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domingo, 6 de julio de 2014

Imbecilidad real… y proletaria

Lo peor no es que Pedro Pierre se oponga a la monarquía; lo peor es que pregone regímenes “democráticos” como el de Cuba o el de Venezuela…

Su artículo está lleno de falsedades.

Es claro que la popularidad de la monarquía española no está en su zenit, por el mal ejemplo de miembros de la familia real. Pero no es menos cierto que en encuestas recientes el 49 por ciento se han pronunciado en pro de la monarquía y tan solo 37 a favor de la república; el artículo da datos mentirosos. El parlamento catalán ha pedido un referéndum “monarquía-república”… Nada más explicable para un estado con ínfulas separatistas.

Hay en el artículo del comunista de El Telégrafo un odio visceral a todo lo que representa la monarquía, muy propio de un revolucionario francés que con el auxilio de la guillotina instaló el terror en aquel país y después difundió su veneno por todo el occidente, llegando sus efluvios hasta el Ecuador…

La crisis por la que atraviesa España no tiene nada que ver con el régimen monárquico. España tiene partidos políticos, elecciones y un gobierno soberano, se trata de una monarquía constitucional donde el Rey es más bien una figura de aparato que prestigia al estado y es garante de la unidad ¿Quién no sabe eso? ¡Solo el Padre Pierre!

¿Cree Pedro Pierre que España debe seguir la triste suerte de Francia, renegando de su historia y de su cultura?

En Europa hay nueve monarquías, además del principado de Mónaco, del Gran Ducado de Luxemburgo y otros regímenes por el estilo, entre los cuales el Vaticano. Le guste al comunista o no. Todos esos gobiernos son prósperos. En el oriente, es igualmente es muy pujante económicamente (para hablar de lo único que le interesa al PPP) el Japón, que cuenta con un emperador. Para no hablar de reyes, emires y sheiks de los países árabes, tan del gusto del columnista de El Telégrafo.

Los “escándalos morales” de las casa reales son muy poca cosa al lado de los robos y permanente corrupción de otros regímenes dichos democráticos donde presidentes, ministros y diputados son una máquina de enriquecerse. En cuanto dejan sus cargos y son desaforados, les cae la justicia encima. Escándalos económicos y escándalos morales. Pero esa realidad evidente no la ve el columnista de El Telégrafo. Solo ve el dinero que cuesta el vestido de una princesa o la elegancia de un rey montado en carroza o viviendo en un palacio, que es lo que, por otra parte, corresponde a su investidura. Él no ve el enriquecimiento grosero de los Castro, de los Kirchner o de los Maduro. A costas del pueblo.

Es verdad que la Biblia nos habla de malos reyes en Israel. También de malos sacerdotes. Y también de Judas… ¿Pero eso es argumento para ir contra el régimen monárquico del cual dice Santo Tomás de Aquino que es la mejor forma de gobierno, siempre que se lo tempere con elementos democráticos y aristocráticos? Es claro que Pedro Pierre debe preferir Marat o Napoleón al Doctor Angélico…

Todo el mundo sabe que la concepción cristiana de la realeza, bien como la del gobierno o de cualquier superioridad, es que existe para el servicio y el bien común. Solo en la mente del PPP es que las ideas hacen corto circuito y echan tinieblas. Por eso, seguramente este padrecito columnista no tiene ninguna devoción por San Luis, rey de Francia o por San Fernando, rey de Castilla que, además de reyes fueron cruzados… Su veneración se inclina más bien por Roberpierre y por la Pasionaria. Cada uno elige sus “santos”.

¿Dónde nos ubicamos nosotros los cristianos? Pues o a la derecha o a la izquierda de Cristo. No hay una tercera posición. Cada uno, así como elige su santo, elige su puesto. Hay que ver si el Juez lo confirma en él y, después, cuál será el tenor de la sentencia.

También hay que verificar el poder de la intercesión de cada santo. Los católicos prefieren los santos canonizados o los que tienen curriculum para un proceso. Los isamitas escogen a Comblin, a Proaños y hasta a personas vivas, como López Marañón. Éste último aún está a tiempo de santificarse; quiera Dios que se arrepienta de sus errores, que haga penitencia y que acabe conquistando el cielo.

Aquí va lo que escribe el Padre 
Pedro Pierre:

Anacronismo real
Pedro Pierre
La relativa discreción con que se hizo el traspaso de poder al nuevo rey de España llama la atención. Uno lo entiende si mira las serias dificultades a las que está enfrentada España en este momento como la monarquía española. Según los sondeos, la continuidad de la monarquía está rechazada por más de 40% de la población española. Además, España es uno de los países que sufre con más impactos la crisis europea.
El desempleo es especialmente catastrófico: el promedio llega al 25% de la población en edad de trabajar y a 50% entre su parte más joven. Dos regiones españolas hablan no solo de autonomía, ya que España es una unión de regiones autónomas, sino -además- de independencia.
En nuestra época de democracia, desde la Revolución Francesa desde 225 años, las monarquías europeas representan un anacronismo: siguen vigentes a través de la sucesión hereditaria y viven de sus rentas y de los impuestos cobrados a todos los ciudadanos. Los reyes o las reinas de Europa, sin ser elegidos ni aceptados formalmente por sus conciudadanos, tienen una autoridad reconocida por la Constitución de sus correspondientes países. Los escándalos morales, financieros y sociales de ciertos miembros de las monarquías europeas quedan en la impunidad por la inmunidad que gozan legalmente…
La Biblia nos cuenta la historia de los reyes del pueblo de Jesús: reinaron durante unos 500 años antes de él, y la mayoría, menos 3, quedaron muy mal por portarse más como los monarcas dictadores de los países vecinos, en particular Egipto, que según el corazón de Dios.
El reconocido teólogo de la Liberación, José Comblin, explicó una vez en Chile, en 2010, de una manera contundente, lo que significaba el Reino de Dios y, por lo mismo, el rol de los reyes según el proyecto de Dios: “¿Qué es reinar en la Biblia? Reinar es luchar contra los dominadores para salvar a los pobres. Eso es lo que justifica la autoridad. El papel de la autoridad es luchar contra los poderosos para salvar a los dominados. Salmo 72. Entonces ahí está claramente el papel del rey. Y ahora Dios está comenzando a hacer eso. Luchar contra los dominadores. Contra los poderosos. Y levantar a los oprimidos. A los rechazados. Entonces eso es el Reino de Dios”.
Eso nos hace entender la clase de Reino que buscaba Jesús y las razones por las que las autoridades judías y romanas lo mandaron a crucificar: querer implantar el Reino de Dios según el salmo 72. Hemos de preguntarnos dónde hoy nos ubicamos nosotros, los cristianos.

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