El Vicariato está expectante y muy ansioso
para recibir a nuestro Obispo.
Queremos que se sienta en su casa y en medio
de una comunidad unida, aunque naturalmente pueda haber entre nosotros
diferentes puntos de vista en lo que se refiere a accidentes; porque en materia
de fe, moral y disciplina, todos debemos estar unidos. Unidísimos. Si no, no
testimoniaremos ser Iglesia, y mucho menos “comunidad” o escuela de comunión,
como trompetean sin cesar muchos autores de exclusiones.
Hemos mostrado por demasiado tiempo (no solo
en los 40 años del pontificado de Mons. Gonzalo, sino, especialmente, en lo
últimos tres) una “iglesia” autoritaria de pensamiento único. No por incrustar
en palabras que comportan un femenino la arroba propia de la informática o
utilizar la fórmula poco elegante “os/as” vamos a hacer comunidad… Eso es
infantil como las dinámicas de las asambleas del kiosco de la casa diocesana
del Aguarico.
Seremos auténtica comunidad cuando se viva el
Evangelio en su integridad, y no apenas confrontado a los políticos de turno.
Cuando se obedezca a la autoridad en nuestra Iglesia, especialmente a los
Obispos y al Nuncio. Cuando se ore y se respete a los que sistemáticamente se
sofoca, critica y calumnia… en nombre de la iglesia comunidad.
Una cosa es constatar hechos, disentir, dar
razones. Otra cosa es prejuzgar, mentir y odiar.
¿Vamos a recibir a Mons. Celmo con esas
disposiciones?
En un artículo del blog de isamis, se dice
que en la reunión del primer viernes (que en la Iglesia universal fue siempre
consagrado al Sagrado Corazón de Jesús; aquí se lo dedica a ratificar “la responsabilidad de nuestra Iglesia en el
ámbito político” –notar la diferencia entre “Iglesia universal” y “nuestra
Iglesia”…) se “llamó la atención en la
reunión la denuncia de un programa paralelo que no obedece al espíritu de la
Iglesia Local, es más se resaltó que no va en el espíritu que el Papa Francisco
viene animando a la Iglesia Universal en este tiempo”.
Pero, ¿ni siquiera en esta ocasión festiva
como será la llegada del nuevo pastor, los isamitas dejan de excluir a hermanos
con el agravante de no dar ninguna referencia ni mayores explicaciones, sembrar
cizaña y etiquetar a los que puedan discordar en cosas opinables -como la
política o el enfoque pastoral- de estar contra el Papa Francisco?
Abran sus corazones y sus oídos a la voz del
Espíritu que se manifestará a través del nuevo obispo. Salgan de su espíritu
sectario y oxigenen su mente. No condicionen ni indispongan con imposiciones la
labor de Monseñor Celmo y no repitan lo que pasó con los dos administradores
anteriores. Eso frena la fuerza de Iglesia, aparta a los fieles de la comunidad
y alegra a las potencias infernales ¿Eso es lo que quieren? Pareciera que sí.
Malos vientos soplan en Sucumbíos en las
vísperas de la llegada de Mons. Celmo.
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