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sábado, 14 de noviembre de 2015

La familia de Maduro copa el poder en Venezuela y maneja grandes sumas de dinero

Desde sus cargos públicos son la llave para acceder a los favores del régimen

LUDMILA VINOGRADOFF Caracas - 13/11/2015 en: Internacional
Nicolás Maduro y Cilia Flores tienen cuatro hijos. «Nicolasito» –hijo del presidente con su exmujer Adriana Guerra Angulo– y Walter Jacob, Yoswal y Yosser, los tres hijos de Cilia Flores con su exmarido Walter Ramón Gavidia Rodríguez. La caraqueña Cilia Flores es una abogada nacida en un hogar humilde de cinco hermanos. Fuentes de la oposición aseguran que, antes de convertirse en primera dama en el año 2013, y siendo presidenta de la Asamblea Nacional en 2008, «enchufó» a cuarenta y siete familiares y allegados en la Administración pública, desoyendo las críticas contra este descarado nepotismo. Una práctica que, además de ser éticamente reprobable, está prohibida por las leyes venezolanas.

De los cuatro vástagos presidenciales destacan los dos mayores que ocupan los mejores cargos de la administración pública y manejan presupuestos jugosos: «Nicolasito» Maduro Guerra y Walter Jacob Gavidia Flores.
Tanto «Nicolasito» como Walter son los hijos consentidos de papá y mamá. Son la envidia de los ricos herederos de la burguesía chavista. Ambos compiten por exhibir la mayor fortuna entre los «boliburgueses (burgueses bolivarianos)». Son codiciados y disputados por aspirantes a conseguir una contrata pública, una recomendación o un favor oficial.
«Nicolasito» Maduro es el jefe de la Villa del Cine bolivariana. También fue designado inspector de las empresas expropiadas por el gobierno. Su padre le otorgó el título de «economista social» de la Universidad Nacional de las Fuerzas Armadas (UNEFA). Ha protagonizado una meteórica carrera. A «Nicolasito» le encanta la «dolce vita», cantar karaoke y bailar bajo una lluvia de dólares. A «Nicolasito»Maduro le grabaron un vídeo en el Club Sirio en el que se le ve cómo ejecuta varios pasos de baile mientras unos contratistas árabes le arrojan una lluvia de billetes. De ahí lo de su danza del dólar.
En el avión presidencial También le fascinan los viajes al extranjero, en los que por cierto intenta gastar lo menos posible de su bolsillo. Siempre se reserva el segundo asiento del avión presidencial para no perderse ninguna gira internacional de su padre.
Walter Jacob Gavidia Flores, hijo mayor de la también denominada «primera combatiente», Cilia Flores, preside la fundación «Pro-Patria 2000», organización responsable de la construcción del complejo urbanístico de la Gran Misión Vivienda Venezuela en los terrenos expropiados a Empresas Polar (una de las principales empresas de alimentación y bebidas del país) el pasado 29 de julio.
El año pasado Walter Gavidia Flores manejó un presupuesto de 4.000 millones de bolívares (634 millones de dólares al cambio oficial de 6,30). Entre las obras más vistosas que contrató se encuentra La Flor de los Cuatro Elementos, complejo monumental que decora el sarcófago que guarda los restos mortales de Hugo Chávez en su mausoleo del Cuartel de la Montaña. Y para que no le falten cargos, Walter Jacob Gavidia también es juez de primera instancia de Caracas para casos penales.
Cilia Flores, esposa del presidente, la mujer más poderosa de Venezuela y quien maneja algunos de los hilos más sutiles del poder en Venezuela, también ha sido generosa a la hora de repartir cargos con su exmarido Walter Gavidia Rodríguez, el padre de sus tres hijos, a quien le asignó la dirección de la fundación Misión Negra Hipólita con un jugoso presupuesto. Algunos medios opositores acusan al ex de Cilia Flores de haber estado en contacto con los denominados «grupos de exterminio», bandas organizadas para la ejecución extrajudicial de presuntos delincuentes. Walter Gavidia tiene una turbia fama de personaje violento y autoritario. Un vídeo en Youtube lo muestra agrediendo y amenazando a un grupo de trabajadores adscritos a un programa social.
En una de las escasas entrevistas que ha dado a la prensa nacional, Cilia Flores afirmó que se había separado de su primer marido porque no estaba dispuesta a aceptar ningún tipo de violencia de género.
Cursos de inglés en el Caribe La primera dama ha suspendido su programa dominical «Con Cilia en Familia» que transmitía por la cadena pública Venezolana de Televisión sin explicar las razones de esta decisión. Maduro anunció que su mujer, diez años mayor que él, se iba de viaje para hacer un cursillo de inglés en las caribeñas islas de Las Granadinas, a las que el líder bolivariano ha donado decenas de casas y una planta de electricidad.
Y sin embargo todos estos escándalos parecen menores ante la noticia conocida ayer de que dos sobrinos de Cilia Flores habían sido detenidos por EE.UU. en Haití acusados de narcotráfico en Haití. Es la primera vez que su privilegiada prole deja en tan mal lugar a la pareja presidencial. El gobierno no ha explicado por qué ambos jóvenes portaban pasaportes diplomáticos. Pero el líder opositor Henrique Capriles ya se ha apresurado a exigir una aclaración. Maduro no desmintió los nexos familiares de los dos detenidos pero fiel a su estilo, como si el escándalo no fuera con él respondió que «la Patria seguirá su Camino».




Y los isamitas proponen el modelo popular y bolivariano de Venezuela como democracia ideal-utópica…
Pero Venezuela se va al tacho, como se fue al tacho “Isamis”. Ni la familia Maduro, ni la familia Carmelo-diocesano-isamítica (todos cocaineros) lo reconocen.
En Caracas y en Lago Agrio la tierra tiembla.
Maduro dice que sufre “acoso permanente” de los EEUU. Lo mismo han dicho los isamitas al querer pasar por víctimas del Vaticano.
Pero el tiempo va poniendo las cosas en su lugar.
El proceso que comenzó en 2010 desestabilizó las cosas y posibilitó nuevos caminos para la fe, los sacramentos y el mismo progreso social.


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