Los
isamitas hablan y hablan del “proyecto” de Jesús (cuando no del “sueño” de
Jesús) y dale que dale con la palabra proyecto en todos sus escritos que firman
pagolas, tamayos y/o boffs.
La
palabra “proyecto” no es la más adecuada para materias religiosas. Un proyecto
está a menudo asociado a una idea (ideología), a una empresa (lucro), a un
cálculo (presupuesto), a una actividad (“hacer”, mucho más que “ser”). El
cristianismo o la Iglesia -o el “reino”, como gustan también de decir los
isamitas- poco tienen que ver con un proyecto. Es rebajar la Buena Nueva del
Evangelio equipararla a un proyecto. Por otro lado, la palabra proyecto se
presta bien para ser concebida tanto en un sistema socio-político neoliberal
cuanto totalitario; aquí, los proyectos son sencillamente “decretos”.
Y
entonces, ¿qué es el reino o qué es la Iglesia? Vamos a la Biblia:
En
cuanto al reino: En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo
llegaría el Reino de Dios, Jesús les respondió: El Reino de Dios viene sin
dejarse sentir. Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de
Dios ya está entre vosotros (Lucas 17, 20-25). Y en cuanto a
la Iglesia: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino
muchos” (1 Corintios 12:13-14).
O sea que para un cristiano, unirse a Cristo por medio
de la vida de gracia es el camino a seguir en comunión con los demás. En el
cuerpo hay muchos miembros. Así se vive la fe y se profesa en Evangelio. “Camino”,
por lo tanto, y no “proyecto”. Camino que Cristo recorrió en obediencia al
Padre y con la fuerza del Espíritu. Esto, más que un proyecto, es un don que
hay que acoger con humildad y piedad… y para nada con cronogramas, asambleas,
“vigilias” o catarsis.
La
conversión a que nos llama Jesús es un acto libre y personal, propio de
individuos. Jesús hace un convite a cada uno, no a una masa impersonal. Los
isamitas huyen de este mandato y se escudan en un supuesto “proyecto
comunitario”. ¡Muy fácil es, por cierto, convertirse y mudar de vida “en
comunidad” es decir… en el mundo de la luna! Lo que es seguro es que hay que
negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús. Si evado esa
responsabilidad personal, aunque cante loas a las organizaciones populares y al
Dios de la vida, soy un impostor, no soy cristiano, mucho menos católico. Y ni
qué digamos apostólico y romano.
Lo
peor es que Isamis nos ilusionó alguna vez con su “proyecto” pero al mismo
tiempo nos dice a todo momento que es una utopía (!?) A menuda pesadilla nos
convidan.
Todas
las reglas clásicas de santificación como lo son la oración, los sacramentos,
los retiros espirituales, en fin, todo lo que es devoción popular, es para
ellos ritualismo, sacramentalismo y paternalismo. Mandamiento es imposición, y
obediencia es servilismo.
En
realidad, el “proyecto” de Isamis consiste en revelarse contra lo que determina
la autoridad, reivindicar siempre e inventar alguna novedad que sea más cómoda
que la moral cristiana que pide austeridad y pureza. El “proyecto” de estas
singulares personas se define por oposición: Nada de leyes, ni de dogmas, ni de
rúbricas. Pero, ojo!, acojamos a chamanes de religiones ancestrales y a
guerrilleros “idealistas”, y demos culto a la madre tierra, una neo-diosa tan
arcaica como la serpiente del paraíso.
En
estos días, estamos viendo en las lecturas de la Misa como María y José
cumplieron con el Niño todo lo que prescribía los ritos de la sinagoga, no se
ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley manda, porque cumplir
aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios. ¿Por qué no vale
eso para nuestra provincia? ¿Cómo es que su proyecto puede realizarse al margen
de la disciplina y de la jerarquía?
La
explicación es sencilla: se trata de hacer aterrizar en nuestro suelo la
revolución que armó Lucifer en el cielo antes de ser precipitado en el
infierno.
Actualmente
parecen estar de luna de miel con Francisco. Al inicio del su pontificado,
estaban con un pie atrás, pero ahora dicen que van en lo onda de este papa.
Pero si adhieren Vaticano ¿contra quién van a reivindicar, si su culto específico
es la protestar contra la autoridad?
¡Que
el 2014 nos traiga aires nuevos y límpidos! Peor que el petróleo contaminador
que destruye la naturaleza y a los cuerpos, es el pecado de rebelión que además
de ofender a Dios, pierde a las almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario