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martes, 8 de octubre de 2013

Prohibido prohibir (¿?)



El autor de estas líneas (siguen abajo), un tal Pedro Pierre, nuevamente agrede a los (contados y ocasionales) lectores con sus necedades.

Dicen por ahí que Pedro Pierre fue sacerdote católico. Nunca conocimos bien su historia pues no ha publicado su curriculum. El estilo de vida que lleva hoy en día no es el de un padre, pero, bueno, lo que interesa al periódico guayaquileño El Telégrafo es que dice cosas que sirven a su ideología política.

a) Pone como título a su artículo el lema de los anarquistas franceses (sus paisanos) de 1968, con lo cual, implícitamente, se identifica con ellos; b) Pasa por alto que la mayoría de los Mandamientos de la ley de Dios son prohibiciones. Pero como él no cumple los mandamientos ni los hace cumplir…; c) Calumnia a la Iglesia (de la que es ministro renegado) poniéndola en el rango de los países imperialistas y de las dictaduras. Y eso, a pesar de la tolerancia que muestra la Iglesia en relación a su conducta.

El terror en la Revolución Francesa y las matanzas masivas en el imperio soviético o en la China de Mao, no le preocupan, no existen, no han sido “prohibiciones”, quizá simples detalles o equívocos. Tampoco la barbarie sacrílega y comunista en España… aunque el Papa Francisco beatifique en estos días a más de 500 víctimas y mártires. Todo eso no cuenta, no existió. Cuenta, eso sí, la censura contra un libro de un padre pro-isamita.

Lo que éste “columnista” quiere es atacar a la Iglesia Católica y defender a “civilizaciones” milenarias, aunque sus personeros asesinen despiadadamente a un Obispo y a una monja, cuya memoria se ensucia con artículos como este.

¡Si al menos el ex Padre Pierre siguiese las intenciones de su admirado “teólogo” y ex sacerdote Hans Kung! (se ha noticiado que H. Kung, con párkinson avanzado, planea suicidarse. Ha declarado: “No estoy cansado de la vida, sino harto de vivir”). ¡A ver si el columnista de El Telégrafo reflexiona sobre esto…!.

Pero, pensándolo bien, claro que es mejor que no se suicide, pues cometería otra ofensa más a Dios (aunque sería la última de su vida). El suicidio no es de ninguna manera deseable para nadie. Además, aunque él no piense así, el fin no justifica los medios.



A continuación el artículo:

Prohibido prohibir
Pedro Pierre

Si no conocíamos al padre Miguel Ángel Cabodevilla, ahora lo conocemos gracias al intento de censura de su último libro: “La tragedia ocultada”, sobre la matanza contra pueblos ocultos de la Amazonía. Lección: “¡No hay mal que por bien no venga!”. Nos preguntamos por qué prohibir algo que no estaba a la venta y que recién se iba a presentar al público.

Son hechos que se ven en países imperialistas, en tiempos de dictaduras o, antes lastimosamente, en la Iglesia católica. En Ecuador, recién se ha publicado una ley actualizada de comunicación que es un progreso sobre lo que se tenía y hacía en particular en la prensa privatizada. Entonces, sorprende nacional e internacionalmente, tal actuación. ¿Qué pasó? ¿Será el título: La tragedia ocultada? ¿Se toca algo que no se quiere que se sepa? ¿Se quiere ocultar la realidad cuestionadora de los pueblos en aislamiento voluntario? ¿Hay intereses personales tras la explotación del petróleo del Yasuní?... Tal vez un poco de todo esto.

El padre Miguel Ángel Cabodevilla es parte de la congregación de los capuchinos, a cargo pastoral de la provincia de Orellana desde muchos años. Particular conocedor de la realidad de los pueblos originarios de la Amazonía, ha escrito varios libros y muchos artículos sobre esta temática. Por ejemplo, ¿hemos oído hablar de la civilización milenaria de los Omaguas sobre unos 1.000 kilómetros del río Amazonas y del sorprendente museo que ofrecen los padres capuchinos en la isla Pompeya del río Napo?

Amigo de monseñor Alejandro Labaka y de la hermana Inés Arango, el padre Miguel Ángel sabe lo que quiere decir alzar la voz contra la extinción de las nacionalidades y los pueblos amazónicos y dar la vida para que estos pueblos no terminen desapareciendo como si jamás hubieran existido… Ellos y otros son “la voz de los sin voz”, de los acallados, de los silenciados, de los injusticiados… para que logren ser escuchados y respetados.

Gracias, Miguel Ángel, por tu voz, tus textos, tu tenacidad y tu valentía: “no se puede tapar el sol con un dedo”. Gracias por continuar el testimonio de Alejandro e Inés a favor de los pueblos en aislamiento voluntario. Muchos vamos a leer tu libro “La tragedia ocultada”, impreso o virtual. Pues, decía Jesús: “La verdad los hará libres”. Vamos a buscar continuar el camino abierto en esta Amazonía querida: libres para hablar, libres para escribir, libres para luchar, libres para ser solidarios cueste lo que cueste, siendo constructores indeclinables de un Ecuador multicultural y plurinacional.

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