El Papa Francisco ha ya advertido contra el error de hacer un uso
ideológico de la pobreza. Los ataques que ahora vemos, contra cardenales que
viven en apartamentos medianos o grandes, son parte de esa ideología asquerosa.
En un país a mitad de desarrollo, como Chile o México, que tres personas
compartan un apartamento de 250 mts.2, (aunque en
realidad aclaro —gracias a un lector— que son casas las grandes) más si son una
familia de clase media o de clase alta, no es considerado un lujo. ¿Y si fuera
de 500 mts.2? ¡Pues depende, hombre, depende de cuántos vivan ahí y cuál sea su
posición social! Vean los sitios de Internet, sopesen las muchas familias que
vivirán ahí.
¿Y los fieles, que financiamos a la Jerarquía mediante nuestras
donaciones y herencias, les vamos a dar menos a nuestros Obispos y cardenales?
¡Sería una vergüenza!
El Cardenal De Paolis está
dispuesto a irse a vivir a Santa Marta, algo que el Santo Padre
hizo por sus peculiares «motivos psiquiátricos» y no porque hubiera lujo
en los aposentos pontificios.
“Los cambios vienen también
de dos vertientes: lo que los cardenales hemos pedido, y lo que viene de mi
personalidad. Usted hablaba del hecho que yo me haya quedado en Santa Marta: pero es que yo no podría vivir solo en el
Palacio, y no es lujoso. El apartamento pontificio no es tan lujoso. Es amplio,
es grande, pero no es lujoso. Yo no puedo vivir solo o con un pequeño grupito.
Necesito gente, estar con la gente, hablar con la gente… Y por eso cuando los
chicos de las escuelas de los jesuitas me preguntaron: “¿Por qué? ¿Por
austeridad? ¿Por pobreza?”. No, no: por motivos psiquiátricos, simplemente,
porque psicológicamente no puedo. Cada uno tiene que llevar adelante su vida,
con su modo de vivir, de ser. Los cardenales que trabajan en la Curia no viven
como ricos ni con opulencia: viven en un pequeño apartamento, son austeros,
ellos son austeros. Los que conozco, esos apartamentos que el APSA da a los
cardenales. Además, me parece que hay otra cosa que quisiera decir. Cada uno
vive como el Señor le pide vivir. La austeridad —una austeridad general—, creo
que es necesaria para todos los que trabajamos al servicio de la Iglesia. Hay
tantos matices en la austeridad… cada uno debe buscar su camino”
El Cardenal se iría a un convento, si se lo mandan. Pero nosotros,
los fieles, seríamos unos canallas y unos hipócritas. Y de hecho lo
somos, cuando desde un saloncito con un whysky o un coñac opinamos sobre
las riquezas de unos ancianos que han renunciado a todo para que alguien se
digne a darnos la absolución de nuestros pecados.
La pobreza de espíritu es una virtud
“Bienaventurados los pobres de espíritu
porque a ellos les pertenece el reino de los cielos” (Mt. 5, 3)
También es una
excelencia evangélica que practican los buenos religiosos que se comprometen
ante Dios y ante la comunidad al hacer sus votos (pobreza, castidad y
obediencia), precisamente los consejos que no practicaron entre nosotros los
carmelitas que conocimos…
La pobreza de bolsillo es una dura cruz, a veces inevitable, que hay que
aliviar y tratar de superar
“Pobres siempre los tendréis entre vosotros”
dijo Jesús (Mc. 14, 7);
La pobreza de mente es el pecado que perdió a Judas que hipócritamente
había expresado su interés en los pobres (Juan 12:4-6)
Es el pecado que
pierde a todos los que levantan la bandera de la pobreza como una ideología (los
envidiosos, los ladrones, los comunistas, los isamitas, los populistas que
imponen la pobreza forzada… a los otros, mientras ellos se llenan de oro (ver:
los Castro, los Chávez, los Kirchner, los Ortega, etc.)
“Porque a quien tiene, se le dará más
todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que
tiene” (Mt 13, 10-17).
Que nos explique esto el “teólogo” pachamamero Leonardo Boff…
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