Los
izquierdistas se precipitan a celebrar la victoria electoral en Ecuador pero un
hecho es irreversible: las diferencias en número de votos entre Lenín y Lasso
es pequeña y, uno y/u otro, están ante un país dividido.
El
“ganador” (se escribe ganador entre comillas, porque en esta contienda
electoral las irregularidades existieron y no sabemos si se aclararán… o se
ignorarán, como en Venezuela) el ganador deberá gobernar sin euforia, ni
ostentaciones triunfalistas, ni declaraciones mesiánicas. Desde ya, y antes de
los resultados definitivos, no está siendo el caso…
Lo
que vale para Ecuador, vale para los demás países donde ha habido últimamente
elecciones o referéndums como en los vecinos Venezuela y Colombia. O como, poco
tiempo atrás, en Argentina o en Bolivia.
Por
escasa diferencia de votos, se recogen resultados parecidos que piden
ecuanimidad al “triunfador” y consideración por el “perdedor”, ya que cada uno
representa, nada más y nada menos, la mitad electoral del país.
¡Qué
frágil es la democracia y que fácil es transformarse en dictador!
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