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lunes, 10 de abril de 2017

Un rotundo cero (0)

Hace ya cinco años atrás, Ediciones Abya-Yala de Quito publicó un librito de poco más de 100 páginas lleno de veneno con un título enorme (como en los libros del siglo XVIII): Contribución de las mujeres a la Iglesia de Sucumbíos, Un estudio con ojos de mujer (con el conflicto coyuntural de Sucumbíos). Tremendo título para cien páginas insustanciales…

La autora, Ximena Salas J. se autodenomina “Misionera laica”, como si hubiese “misioneras clérigas”. Todo indica que Ximena no lleva Vida Consagrada, o sea, que no es monja. Dice su presentación que escribe “con perspectiva feminista”. Eso significa que está consagrada a una causa ideológica, pero no a la Iglesia con la consagración clásica de votos temporales o perpetuos. Laicos/as con ambiciones clericales…

Esta obra está “fundamentada” en supuestos testimonios que son anónimos.

A pesar de la poca seriedad de la obra y de ser tan exigua, en su presentación se dice “El esfuerzo realizado ha sido grande y la calificación de los resultados la dejamos a criterio del autor”.  Definitivamente, este folleto desmerece las cualidades femeninas ¡Se diría que a las mujeres les cuesta demasiado pensar y escribir!

Y en cuanto a la “calificación de los resultados”, sin dudar, se concluye que es nulo, sobre todo en lo que se refiere a lo que llama “conflicto coyuntural”. Aquí está la prueba:

En las páginas 72, 73 y 74 está puesto el veneno con mayor intensidad. Esto descalifica a la obra que de “Contribución” no tiene nada.

Dice que la Visita Apostólica del Obispo Filipo Santoro fue un “procedimiento que no es normal en una sucesión episcopal, pues estas visitas solamente se aplican en casos especiales” ¿Qué sabe esta pobre señora, señorita o laica feminista, de estos asuntos? La Visita Apostólica fue por las peculiaridades y errores del pontificado de Gonzalo López Marañón y no se relaciona directamente con su sucesión episcopal. Mezcla las cosas.

Ximena se queja de que Mons. Gonzalo no fue entrevistado. La Santa Sede entrevistó a las víctimas y no al victimario, del cual tenía ya una noción clara de quien era en función de su nefasta labor. Dice también que no se dio a conocer el informe del Visitador a “ninguna instancia de ISAMIS”… ¡Esto es infantil, ya que el informe era para el Vaticano, y en ningún caso para Isamis que, además, estaba siendo tan cuestionado.

Otro error no pequeño en su “Breve síntesis del conflicto de Isamis”, que muestra la ligereza de esta “estudiosa” con ojos de mujer, es que la administración del Vicariato no fue entregada a la “Congregación de los Heraldos del Evangelio” (los Heraldos del Evangelio no son una Congregación sino una Sociedad de Fieles laicos) sino a la “Sociedad de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli”. Se diría un detalle, pero es algo más que eso…

La autora cita un disparatado testimonio de una tal M. L. (¿Maledicencia Locuaz?) que dice que “le dieron a Monseñor Gonzalo siete días para que salga del Vicariato, de la Provincia y también del Ecuador”, también que los “Heraldos del Evangelio, desde que vinieron ya fue para imponernos su poder” (?) y que “se vio clarito su arrogancia y su imposición”. Estas opiniones no se ajustan para nada a la realidad conocida por todos, en Sucumbíos, en Ecuador y en el mundo.

En la página 74, Ximena cita “hechos que desencadenaron el descontento de la gente de Isamis” pero parece ignorar que antes del descontento de esa gente, se dio otro descontento mucho mayor: el del Santo Padre y el de la Congregación de la Evangelización de los Pueblos de la Santa Sede: “Debo admitir, como se ha confirmado en la reciente Visita Apostólica, que la visión pastoral llevada adelante por Usted no siempre era conforme con la exigencia pastoral de la Iglesia como tal. Por tal motivo, el nuevo Administrador Apostólico tendrá que organizar el Vicariato e implantar de manera diferente todo el trabajo pastoral” (Carta del Cardenal Iván Dias a Monseñor Gonzalo).

Esta carta providencial y profética explica el descontento de la gente de Isamis. Lo demás es consecuencia. Heraldos, capuchinos, josefinos, benedictinos o salesianos son un mero accidente en el caso que nos ocupa. El problema es, era y será: Isamis.

Eso es lo que no quiere ver ni explicar esta dama laica y levantisca que de teóloga pastoral tiene tan poco y de feminista demasiado. Su publicación desmerece a la causa de la mujer.

Una vez que el asunto central no es abordado (los desvíos de Isamis que provocaron lo que llaman descontento y conflicto), la tesis de la investigadora (?) es inconsecuente y su calificativo es un rotundo cero.

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