite valorar la eventual capacidad del personaje para ser un estadista.
Después supimos que llegó a ser diputado y que siendo canciller de Venezuela y estando en Paraguay, en una intromisión inaudita, incitó al alto mando de las fuerzas armadas de aquel país a hacer una rebelión contra el gobierno establecido.
Más tarde vimos como sucedió inconstitucionalmente al fallecido Hugo Chávez, dado que según la ley vigente, ese cargo le correspondería al Presidente del Congreso, llamado Diosdado Cabello.
Siendo “presidente” (después de una reñida elección donde se evidenció el fraude) viene demostrando una incapacidad visceral de revertir la enorme crisis de desabastecimiento y el descontento creciente en su país, crisis que ya ha segado violentamente, en los últimos días, la vida de una treintena de ciudadanos, ha producido centenas de heridos y más de 1.300 prisioneros opositores al régimen. Esa terrible situación, motivó a parlamentarios de trece países latinoamericanos a elevar una denuncia al Tribunal Penal Internacional de La Haya contra el mandatario-dictador por delitos contra los Derechos Humanos.
Su discurso permanente es contra el “imperio americano”, pero no duda en someterse, y someter a Venezuela, al suave imperio cubano-castrista.
¡Y ahora se nos informa que el personaje no es venezolano sino colombiano!
En su momento no tuvimos a Diosdado y en cambio nos vino un demoniodado. ¡Qué pesadilla para Venezuela, para la región y para Latinoamérica!
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