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jueves, 11 de junio de 2015

“Menchú palpa el desastre ambiental que dejó Chevron”…

Esta pobre mujer, inflada por los medios de comunicación y con un dinero que no sabe en qué gastar a no ser en promoverse a sí misma según la intención de los que se aprovechan de ella, no tiene ninguna credibilidad por su incultura y total falta de formación. Ella se dice analfabeta (en un momento de su vida le convenía pasarse por) pero estudió en un colegio privado; y además publicó un libro del que se discute si es de su autoría o no…

Además, es bastante desconocida en su propio país donde no tiene influencia en la opinión. Poco tiempo atrás, los “isamitas” guatemaltecos la presentaron como candidata a presidenta de la república de Guatemala en dos ocasionen, en 2007 y en el 2011. En ambas elecciones sufrió un fracaso rotundo. Con el prestigio y los laureles del Novel de la Paz, consiguió que la votase apenas un 3 por ciento de la población… a pesar del abstencionismo y del fraude electoral, tan en boga en las repúblicas centroamericanas que parecen funcionar mejor con dictaduras que con democracias… La mayoría de los indígenas guatemaltecos (que por cierto son muy simpáticos, numerosos y organizados) no quiere saber nada de ella; ella no representa sus intereses y sí, en cambio, los intereses de la ONU en Nueva York o de ONGs ecologistas o de universidades privadas de diversos países capitalistas.

Rigoberta Menchú es un producto de pura fabricación política tejida de mentiras. Es uno de los fraudes más grandes del siglo XX.

Antropólogos y especialistas en Guatemala y en el mundo, han denunciado que la biografía que ella difunde y su curriculum están plagados de inventos y de falsedades. Esto es algo que está en los labios de los conocedores y en las redes sociales.

Que la embustera Rigoberta Menchú venga a Sucumbíos a palpar el desastre ambiental es tan trascendente o importante como que una guanta o un mono atraviese a nado o en gabarra el río Aguarico…

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