La Conferencia Episcopal Ecuatoriana
se complace en comunicar que el Santo Padre ha nombrado Nuncio Apostólico en
Eslovaquia a S. E. Monseñor Giacomo Guido Ottonello, hasta ahora Nuncio
Apostólico en Ecuador.
Los Señores Obispos del Ecuador
queremos expresar nuestra sincera felicitación al Señor Nuncio por esta nueva
designación que le hace el Santo Padre, signo de la confianza en su servicio y
amor a la Iglesia Universal. Al mismo tiempo, queremos manifestarle nuestra
profunda gratitud por los años de su incansable servicio y por su ejemplar
testimonio de amor a la Iglesia que peregrina en el Ecuador, como buen pastor y
destacado diplomático.
Junto al Señor Nuncio hemos vivido
intensos y cruciales momentos eclesiales que no han dejado de tener resonancia
también en la comunidad civil y política. Queremos mencionar aquí, entre los
muchos acontecimientos, la inolvidable visita del Santo Padre Francisco.
Deseamos asegurar al Señor Nuncio
Giacomo Guido Ottonello, en nombre de la Iglesia que peregrina en el Ecuador,
nuestras oraciones y le pedimos a Nuestra Señora de los Dolores, Patrona de
Eslovaquia, que siga protegiéndole con su manto maternal en su nuevo camino de
servicio a la Iglesia.
Suponemos la alegría –y
hasta la euforia- de algún isamita sobreviviente ante esta noticia: Después de
doce largos años de servicio en Ecuador, el Nuncio nos deja y es destinado a
Eslovaquia.
Entre los “intensos y cruciales momentos eclesiales”
a que hace referencia el comunicado de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, estuvo
la ruidosa salida de Mons. Gonzalo López de Sucumbíos.
Todos los Obispos del
mundo son retirados o trasladados de sus diócesis sin mayor drama. Con Gonzalo
no fue así. Se organizó una resistencia inútil que tuvo, entre otros capítulos,
una bochornosa huelga de hambre que el Obispo calificó de “ayuno tipo Gandhi”…
El Obispo rebelde ya tuvo
que dar cuentas a Dios, mientras que el buen pastor y destacado diplomático
sigue su carrera sirviendo a la Iglesia donde es mandado, sin necesidad de
vigilias permanentes ni de “ayunos tipo Gandhi”. Porque ser obediente es ser
buen cristiano.
¡Vivan las Iglesias de Ecuador y de Eslovaquia
fieles al Papa
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