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jueves, 30 de agosto de 2012

¡DICHO POR ELLOS MISMOS!

Un blog de perfil “isamitico” español llamado “El Guardián del Areópago”, dirigido por un cura simpatizante de la teología de la liberación y que se considera herencia de mayo del 68 y del Concilio Vaticano 2°, nos da un buen consejo. A ver si lo penemos en práctica.

¡No es bueno ser demasiado autocomplaciente!
Posted on agosto 24th, 2012 by areopago
 
Así define autocomplacencia el diccionario de la RAE: “Satisfacción por los propios actos o por la propia condición o manera de ser”. Como se suele decir, hay gente que se gusta mucho, y le encanta haberse conocido. Una dosis apreciable, ni muy pequeña ni enorme de autosatisfacción de uno mismo, del carácter, del estilo, de los gustos, etc, no viene nada mal para andar por la vida con un mínimo de seguridad, de alegría de vivir, y de contrapeso a las angustias de la vida. La autoestima es, en efecto, un sentimiento reflejo, pero consciente, hacia sí mismo, que consigue que uno camine con un buen compañero de camino. Podemos decir que la autocomplacencia tiene un grado mayor de narcisismo que la autoestima, y que, si no es acompañada de un cierto grado de autocrítica, puede llevar al sujeto a la ofuscación y hasta el desvarío. Desde luego que inconsciente, lo que suele comportar un peligro mucho mayor.
Este riesgo de la excesiva y acrítica autocomplacencia se nota, sobre todo, en los enjuiciamientos hacia los actos, las opiniones y los comportamientos de los demás. Si éstos no son concordantes con los del exagerado autocomplaciente, la crítica, el juicio, y la condena aparecen con facilidad. Y como he apuntado más arriba, el sujeto no puede ni sospechar que, tal vez, y en muchas ocasiones, con certeza, está siendo injusto, y nada objetivo. La autocomplacencia individual se puede ver aumentada e incrementada, apoyada, y sólidamente asegurada, con la de un grupo, de tipo religioso, político, ideológico, cultural, deportivo, etc., etc., que da soporte y acomodo al sujeto, y pone a funcionar los mecanismos de identificación, de mimetismo, llegando, a veces, hasta a modelar la esencia identitaria de los miembros del grupo. Entonces la autocomplacencia ha llegado a su cenit.
(…)
Es tremendo, cuando uno está tan seguro de sí mismo, y se aprecia tanto, que, haciendo lo mismo que su adversario político, o lo que sea, -esto se da también mucho en las aficiones deportivas-, y hasta con un historial mayor de actuaciones en ese sentido, cuando lo hace “el otro” es malo, horrible y hasta delictivo. Cuando lo hago, o lo he hecho yo, es magnífico. Se trata de la “autocomplacencia” al último grado, y a un nivel de tremenda peligrosidad social, como estamos contemplando en nuestro país.

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
http://blogs.21rs.es/areopago/2012/08/24/no-es-bueno-ser-demasiado-autocomplaciente/#more-5227


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