El Telégrafo del 21 de marzo publica esta noticia:
François Houtart visita
Amazonia contaminada por Chevron
El intelectual belga,
Francois Houtart, visitó la selva ecuatoriana para constatar los daños
medioambientales causados por la petrolera Chevron, tras ser invitado por el
abogado de los amazónicos afectados, Pablo Fajardo, con el propósito de llevar
un mensaje a los pueblos en el Foro Social Mundial (FSM).
Promotor de la
Teología de la Liberación y activista de la lucha de los pueblos para la
construcción de Otro Mundo Posible, Houtart destacó que la lucha por la
Amazonía “es de todos”, especialmente en los actuales momentos cuando un 20% de
esta vasta región suramericana ha sido destruida, corriendo el peligro de
convertirse en un valle si llegara a alcanzar un 40% de degradación.
Por eso, la “constatación” del Señor Houtart no agrega nada al desgaste provocado ni trae ninguna solución posible. Esa visita, es una maquinación político-ideológica más para tratar de prestigiar la teología de la liberación y a la estrella cadente Pablo Fajardo que no hace más que perder pleitos con la justicia americana.
Hay que saber que Francois Houtart es un sacerdote católico y marxista (¡sí!) belga, que tiene más de 90 décadas en sus espaldas. Hace unos años admitió haber cometido actos de pedofilia. Leonardo Boff (otro ex) declaró sobre el personaje en cuestión “Es un humanismo enternecedor el que irradia en todo lo que hace”…
En vez de circular por la Amazonía, este señor debería prepararse seriamente para su muerte próxima. Es claro que su supuesta condición de católico le será muy útil para ello; la de marxista, totalmente vana y hasta contraproducente.
Análogo comentario cabe para los nonagenarios Ernesto Cardenal o Pedro Casaldáliga que además de apostatar de la fe católica pecando contra Dios, tuvieron el mal gusto de poner sus utopías en versos, con lo que atentaron también contra las Musas.
Estos figurones en fin de carrera, tan festejados y condecorados por el establishment, nos dejarán el recuerdo de la defensa inútil de fantasiosas utopías a costa de renegar de la fe. Dejaron el Evangelio de Jesucristo y se embriagaron con El Capital de Marx y, los más “idealistas”, con la metralleta del Che.
Peor que la contaminación de la Chevron es la corrupción mental (y moral) de pseudos sacerdotes que dan un lamentable testimonio. Nuestro Gonzalo no está lejos de esto…
Análogo comentario cabe para los nonagenarios Ernesto Cardenal o Pedro Casaldáliga que además de apostatar de la fe católica pecando contra Dios, tuvieron el mal gusto de poner sus utopías en versos, con lo que atentaron también contra las Musas.
Estos figurones en fin de carrera, tan festejados y condecorados por el establishment, nos dejarán el recuerdo de la defensa inútil de fantasiosas utopías a costa de renegar de la fe. Dejaron el Evangelio de Jesucristo y se embriagaron con El Capital de Marx y, los más “idealistas”, con la metralleta del Che.
Peor que la contaminación de la Chevron es la corrupción mental (y moral) de pseudos sacerdotes que dan un lamentable testimonio. Nuestro Gonzalo no está lejos de esto…
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