Con la perspectiva que da el tiempo, ahora se entiende la oportunidad de los acontecimientos que tuvieron lugar en Sucumbíos desde que el papa Benedicto aceptó la renuncia de Monseñor Gonzalo. Dios sabe hacer las cosas, su providencia las dispone de la mejor manera. El “terremoto” fue, a la larga, benéfico.
Las pataletas, los sustos, las campañas de descrédito, las narices que otros metieron aquí sin mandato ni derecho, fueron el camino para la normalización que ya se comienza a respirar… ¡Es que es normal la demora… después de cuarenta años de sometimiento y de errores! Dios escribe recto con líneas torcidas.
Adiós carmelitas, adiós heraldos (nos dejaron gratos recuerdos), adiós Yofrito, adiós Morochita, adiós, adiós, adiós. Todos y cada uno han contribuido, haciendo el bien o haciendo el mal, para que las aguas se movieran, los aires se oxigenaran y el terreno se aplanara. Una vez más se comprueba eso de que Dios tiene la última palabra.
Algunas persistencias fueron excesivas: la de Mons. Gonzalo, a quien se le pidió formalmente desde la Congregación de la Evangelización de los Pueblos que se volviera a su país de origen. Costó pero salió, después del lamentable show de su “ayuno” en parque público. También los carmelitas que debatieron en Quito si obedecían la orden del Papa de salir de la provincia o no; al final salieron. La misma pastoral isamita, que precisaba ser remplazada con la implantación de otra diferente, costó para ser removida.
Hay todavía gente que no cede y que no se quiere ir. Por ejemplo los de la “radio mentiras”. Se les dio una oportunidad-ultimatum pero se aferraron como garrapatas y resistieron a autoridades religiosas, judiciales y policiales. Y ahí están, cabalgando por sí solos y a contra corriente. A ver si se adaptan a los nuevos aires o si se acabarán marchitándose por extenuación, aunque el negocio sea siempre personalmente rentable…
También la familia Torres se atrincheró en el Divino Niño haciendo de ese lugar que antiguamente era un santuario tan concurrido y lleno de bendiciones, un triste espacio de exclusión.
Esperemos que el báculo de Celmo y el cetro de Guido sigan mejorando Sucumbíos, bajo el mando de la Virgen María que todos los días es invocada en el Rosario Diario…
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